Bebé prematuro

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Salud y Bienestar

La ginecóloga Mercedes Herrero explica cómo es posible nacer sin útero y ser madre

La doctora de HM Hospitales conversa con magasIN sobre el síndrome de Rokitansky y el nacimiento del primer hijo de una mujer trasplantada. 

27 mayo, 2023 02:16

El pasado lunes saltó la noticia. En el Hospital Clínic de Barcelona ha nacido el bebé de la primera mujer trasplantada de útero en España.

Este "hito quirúrgico" comenzó en 2020. La paciente, Tamara Franco (Alcantarilla, 1988), acudió al hospital con el síndrome de Rokitansky, un trastorno congénito del aparato reproductor femenino que afecta a 1 de cada 5.000 mujeres en el mundo. 

"Desde bien pequeña siempre he querido ser madre", explicaba Franco a Europa Press. Dos meses después de la intervención, tuvo la primera regla y, ocho más tarde, los profesionales iniciaron la transferencia de embriones previamente recogidos. Finalmente, en marzo de 2023, nació Jesús. 

[Un hito médico llamado Jesús: nace el primer bebé de una mujer trasplantada de útero en España]

El síndrome de Rokitansky 

Para comprender este síndrome y este hito médico conversamos con la doctora en medicina, ginecóloga obstetra y sexóloga Mercedes Herrero, de HM Hospitales. 

La doctora comienza explicando que el aparato genital interno femenino (formado por ovarios, trompas de Falopio, útero y vagina) tiene dos orígenes embrionarios: "Los ovarios se forman desde la parte externa, una estructura que también dará lugar a la piel, entre otros órganos. Trompas, útero y parte superior de la vagina se originan desde dos estructuras en el interior del embrión llamadas conductos de Müller". 

[La ginecóloga Herrero: "La citología ha bajado la incidencia de cáncer de cuello de útero"]

"Hacia la sexta semana de gestación se produce la transformación de esos conductos para dar lugar a trompas, útero y parte superior de la vagina. En ocasiones, y por causas desconocidas, hay un fallo en este proceso. La alteración más severa es que no se formen esas estructuras. Esto se conoce como síndrome de Rokitansky y consiste en la ausencia congénita de trompas, útero y parte superior de la vagina, con presencia de ovarios normales, aunque pueden encontrarse en localizaciones anómalas", cuenta. 

Herrero explica que a las mujeres que sufren este síndrome se les ofrece un tratamiento quirúrgico para generar una neovagina que les permita tener relaciones sexuales con penetración. "Su respuesta sexual es completamente normal, así como su posibilidad de conseguir relaciones sexuales placenteras, aunque no tuvieran penetración. Recordemos que el clítoris no está afectado por este síndrome", dice. 

Este síndrome afecta a una de cada cuatro a cinco mil mujeres en el mundo. Según la experta: "Es la primera causa de agenesia vaginal (ausencia congénita de vagina). Estas niñas tienen un desarrollo puberal normal (depende de la función ovárica), con desarrollo de caracteres sexuales secundarios como el crecimiento mamario, el vello, los cambios vulvales y el desarrollo de los depósitos de grasa típicos. Sin embargo, no tendrán la regla. Es entonces, en el estudio por su amenorrea primaria, cuando se diagnostican". 

El trasplante para la gestación

"La ausencia de útero hace imposible la gestación", dice la doctora y señala que, aun así, "se producen óvulos en cada ciclo menstrual y los niveles hormonales son normales. Por este motivo este síndrome se asocia a esterilidad". 

El trasplante de útero se convierte entonces en la única opción de gestación biológica de estas mujeres. 

"No es una tarea sencilla debido a las características y necesidades especiales de este órgano. Su vascularización es muy compleja y múltiple. Esto es necesario porque durante el embarazo el útero multiplica su peso unas diez veces, debido al aumento de fibras musculares. También los vasos sanguíneos aumentan en número y flujo para poder llevar todos los nutrientes al feto, a través de la placenta", explica Herrero. 

Y continúa: "Esto confiere una enorme complejidad técnica para extraer el órgano de la donante y trasplantarlo a la receptora con las diferentes conexiones sanguíneas".

La ginecóloga recuerda que, según contó el doctor Carmona, cirujano de la paciente Franco, el proceso se dividió en dos fases: "La extracción del útero de la donante se realizó durante unas doce horas, valiéndose de cirugía robótica. Para la implantación se realizó cirugía abierta y el proceso duró unas cuatro horas."

