Un lote de varias armas.

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Mundo Violencia

‘Barra libre’ online de armas en Turquía

Se calcula que hay 25 millones de armas en Turquía, de las cuales el 85% es ilegal.

18 diciembre, 2017 03:13
Estambul

“Alistair habría cumplido 17 años en enero. Estaría a punto de convertirse en adulto. A punto de acabar el instituto. Pero se le arrebató la posibilidad de tomar decisiones en su vida porque un hombre decidió llevar un arma encima”.

David Grimason perdió a su hijo en 2003. Alistair tenía sólo dos años y dormía en su cochecito cuando fue alcanzado por una bala perdida en un café de Foca, un pequeño pueblo cerca de Izmir. “Comenzó una pelea en otra mesa y un hombre empezó a disparar de manera casi aleatoria”, explica David. En ese momento, Alistair estaba en Turquía con su madre, Özlem, visitando a sus abuelos, mientras David había vuelto a su casa en Escocia. “Aún estábamos haciéndonos a la idea de ser padres”, dice con la voz entrecortada al recordarlo.

Entre enero y septiembre de 2017 más de 1.500 personas murieron por arma de fuego en Turquía según la Fundación Esperanza, la principal organización turca en contra de la tenencia de armas. La fundación calcula que hay cerca de 25 millones de armas en el país, de las que al menos el 85% no tienen licencia. Lo que es aún más preocupante es que los números muestran un incremento de más del 3% en el uso de armas de fuego en comparación al año anterior.

Los datos son extraídos de las noticias publicadas en medios locales, por lo que la metodología ha sido cuestionada por el gobierno. Sin embargo, el ministerio de Interior hizo recientemente público un comunicado en el que reconoce que más del 87% de las armas incautadas en eventos relacionados con violencia por arma de fuego no tenían licencia.

“No sabía el alcance del problema por aquel entonces. Es algo en lo que no te paras a pensar cuando vienes del Reino Unido, donde los crímenes cometidos con armas de fuego no son muy comunes y la gente raramente tiene armas”, dice David.

Después de la muerte de Alistair, David y su entonces mujer, Özlem, empezaron a investigar y se dieron cuenta de que era necesario que algo cambiase. David se convirtió en activista, abogando por un mayor control de la tenencia de armas. “Puede que nuestra rabia fuera el origen”, repite David en distintos momentos de nuestra conversación, como intentando justificarse. “Quizá hacer campaña fue algo en lo que centrarnos durante nuestro duelo. Sólo espero que haya cambiado algo”, dice. “Estoy seguro de que cambió algo”, se apresura a corregir.

La familia inició una petición para reformar las leyes en 2003. “Por entonces no era tan fácil, no podías hacerlo online, así que fuimos recogiendo firmas en un trozo de papel y las presentamos al parlamento”, cuenta. Durante el proceso se dieron cuenta de que prácticamente todo el mundo en Turquía se había visto afectado por la violencia por arma de fuego. “Todo el mundo parecía tener su propia historia”, dice.

“Recuerdo una historia que sucedió alrededor de la muerte de Alistair. Un profesor de primaria estaba haciendo cola para cobrar su boleto de lotería, y el dependiente tardó en atenderle porque estaba ocupado con otra persona. El profesor le pegó un tiro, simplemente porque no quería esperar. Es una historia que se me quedó en la cabeza. No porque el hombre llevase un arma encima, sino porque era profesor de primaria”, explica.

David fue testigo de una historia similar cuando visitaba el Gran Bazar, en Estambul, junto a un equipo de la BBC. Dos propietarios se enzarzaron en una pelea sobre quién tenía el turno en el baño. “Una persona murió. Una pelea por ir al baño… ¿y alguien muere?”, se pregunta todavía David, implicando lo ridículo de la situación.

Un caso que recientemente ha obtenido bastante cobertura en la prensa local es el asesinato de una joven de 17 años a manos de su acosador. El hombre, de 22 años, había comprado el rifle por internet según la policía. Cerca del 60% de las mujeres asesinadas en Turquía mueren por arma de fuego.

