Un periodista extranjero se fotografía con un trabajador durante una visita organizada.

Un periodista extranjero se fotografía con un trabajador durante una visita organizada. Reuters

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Lo que no muestran las fotos ni los fastos de Corea del Norte

Pionyang recibe estos días recibe a muchos periodistas extranjero, pero no es un signo de apertura real.

7 mayo, 2016 02:59

“Si no eres activista político, fotógrafo o periodista, Corea del Norte te recibe con los brazos abiertos”, publicita la agencia de viajes Destinia su oferta turística a uno de los países más opacos del mundo. Es un destino para valientes, si nos atenemos a las recomendaciones de viaje que el Ministerio de Asuntos Exteriores español publica en su web: “SE DESACONSEJA EL VIAJE SALVO POR RAZONES DE EXTREMA NECESIDAD”. Así, en mayúsculas.

Aparte de no ejercer ninguno de esos oficios, quien quiera visitar el país como turista tiene que firmar que la finalidad de su viaje es exclusivamente esa y da su visto bueno a estar acompañado por dos guías en todo momento, una vigilancia ilustrada al detalle por el cómic Pyongyang (Ed. Astiberri) del dibujante Guy Delisle. Si quieres ir, tu cámara de fotos y tu teléfono móvil tendrás que dejarlos atrás, además de olvidarte de internet. De contenidos que se puedan considerar pornográficos, políticos o destinados al proselitismo religioso mejor olvidarse también, según las recomendaciones del Ministerio. (Aunque luego el control tiene sus poros y suceden cosas como que Delisle consiguiera introducir la novela 1984 con el Gran Hermano vigilante de George Orwell en el viaje que dio origen a su novela gráfica).

Viñeta del cómic -Pyongyang-, Guy Delisle (Ed. Astiberri).

Viñeta del cómic -Pyongyang-, Guy Delisle (Ed. Astiberri).

“¿Te sientes lo bastante fuerte y atrevido como para viajar a Corea del Norte? Reserva ya tus vacaciones y siéntete como un auténtico pionero”, anima la agencia de viajes.

El régimen de Pionyang celebra desde este viernes y por tres o cuatro días -una de esas indefiniciones intrínsecas a este país, como la edad exacta de su líder- el primer congreso del Partido de los Trabajadores en 36 años. Los expertos en Corea del Norte consultados por EL ESPAÑOL no esperan que salga un gran cambio de este encuentro, sino sobre todo una demostración de poder de Kim Jong Un, que a sus 33 años aproximados lleva cinco años en el poder.

Con este motivo han podido entrar excepcionalmente periodistas extranjeros en el país, pero como la prestigiosa Reuters indica en los pies de foto de todas las imágenes que hace llegar, éstas no hacen más que reflejar “visitas organizadas por el Gobierno para periodistas extranjeros”. Pequeñas en clase de guitarra, felices jóvenes ensayando para la ceremonia del congreso… y de repente se cuela una extraña imagen de una niña con una escopeta de juguete en la mano durante una visita a una guardería.

A pesar de todo, el profesor de la Universidad de Viena, Rüdiger Frank, no cree que los funcionarios norcoreanos puedan controlar las imágenes que toman los fotógrafos invitados a no ser que lo hagan en el mismo momento. “Yo he ido a Corea y me he traído muchas fotos y las he impreso aquí”, argumenta.

Acuden a formación política como los cristianos a las misas del domingo y pueden pasarse 70 días seguidos ensayando números para eventos como el Congreso

El investigador y jurista del Centro de Estudios Coreanos en España, Xavier Boltaina, no está de acuerdo: “Los controlan muchísimo [a los periodistas]. Imagino que deben de estar extraordinariamente limitados en su capacidad de actuación, como yo lo estoy como extranjero. El régimen ha aprendido que los periodistas son 'nocivos', hasta los políticos democráticos saben que son un 'peligro' [para ellos]; revelan los casos de corrupción...”

Frank defiende que los habitantes de Pionyang llevan un día a día de lo más normal: se levantan, van a trabajar, recogen a sus hijos del colegio.

El único elemento en su día a día que los diferencia de nuestra rutina, según él, es la asistencia a “formación política, que es como para nosotros una misa cristiana el domingo”. También están los ensayos para eventos como el presente Congreso o para recordar el cumpleaños del “Líder Supremo” fundador del país, Kim Il Sung (abuelo del actual mandatario). Para ocasiones como la que estos días engalana la capital norcoreana, los ciudadanos pueden pasarse 70 días ensayando de forma intensiva bailes masivos o manifestaciones, asegura Frank.

