Manuela García, jefa de servicio de Prevención de riesgos laborales del Hospital de la Princesa.

Manuela García, jefa de servicio de Prevención de riesgos laborales del Hospital de la Princesa. Sara Fernández

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“Yo cuido a quien cuida”: Manuela García, la doctora del personal sanitario

MagasIN visita en el Hospital de La Princesa a la Jefa de servicio de Prevención de riesgos laborales.

30 mayo, 2022 02:09

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Manuela García lleva un colgante de plata que reluce cuando se gira hacia la ventana. “Es un árbol de la vida”, explica sonriente. Acaba de llegar de un viaje por Doñana, donde ha avistado pájaros asombrosos y campos silvestres, como le decía una profesora del instituto, “está enamorada del planeta Tierra”.

Conviene saber que esta mujer de tono afable y actitud modesta cuida, por así decirlo, de la salud de unas seis mil personas en Madrid, y que precisamente esas personas son las que luego cuidarán de nuestra salud, de ahí la tremenda importancia de su trabajo. Como responsable de medicina del trabajo, dirige un equipo de veinte personas que vigilan la salud de las miles de personas que componen todo el personal sanitario de La Princesa, Niño Jesús y Santa Cristina.

“Si no hubiera sido médico, seguramente hubiera sido bióloga, pero de bota”, añade. Manuela García describe cómo nació “en una familia de clase media, modesta. Mi padre trabajaba en una institución militar y mi madre era ama de casa, así que no tuve referentes en este ámbito. Sí que tuve una profesora en BUP que me daba la asignatura de Ciencias Naturales que me marcó mucho en mi decisión de estudiar ciencias. Me encantaba cómo planteaba las prácticas, los laboratorios… ella se definía como una 'enamorada del planeta Tierra' y mis prácticas ahí fueron casi mejores que las de la carrera. La verdad es que no sabía bien si decidir Biología, Medicina o incluso Farmacia”.

Manuela García en su despacho.

Manuela García en su despacho. Sara Fernández

“Por aquella época”, prosigue, “yo quería trabajar e hice COU nocturno. Había la posibilidad de estudiarlo empezando a las seis de la tarde hasta las diez de la noche y me apunté, encontré trabajo como auxiliar administrativo. Y cuando tuve que hacer la matrícula para la universidad, dudé y dudamos en mi casa. Porque claro, las carreras son muy largas, y yo ya tenía aquel trabajo. ‘Si me admiten en Medicina estudiaré, si no, seguiré trabajando’, dije. Y tuve la suerte de que me admitieron en las tres. No es que tuviera una vocación definida como médico, me ha ido gustando después progresivamente. Y así llegué a clases en Alcalá de Henares”.

Describe Medicina como “una carrera dura, en la que había mucho que estudiar. Seis años en los que recuerdo muchas veces que mis amigas me llamaban y siempre respondía ‘no, que tengo que estudiar’ o ‘no, que tengo exámenes’. Y mis compañeros igual, ahora tengo un hijo que está estudiando medicina, sigue siendo exigente. Me gustaban las clases de traumatología, el doctor Munuera, nos impartía muy bien las clases”.

Cuando termina la carrera, se presenta al MIR, “recuerdo que salían muy pocas plazas, unas 3.000 y nos presentábamos 20.000, yo lo saqué a la tercera e hice la especialidad de Medicina del trabajo. Hice esta especialidad y empecé a trabajar, al principio haciendo sustituciones y un contrato en un centro de salud durante diez años”.

¿Le gustaba el trabajo de médico de familia?

Mucho, porque tienes a los pacientes muy cercanos, y formas parte de la familia, incluso ahora hay enfermeras del hospital que las que he sido médico cuando eran niñas, y algunas me recuerdan. Como médico de familia conoces a los abuelos, a los padres, a los desplazados, es una medicina muy familiar. Al principio, cuesta hacerte con las patologías, qué es lo que tiene cada uno y cómo es, pero entras en la consulta y poco lo vas logrando. También era importante comunicarte con ellos, tiene que enterarte bien y dirigir la conversación, eso me gustaba.

Sara Fernández

¿Un buen médico es alguien que pregunta bien?

