Vladimir Putin durante su reunión con altos mandos militares en el Ministerio de Defensa.

Vladimir Putin durante su reunión con altos mandos militares en el Ministerio de Defensa. Reuters

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Rusia se prepara para un ciberataque sobre Ucrania como alternativa o excusa para la invasión militar

Nunca pasa nada con Rusia porque no puede pasar sin superar determinados límites. Putin lo sabe y actúa en consecuencia.

23 diciembre, 2021 06:05

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Si algo han reforzado estos dos años de pandemia es la sensación de excesiva dependencia de la tecnología o, si se quiere, de que la presencialidad puede ser algo secundario. Nos hemos acostumbrado a crear identidades legales, financieras y de ocio a través de internet, que sustituyen perfectamente nuestras identidades físicas de carne y hueso, incluso, en ocasiones, las mejoran. Dominar el ciberespacio siempre ha sido el objetivo de cualquier superpotencia, pero ahora más que nunca. No hace falta, en rigor, ocupar un lugar físico para demostrar tu poder, basta con controlar lo que hace tu enemigo y generar algo parecido a la dependencia.

Según la compañía Microsoft, el 58% de los ciberataques vinculados a un Estado entre junio de 2020 y mayo de 2021 vinieron de Rusia. El 32%, con éxito. Hablamos, normalmente, de operaciones para recabar información de organismos de otros países, empresas privadas o ciudadanos de a pie. No se incluyen aquí las numerosas campañas pagadas con dinero ruso en redes sociales para difundir falsos rumores o exagerar determinadas noticias y así crear caldos de cultivo indeseables en determinadas zonas de su interés.

Por ejemplo, Ucrania. La dependencia tecnológica de Ucrania con Rusia es total. Básicamente, porque la tecnología depende de una red previa que, en este caso, es común a los dos países, pues se estableció durante los años de la Unión Soviética. Según el mismo informe de Microsoft, Ucrania fue el segundo país más afectado por los ciberataques rusos, por delante de Reino Unido y sólo por detrás de Estados Unidos (EEUU). Recordemos que la investigación en el Congreso estadounidense ya determinó en su momento la participación rusa en el ataque que sacó a la luz los correos electrónicos de Hillary Clinton y de altos miembros del Partido Demócrata. Aquél ciberataque, clave en el resultado de las elecciones de 2016, quedó sin respuesta alguna.

El Putin más agresivo

Puede que, de esa experiencia, Putin aprendiera que no es necesario invadir un país para controlarlo, y que sale mucho más "barato" -te evita más sanciones, blanquea tu imagen internacional- desquiciar un país atacando desde la distancia de la pantalla que entrando con los tanques para colocar un presidente de tu gusto. Por los motivos que fueran, Putin quería a Trump en la Casa Blanca y al final Trump fue elegido presidente contra todo pronóstico. Por supuesto, como en toda elección, los factores que intervinieron fueron múltiples, pero la colaboración rusa fue uno de ellos sin lugar a dudas.

Cinco años más tarde, Putin tiene que decidir qué hace exactamente con Ucrania. El tono general de su retórica se ha militarizado hasta extremos preocupantes. Esta misma semana, en una reunión con cientos de altos mandos militares en el Ministerio de Defensa, recitaba una letanía de supuestas agresiones y vejaciones de Occidente hacia su país que sólo están en su cabeza. "¿Creen que nos sentaremos tranquilos a mirar cómo nos amenazan?", decía, y volvía a citar su obsesión de cabecera: "Tenemos a la OTAN a nuestras puertas", obviando el hecho de que la organización militar no ha hecho movimiento alguno de acercamiento a Rusia desde 2008, cuando rechazó por última vez la petición formal de Ucrania.

Vladimir Putin durante su reunión con la plana mayor del Ministerio de Defensa ruso.

Vladimir Putin durante su reunión con la plana mayor del Ministerio de Defensa ruso. Reuters

Lo que nos lleva de vuelta al país gobernado por Volodimir Zelensky. En la frontera, se calcula que ya están desplegadas 175.000 tropas esperando una orden de Putin para entrar en territorio enemigo. Ahora bien, incluso Putin necesita una excusa para entrar sin más en un estado soberano, sabiendo no sólo los perjuicios que puede provocar en sí una guerra sino las repercusiones que tendría contra Rusia por parte de los aliados de facto de Ucrania. Si Rusia no quiere a la OTAN en su frontera -aunque de hecho ya la tiene en las repúblicas bálticas-, desde luego la OTAN no quiere una Rusia agresiva y expansionista en la suya. Ambas partes lo saben y siguen cada movimiento del rival con enorme atención.