En este caso, dos meses después de la intervención, la mujer comenzó a tener la regla. "Esto es signo de que el útero trasplantado tiene una buena funcionalidad y responde a las hormonas de origen ovárico", dice. 

Esta técnica se ha realizado dentro de un ensayo clínico que pretende validarla para conocer sus riesgos reales. "Un proceso que siguen todos los tratamientos médicos antes de pasar a formar parte de la práctica clínica habitual. Hay que demostrar que, además de ser posible, es algo adecuado, sopesando riesgos y beneficios", cuenta Herrero. 

Y explica que la condición era que la donante fuera familiar en primer grado y que tuviera sus deseos de gestación cumplidos. "Sabemos que la donante ha sido su hermana, pues su madre no cumplía los requisitos por haber padecido un cáncer de mama, según comunicaron desde el Hospital Clinic de Barcelona. Se trata de un gran avance, un alarde técnico". 

Ahora, según la experta, la receptora necesita tratarse con inmunosupresores de por vida para evitar el rechazo del órgano trasplantado. "Debido a la ausencia de las trompas de Falopio, no se puede producir un embarazo natural. Siempre serán necesarias técnicas de reproducción asistida, algo que ya forma parte de la práctica clínica habitual en las parejas que son infértiles por diversos motivos". 

En este caso, se realizó la estimulación de los ovarios y la extracción de los óvulos para fecundarlos in vitro, antes del trasplante.

Embarazo de alto riesgo

La doctora cuenta que, además, se trató de un embarazo de alto riesgo por todas las circunstancias que lo acompañan. Entre ellas destaca tres: 

  1. "Se produce en un órgano trasplantado y casi no hay experiencia en casos como este". 
  2. "La madre está tomando fármacos inmunosupresores". 
  3. "La función vascular del útero, a lo largo del embarazo, puede estar comprometida y esto puede tener repercusiones en el normal desarrollo del feto". 
  4. "Otras enfermedades asociadas al embarazo que podrían aparecer".

"Se ha comunicado que durante la gestación se desencadenó una preeclampsia. Esta es una enfermedad propia del embarazo producida por daño endotelial, que dificulta el crecimiento fetal y puede tener repercusiones maternas. Por ese motivo se terminó la gestación en la semana 30, naciendo por cesárea un bebé prematuro que ha necesitado 74 días de ingreso hospitalario, 43 de ellos en cuidados intensivos", cuenta Herrero. 

En este caso, según Herrero, el embarazo ha presentado una complicación que puede ser grave: "El bebé no ha podido llegar a término por este motivo. Todo ello se valorará dentro de los resultados del ensayo clínico". 

Como ya contamos en EL ESPAÑOL, como se le practicaron numerosos controles durante la gestación, el equipo pudo inducirle el parto por cesárea el pasado 10 de marzo, sin complicaciones. Y, a pesar de nacer prematuro con poco más de un kilo, Jesús evolucionó correctamente. 

Como el útero tiene una función esencialmente reproductiva y la paciente ha expresado que no quiere tener más hijos, Carmona ha explicado que se procederá a retirarle el órgano trasplantado, para evitar que tenga que seguir de por vida tomando medicación para evitar el rechazo.

El debate ético

Tras conocer el caso de Tamara Franco, preguntamos a la doctora en qué punto se encuentra el debate ético al respecto y responde afirmando que esta técnica no está exenta de dilemas éticos":

  1. "El trasplante de útero es aún una técnica experimental que se ha realizado dentro de un ensayo clínico. No se puede asumir como si de un tratamiento establecido se tratara". 
  2. "Hasta ahora, los trasplantes de órganos cubrían necesidades médicas a pacientes con riesgo vital: riñón, pulmón, corazón o hígado. En este caso no es así. El deseo reproductivo no es una necesidad vital, ni siquiera una enfermedad". 
  3. "En los casos de donantes vivos, se asegura que mantengan su funcionalidad biológica. Si donas un riñón, mantienes la función del otro. En este caso, la donación uterina convierte en estéril para siempre a la donante que ya no podría quedarse embarazada, aunque cambiara de opinión o se modificaran sus circunstancias vitales".

"Esta noticia es un hito científico y un paso adelante aportando una solución tan compleja como novedosa. Solo desde el trabajo multidisciplinar de grandes profesionales se puede asumir un reto clínico de esta envergadura", apunta Herrero. 

Y concluye: "Debemos manejar siempre el equilibrio entre lo posible y lo conveniente. Abordar el asunto desde la pericia clínica y quirúrgica en una mano, pero también desde la bioética en la otra".