La venta de armas online en Turquía es un secreto a voces, a pesar de que las leyes han cambiado recientemente. Durante la investigación para este reportaje, EL ESPAÑOL habló con varios dependientes de tiendas de armas, quienes aseguraron que ya no es posible comprar un arma online. Los recientes cambios en la ley implican sanciones de 100 euros por cada rifle vendido online. Sin embargo, todavía es posible comprar por internet pistolas de aire comprimido y otras armas del ámbito de los rifles de caza.

Pero, ¿por qué está incrementando el número de armas cada año en Turquía? Algunos dicen que es un factor cultural, mientas que otros argumentan que es por una cuestión de seguridad. BSSAH, un grupo defensor de la tenencia de armas con base en Ankara, cree que “es un derecho natural de los turcos estar armados”. Refik Isik, representante de la organización, asegura que ir armado es parte de la cultura turca.

“Establecimos nuestro país con las armas. Liberamos nuestras tierras con las armas. Estamos preparados para proteger a nuestros seres queridos, nuestro país, nuestra tierra y nuestra libertad porque estamos armados”, dice. El grupo defiende la reducción del precio de las licencias y la agilización de los trámites. Al ser preguntado por el número de muertos a causa de la violencia por arma de fuego, Refik puntualiza. “En el 90% de los crímenes por arma de fuego en Turquía el arma era ilegal. Cuando dices ‘violencia por arma de fuego en Turquía’, deberías decir que es ilegal, porque los ciudadanos que cumplen la ley y sus armas con licencia no son parte de la violencia”, aclara.

“Para mí las armas no significan protección. Para mí las armas significan caos y muerte. Cuantas más armas hay, más muertes hay”, dice David. “Creo que es importante cambiar la idea generalizada de que es ‘masculino’ llevar un arma”, dice sobre Turquía. 

La Fundación Esperanza cree que informar y concienciar sobre la situación es la clave para moldear la opinión pública sobre el tema. “Concienciar sobre la ciudadanía, la violencia y el desarme individual”, explica un representante de la organización. “Necesitamos educar a los más jóvenes. La educación es siempre la respuesta”, dice David. “Pero también son necesarias leyes más estrictas”, añade. Habla con pasión. Su papel como activista por un mayor control de la posesión de armas le cogió por sorpresa, pero dice que fue algo natural después de la muerte de su hijo.

El mes pasado, el partido republicano CHP presentó una enmienda a la ley 2521, que regula la tenencia de armas, exigiendo multas de entre 20 mil y 200 mil liras (entre 4 y 40 mil euros) por venta de armas ilegales, después de que un informe independiente mostrase que en los últimos diez años más de 15,600 personas murieron en Turquía por arma de fuego.

Aunque por ahora no hay novedades sobre la propuesta, el gobierno turco está de acuerdo en algunas restricciones. Según la prensa local, Mustafa Baloglu, el portavoz de la comisión de asuntos internos del parlamento, exigió un mayor escrutinio durante el proceso de la obtención de licencia de armas.

Tras la muerte de la joven de 17 años asesinada con un rifle comprado online, Belma Satir, la directora del Comité de Peticiones del parlamento turco, y miembro del islamista AKP, dijo a la agencia de noticias estatal Anadolu que la actual multa de 500 liras (unos 100 euros) no era suficiente. En su opinión es necesario imponer penas de cárcel o presentar cargos criminales.

La Fundación Esperanza está de acuerdo. “Queremos que la gente encuentre dificultades cuando intente tener acceso a un arma, de manera que la violencia pueda reducirse. Es necesario hacer cambios en la ley”, aseguran.

David es también muy crítico con la prensa. Cuenta que los sucesos que incluyen violencia por arma de fuego nunca llegan a los titulares. “Recuerdo que tenías que ir a la tercera página para encontrar noticias sobre tiroteos”, dice. Con una media de 18 personas heridas por arma de fuego al día, el público ya no se sorprende con este tipo de eventos. 

Sobre el caso de la muerte de Alistair sí se publicó extensivamente tanto en Turquía como en Reino Unido. “Decidimos mantener el caso en los medios para destacar el tema. Fue duro. Muy duro. Pero sabíamos que la atención mediática era importante”, recuerda. Y todavía lo es.