Eso, y que es un país donde su dirigente mandó ejecutar incluso a su tío, ministro de Defensa, por considerarlo un traidor. Un lugar donde “la población siguió soportando la negación y la violación de casi todo el espectro de los derechos humanos”, según el último informe mundial de Amnistía Internacional. Detenciones arbitrarias, juicios sin garantías, hogares sometidos a vigilancia sistemática, comisión de los sueldos que cobran los norcoreanos enviados a trabajar al extranjero… la lista enumerada por la ONG parece interminable.

Sin embargo, tanto Boltaina como Frank defienden que la vida diaria de un ciudadano medio no es tan extrema. El jurista español asegura que la gente en su mayoría está más preocupada por mejorar su situación económica que por los derechos civiles. “Las condiciones de vida son muy bajas”, señala.

Pionyang es una ciudad donde se concentran los recursos y se muestra como ejemplo en lo que algunos describen como 'Estado teatral'

Boltaina ha visitado ocho veces el país, para estancias de investigación en la Universidad Kim Il Sung, “la principal del país, la mejor”. La última fue en diciembre de 2015, para estudiar el derecho constitucional norcoreano y ver “cómo el régimen se ha ido adaptando a las circunstancias del tiempo (fin del estalinismo, la URSS y el maoismo)”. Asegura que poco a poco Kim Jong Un y su padre -Sung- han ido reformando el país.

“Se ha flexibilizado en las formas. Estuve en la etapa de Kim Jong Il y también era consciente de que hay que hacer pequeños pasos de apertura, porque es imposible mantener un sistema con los paradigmas de los años 70”, afirma el jurista español.

Cuenta que Pionyang es una ciudad con muchos coches, “aunque no es Madrid”. Recuerda que cuando tardó dos años en volver tras una visita en 2012, le sorprendió el cambio, sobre todo en la capital. Había más coches y se notaba un mayor poder adquisitivo. Eso sí, “todos los coches son públicos, de gente del partido y de gente del Estado. Y eso en 2008, con Kim Jong Il, no ocurría. Ahora, a mí eso no me dice nada, en la España de Franco también había muchos coches”.

“Pionyang es una ciudad excepcional, donde se concentran los recursos y se muestra como ejemplo en lo que algunos describen como 'Estado teatral'”, indica John Nilsson-Wright, el jefe del departamento de Asia en el think tank británico Chatham House. Él, que también ha estado en este país de 25 millones de habitantes en diversas ocasiones, explica que la capital tiene una infraestructura más desarrollada y con una calidad de vida mayor. Pero no sólo eso. En Pionyang viven únicamente aquellos en los que el Gobierno confía, ya sea por sus orígenes -con antepasados que apoyaron la “liberación” del país- o por personas cercanas al régimen.

Ahora puedo ir solo a cenar al único restaurante que hay junto al hotel

Boltaina asegura que a él siempre le han recibido y tratado bien. “Siempre vas con guía, [pero] nunca me he sentido sometido a una vigilancia absoluta (…) Es evidente que estamos hablando de un país con un concepto ideológico único, con una estructura de poder muy específica donde no hay debate entre Donald Trump y Hillary Clinton”, explica diplomáticamente. “Uno no puede mirar las cosas con los ojos de una madrileña o un barcelonés, lo tiene que ver con los ojos de la zona”.

Comenta que nunca en sus ocho viajes le “han tenido que llamar la atención”. Eso, explica, “significa que si me dicen que no salga de noche y deambule por las calles, yo no lo hago. Es evidente que uno está en un país con unas reglas”. Ahora puede permitirse desayunar solo, pedir un cambio en el programa de su visita, ir a cenar a un restaurante solo… “Al único restaurante que está junto al hotel, pero puedo ir solo”, detalla como muestra de la ligera evolución que ha vivido desde su primer viaje en 2008.

Nilsson-Wright cree que el Congreso del Partido de los Trabajadores sigue la estela del simbolismo propagandístico que caracteriza a este país y que principalmente servirá para que Kim Jong Un “ponga su sello personal en el gobierno, porque es joven y es importante mostrar que él está al mando”. A parte, están sus ambiciones nucleares y económicas, sobre las que los expertos no esperan grandes anuncios estos días.

Boltaina también cree que la “finalidad fundamental del Congreso es decir al mundo que después de cinco años Kim Jong Un tiene el control de país” y lo más importante: “No veo claro en absoluto una voluntad de cambio”.