Putin recibe en el Kremlin al enviado especial de Trump, Steve Witkoff, y a su yerno, Jared Kushner.

Putin recibe en el Kremlin al enviado especial de Trump, Steve Witkoff, y a su yerno, Jared Kushner. Kristina Kormilitsyna Reuters

Europa

El plan de Trump para Ucrania expuesto por Witkoff y Kushner no convence a un Putin que no ve más cerca el final de la guerra

El Kremlin describe la reunión de cinco horas con los enviados de la Casa Blanca como "útil, constructiva y significativa", pero reconoce que no hay acuerdo sobre las cesiones territoriales de Kiev.

Más información: Putin acusa a los europeos de sabotear su acuerdo con Trump y amenaza: "Si Europa inicia un conflicto, estamos preparados"

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Las claves

La reunión de cinco horas entre Vladímir Putin y los emisarios de Donald Trump no logró avances significativos para resolver la guerra en Ucrania.

Putin rechazó parte del plan de paz propuesto por los enviados estadounidenses y no se alcanzó un acuerdo sobre las cesiones territoriales de Ucrania.

Putin responsabilizó a Europa de obstaculizar la paz y elevó la tensión con amenazas sobre una posible guerra nuclear con Occidente.

La visita simultánea del ministro chino Wang Yi a Moscú sugiere un intento ruso de sumar actores y aislar a Europa y Ucrania de las negociaciones.

En punto muerto. Yuri Ushakov, consejero áulico de Vladímir Putin, reconoció en la madrugada del miércoles que la reunión de cinco horas que el presidente ruso acababa de mantener con los emisarios de Donald Trump no se había traducido en avances significativos hacia la resolución de la guerra.

"No estamos más cerca de resolver la crisis en Ucrania y queda mucho trabajo por hacer", apuntó en declaraciones recogidas por la prensa rusa. El hombre de confianza de Putin reconoció, asimismo, que las partes tampoco consiguieron encontrar "una solución de compromiso sobre el tema territorial".

Es decir, que no hubo acuerdo sobre las cesiones territoriales que las partes deben reclamar a Kiev. Ushakov aclaró en este punto que los enviados de Trump habían presentado sus propias propuestas sobre el reparto de territorios.

Yuri Ushakov y Vladímir Putin durante la reunión con Steve Witkoff, de espaldas en esta foto.

Yuri Ushakov y Vladímir Putin durante la reunión con Steve Witkoff, de espaldas en esta foto. Alexander Kazakov Reuters / Sputnik

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, señaló por su parte que Putin le ha dado el visto bueno a algunas propuestas del plan de paz pero que ha rechazado otras por considerarlas "inaceptables", sin entrar en pormenores. En este sentido, valoró el encuentro como un cara a cara para "intercambiar opiniones" y confirmó la disposición del bando ruso de seguir negociando con Washington todo el tiempo que sea necesario para alcanzar un acuerdo sobre Ucrania.

A falta de conocer los detalles exactos de su larga reunión con la delegación estadounidense encabezada por Steve Witkoff y Jared Kushner, Vladímir Putin quiso dejar claro el marco del conflicto y la amenaza a la que se enfrenta Occidente. Pocas horas antes del inicio de la reunión, Putin afirmó ante los medios que Europa era el gran obstáculo no ya para la paz o para sus aspiraciones propias… sino para las de Trump y Estados Unidos.

Según el autócrata, son las "inaceptables" propuestas de paz de los europeos las que impiden que se llegue a un acuerdo. Es un mensaje que tiene que sonar de maravilla en los oídos de los miembros de la Administración MAGA, que, al fin y al cabo, han repetido varias veces esa misma idea. Europa es el enemigo común de los dos y todo se podría resolver fácilmente: obligando a Ucrania a ceder territorio y soberanía para, a continuación, repartirse parte de sus recursos y retomar los acuerdos comerciales cuanto antes.

De hecho, no es casualidad que los dos enviados por Trump a la reunión en la que puede decidirse el futuro de la estabilidad europea sean dos empresarios: Steve Witkoff, inversor inmobiliario y habitual compañero de golf del presidente en su resort de Mar-a-Lago, y Jared Kushner, yerno del líder republicano, mediador imprescindible en los Acuerdos de Abraham entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel… y CEO de Affinity Partners, empresa que fundó después de su trabajo para la administración pública y que se dedica, precisamente, a buscar inversores en Oriente Próximo.