El ciberataque como alternativa

De hecho, ante la imposibilidad práctica de desplegar tropas en Ucrania para defender el país -nadie en la OTAN está dispuesto a un movimiento que podría degenerar en una III Guerra Mundial sólo para evitar la intromisión de Rusia en un país que durante tantos años ha controlado mediante gobiernos satélites-, EEUU y Reino Unido parecen estar centrándose, según informa el New York Times, en repeler un posible ciberataque, como alternativa o como previo al ataque militar propiamente dicho.

¿En qué se basa esta amenaza de un ciberataque a escala masiva? En primer lugar, se basa en el pasado: ya sucedió en diciembre de 2015, cuando hackers rusos, obviamente vinculados al Kremlin, tomaron el control energético del país y fueron desconectando una a una todas sus centrales eléctricas hasta dejarlo en la oscuridad absoluta. En segundo lugar, sería un movimiento inteligente para ganar tiempo. Ataques concretos a objetivos concretos pueden sumir al país en el caos y a partir de ahí surgen dos alternativas interesantes para el régimen de Putin.

La primera, la más pacífica, sería que, en el caos, el presidente Zelensky dimitiera o se generara un clima popular de hostilidad al gobierno que permitiera su sustitución sin disparar un tiro. En ese caso, el ciberataque serviría de alternativa a una invasión militar. Cosas más graves ha hecho con anterioridad Putin en Ucrania: recordemos cuando, en 2006, el candidato Viktor Yushchenko apareció con la cara desfigurada tras un intento de envenenamiento.

Rusia debe aprovechar el invierno, que siempre ha sido su gran aliado bélico

Su rival, Viktor Yanukovich, era el candidato del Kremlin y perdió esas elecciones -las de la llamada "revolución naranja", a la que se apuntó durante algunas semanas incluso el Partido Popular español-, pero ganó las de 2010 y se mantuvo en el poder hasta la invasión de Crimea por parte de su gran aliado. Temiendo por su vida, se exilió en Rusia.

La reacción de Occidente

La otra alternativa que abre este posible ciberataque y el posterior caos es procurar la necesaria excusa para una intervención militar. Si consigues afectar al país en sus necesidades más básicas, tienes agentes internos que culpan al gobierno... pero, aun así, este resiste, siempre puedes decir: "Bueno, no me queda otra que ayudarles en primera persona". Sería todo muy burdo, pero de Putin no se puede esperar una especial sutileza. Si consigue ampliar su base de apoyos internos, allanará el paso de su ejército. Si de verdad el gobierno ucraniano parece incapaz de solventar sus asuntos, al menos creará una cierta división en la comunidad internacional.

En cualquier caso, parece que hay un cierto consenso en que el ataque, en cualquiera de sus formas, es inminente. Rusia debe aprovechar el invierno, que siempre ha sido su principal aliado bélico. En este caso, porque deja a Europa y a la OTAN sin defensa. Energéticamente, Europa necesita a Rusia. Exponerse a un corte de suministro de gas, por penoso que sea económicamente para los rusos, en plena ola de frío, es exponerse a mucho. ¿Están dispuestos los europeos y sus socios a sacrificar su comodidad y bienestar por ayudar a Ucrania? Hasta cierto punto.

Tanto si Putin se decide por el ataque frontal como si prefiere marear la perdiz, se encontrará con declaraciones en contra, afirmaciones contundentes y alguna sanción, pero, sobre todo, se encontrará con un bando dispuesto a negociar un acuerdo satisfactorio para todos. En los últimos 15 años, Rusia ha envenenado al candidato que ganaba en las encuestas electorales, se ha anexionado parte del territorio ucraniano y ha dejado al país sin luz ni energía en pleno diciembre. Y tampoco ha pasado nada. Nunca pasa nada con Rusia porque no puede pasar sin superar determinados límites. Putin lo sabe y actúa en consecuencia. La ausencia de liderazgo occidental tampoco ayuda.