La esperanza del alto el fuego bilateral

La esperanza del alto el fuego bilateral Reuters

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“Ya no será necesario tener las armas cargadas en Colombia”

Un miliciano de las FARC recibe con esperanza el primer día de alto el fuego en el país. Militares, víctimas del conflicto y ciudadanos en general también confían en que la paz sea definitiva.

29 agosto, 2016 01:11
Bogotá

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Tranquilidad. Es lo que espera tener *Camilo, un joven miliciano de las FARC, a partir de este lunes cuando comienza a regir, finalmente, un alto el fuego bilateral entre esta agrupación guerrillera y las Fuerzas Militares de Colombia.

Y es que, aunque desde hace ya un par de años la guerrilla decidió mermar sus acciones y en 2015 declarar un alto el fuego unilateral, los guerrilleros siguieron cargando sus armas y manteniéndolas listas para usar.

“Ya eso no será necesario”, dice el joven perteneciente al frente 30 de la guerrilla, y con una sonrisa que no deja de ser una esperanza en su futuro.

El pasado jueves, al presentar ante el Congreso el texto de los acuerdos finales entre gobierno y guerrilla en La Habana, el presidente Juan Manuel Santos sorprendió anunciando que, a partir del 29 de agosto, iniciaría un alto el fuego bilateral.

El conflicto en Colombia ha dejado cerca de 300.000 personas muertas, 7 millones de desplazados y una cifra aún no registrada de desaparecidos.

Las acciones militares entre FARC y Ejército o Policía se habían reducido ya, desde que la guerrilla anunciara el alto el fuego unilateral y el Gobierno la suspensión de los bombardeos contra los campamentos guerrilleros.

Desde entonces, se registraron los índices más bajos en los más de 50 años que ha durado el conflicto. Por primera vez, la preocupación de los colombianos en torno a temas de seguridad comenzó a estar más asociada con la delincuencia común que a las acciones vinculadas al conflicto armado.

Caída histórica en los niveles de confrontación

Según cifras del Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto (Cerac), en los últimos 14 meses el país experimentó una caída histórica en los niveles de confrontación y muertes violentas por cuenta de la guerra. Solo la muerte de civiles y combatientes se redujo en un 98% y 94%, respectivamente.

“Yo sí esperaba este día, como con mucha ansiedad y desde hace muchos años. Todavía hoy me parece que no es verdad. Es como estar en un sueño. Ojalá ambas partes cumplan y ojalá los colombianos aprendamos a vivir realmente en paz”, señaló Norma Gutiérrez, una mujer de 56 años que ha vivido en carne propia los efectos del conflicto. Norma tuvo dos esposos y cuatro hijos. A los seis los asesinó la guerrilla.

El pasado 23 de junio pasado el Gobierno y las FARC anunciaron en La Habana un acuerdo sobre cómo funcionaría el cese de hostilidades, el cual se esperaba que comenzaría a regir cuando llegara la firma definitiva de los acuerdos de La Habana. Sin embargo, el furor de la noticia la semana pasada, del punto final en los acuerdos de paz, llevó al presidente a acelerar la decisión. Así mismo, el máximo líder de las FARC, alias 'Timochenko', declaró en la tarde del domingo, desde La Habana, un alto el fuego definitivo.

Timochenko declara el alto el fuego

“A partir de este lunes, la guerra habrá llegado a su fin”

“A partir de este lunes, la guerra con las FARC habrá llegado a su fin”, señaló el congresista Roy Barreras, quien hizo parte de la más reciente comitiva que aceleró la firma final del acuerdo.

Este cese bilateral de las hostilidades había sido solicitado, desde hacía varios años, por diversas organizaciones sociales nacionales e internacionales. “El silenciamiento de los fusiles, de ambos lados, permite consolidar el divorcio entre armas y políticas”, dijo recientemente María Victoria Llorente, directora Ejecutiva de la Fundación Ideas para la Paz.

Según el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, a la par del comienzo del cese bilateral, se pondrá en marcha el Mecanismo de Monitoreo y Verificación tripartita que se acordó con las FARC en La Habana, y que está integrado por representantes del Gobierno, delegados de las FARC y observadores no armados de la ONU.

"El Comando Conjunto de Monitoreo y Verificación contará con 1.500 hombres adicionales. 500 integrantes son las Naciones Unidas, que ya están en Colombia y que estarán en las 26 zonas veredales donde se concentrarán las FARC; además en Bogotá, Medellín y Cali", resaltó el ministro, quien manifestó que todas las Fuerzas Militares han acompañado con altura, contrario a lo que señalan algunas voces opositoras.

Un hito para la historia de Colombia

De hecho, el propio comandante del Ejército, el general Alberto José Mejía, ha reiterado ante los medios de comunicación, en días recientes, que este alto el fuego, y la firma final de la paz, son al mismo tiempo un hito para la historia de Colombia y una victoria militar de las Fuerzas Militares.

"Hemos tenido días difíciles, de mucha sangre, dolor y lágrimas. Lo que se avecina, no es una humillación para nosotros, sino un honor. Quien cuidará a la guerrilla es quien ganó la guerra, quien queda con las armas, quien viste los uniformes de la República", dijo el general. 

"Es una noticia muy importante que hay que valorar. Es la materialización del fin de la guerra", afirmó por su parte el senador por el Polo Democrático, Iván Cepeda.

Sin embargo, el alto el fuego definitivo no estará exento de obstáculos. Los negociadores han cumplido su palabra, pero la presencia de otros grupos armados ilegales a lo largo y ancho en el país no sólo es una amenaza para la seguridad, también para el proceso con las FARC.

En los años 80, ya un alto el fuego con las FARC terminó con un proceso de paz truncado, y la escalada de las acciones guerrilleras, sin contar con el nacimiento de los grupos paramilitares.

La verificación apenas está en trámite. Ha pasado menos de una semana desde que los negociadores le entregaron al Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, un informe detallado de cuáles son las necesidades operativas y de personal de la misión. En ese sentido, se deduce que, en las primeras horas y días del alto el fuego definitivo, no se contará con la presencia de verificadores internacionales en terreno.

A pesar de estos detalles, el sentimiento de esperanza todavía parece ser la norma en la gran mayoría de colombianos. Incluso en aquellos que han sido obligados a ver la realidad fuera del país, como Carmen Palencia, perseguida por diversos actores del conflicto, y quien dice que espera que esta oportunidad pueda significar la posibilidad de que tanto ella como tantos otros refugiados puedan regresar a una Colombia en paz.

* Nombre cambiado por solicitud de la fuente.