Si el antieuropeísmo es una marca definitoria del movimiento MAGA y del vicepresidente JD Vance, la necesidad de hacer negocio de todo y la visión del mundo como un enorme mercado es propia de Trump y su entorno más cercano. Putin acierta de pleno al poner a la Casa Blanca como la víctima de la intransigencia de sus aliados. Acierta, vaya, si lo que quiere es ganarse aún más la simpatía de Trump y complicar muchísimo la existencia diplomática a Volodímir Zelenski.

Una nueva amenaza nuclear

La imagen de Europa como un conglomerado belicista que solo entiende de guerra y destrucción vino acompañada con las tradicionales amenazas militares. Rusia quiere la paz y jamás se le ocurriría atacar a la Unión Europea ni a la OTAN. Puede que algún dron se cuele en el espacio aéreo de Rumanía o de Polonia y puede que sus cazas sobrevuelen de vez en cuando Estonia, pero es pura casualidad.

Mark Rutte, secretario general de la Alianza, manifestó en su momento que era absurdo responder a estas provocaciones porque la diferencia entre ambas partes era demasiado grande. Otra cosa es lo que entendiera Putin, claro. Para alguien en búsqueda constante de debilidades ajenas y un sentido de la realidad algo difuso, tal vez el efecto fuera el contrario.

Steve Witkoff y Jared Kushner en el Kremlin durante su reunión con Putin.

Steve Witkoff y Jared Kushner en el Kremlin durante su reunión con Putin. Alexander Kazakov Reuters / Sputnik

El líder ruso subió la apuesta al afirmar que no solo Rusia estaba preparada para una guerra con Europa, sino que una escalada bélica podría llegar al momento en el que "no hubiera nadie con quien negociar", en clara referencia a un apocalipsis nuclear. Es una baza que Putin conoce de la época soviética y que, en general, ha funcionado bastante bien: vender a determinado público occidental que puede que a Rusia "no le quede más remedio" que acabar con la humanidad. Más fácil será ponerse de su lado y darle lo que pide, un escenario muy parecido al de 1939.

La extraña casualidad china

La intención rusa, en cualquier caso, es convertir la invasión imperialista de un país soberano vecino en una guerra mundial de la intensidad que sea. Cree que así puede tapar su fracaso y, de alguna manera, su imagen. Si el conflicto va más allá de una ensoñación nacionalista y se puede disimular como parte de una disputa entre ejes globales, la solución acaba siendo tan complicada que, por puro hartazgo, muchos se cansarán de buscarla.

Tampoco puede ser casualidad que, el mismo día en que Witkoff y Kushner visitaban Moscú, lo hiciera también el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, para reunirse con su homólogo ruso Serguéi Lavrov. El objetivo es ir añadiendo actores a la negociación de manera que Europa y, sobre todo, Ucrania, queden cada vez más apartadas, abriendo una brecha en el bloque occidental no vista desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Una brecha que la gran mayoría del pueblo norteamericano, incluida el ala más tradicionalista del Partido Republicano, no respalda.

Sea como fuere, Witkoff y Kushner tenían pensado reunirse este miércoles en persona con Zelenski para transmitirle la propuesta rusa. Una propuesta que, incluso si Zelenski la aceptara, Putin no tardaría en rechazar. Está convencido de que puede lograr sus objetivos en el campo de batalla o de que, de lo contrario, el propio Gobierno de Kiev acabará implosionando por los casos de corrupción que le acechan. Ahí es donde entiende Putin que puede llegar su gran oportunidad… sin necesidad de andar tirando misiles nucleares a ninguna capital europea.

Sin embargo, en la misma noche del martes, el presidente ucraniano advirtió de que esa reunión solo se produciría si las señales enviadas por los estadounidenses eran positivas. De lo contrario, se entiende que no habrá encuentro y que todo seguirá como hasta ahora, es decir, con un plan de paz que ni Europa ni Ucrania ni Rusia aceptan y que da la sensación de que el presidente Trump ni siquiera ha leído.