Tienes que ir al grano. Al principio si dejas hablar al paciente, tienes en la consulta 50 pacientes citados, luego te das cuenta de que o diriges la entrevista o no acabas nunca. Supone mucho aprendizaje relacionarte con las personas, con sus patologías, cómo dar malas noticias… Yo me he formado en cómo dar las malas noticias. La experiencia es un grado, poco a poco lo vas adquiriendo. Y también tenemos que recordar que los médicos somos un modelo para los demás…

¿A qué se refiere?

Como ejemplo, recuerdo un paciente que era un hombre joven y fumador, con una bronquitis tremenda, le exploré, le puse tratamiento, y le dije ‘tienes que dejar de fumar, porque si no esto va a ser malo’. Al poco tiempo volvió y me dijo ‘doctora, he dejado de fumar, gracias a usted’. Y ¿qué le dije para lograrlo?, le respondí. ‘Pues que tenía que dejar de fumar’, me dijo. A veces se nos olvida lo importantes que somos los médicos para la vida de las personas.

¿Dar ejemplo es entonces tan importante?

No es lo mismo que yo lo diga, a que lo haga con un cigarro en la mano. Tenemos que ser un poco modelos, aunque somos personas con nuestros problemas, pero la gente nos mira con otros ojos. El personal sanitario, los médicos, estamos ahí en el punto de mira.

¿Por qué tomó la decisión de dejar de cuidar familias para cuidar personal sanitario?

La verdad es que me vine aquí por conciliación. Yo trabajaba en turno de tarde y tenía un hijo pequeño y me quedé embarazada del siguiente. Y claro, cuando empezaba el colegio ya no le iba a ver, vi esta oferta, la convocatoria de creación del servicio de riesgos laborales aquí en La Princesa, en el año 2000, la especialidad que pedían era medicina del trabajo y se trabajaba por la mañana, de 8 a 15 h. Concursé con poca fe, y aquí comienza mi andadura en el hospital, donde llevo 21 años.

¿Cuál es su cometido exactamente?

Nuestro cometido es vigilar la salud, prevenir los riesgos laborales que puedan existir en los puestos de trabajo y estar alerta. Muchas veces al trabajador le tienes que ir dirigiendo porque al final es un paciente tuyo, será sanitario, pero para mí es mi paciente.

Sara Fernández

Pero ellos conservan su propio médico…

Ellos tienen su médico de cabecera, nosotros miramos la posible relación que pueda tener su dolencia con el trabajo. Es decir, en todos los trabajos estamos expuestos a unos riesgos, que se evalúan, se identifican con medidas preventivas para minimizar esos riesgos o que desaparezcan si es posible y luego intentamos que no les afecten a su salud. El problema es que todos tenemos nuestra propia herencia, nuestra carga genética, aunque no tenga ninguna relación con el trabajo, muchas veces tienes que y entender si existe alguna afectación.

¿Son peores pacientes los médicos?

En mi experiencia, hay de todo. Hay gente que tiene grandes problemas de salud, pero tiene una voluntad férrea para trabajar y continuar con su vida. Sin embargo, hay personas con apenas patologías que lo llevan muy mal… y no, los sanitarios no somos más duros que el resto de la gente.

Pero claro, el medio sanitario tiene muchos riesgos…

En efecto, de todo tipo. El riesgo más común es el biológico, virus, bacterias,… pero también químicos porque manejamos muchos fármacos citotóxicos. La quimioterapia, por ejemplo, que se administra a los pacientes con cáncer, muchas veces esos fármacos son perjudiciales para la piel. El trabajador que los prepara o administra no debe estar expuesto. Luego tenemos radiaciones ionizantes, radiografías, escáneres y resonancias, muchas pruebas que utilizan rayos X, y el trabajador tampoco debe estar expuesto.

¿Qué accidentes son habituales en este ámbito?

Un accidente frecuente son los pinchazos accidentales, o las salpicaduras de fluidos corporales. En la sangre hay muchos agentes patógenos, nosotros cuando una persona se accidenta con material biológico rápidamente hacemos analíticas, también al paciente de origen. Profilaxis, inmunoglobulinas o tratamientos, siempre son una posibilidad, y luego un seguimiento, si se infecta de manera secundaria al accidente, lo declaramos como enfermedad profesional.

Un riesgo poco conocido pero importante, ¿cuál sería?

La manipulación de cargas... cuando los pacientes están encamados y hay que movilizarlos. Los adultos pueden ser 60 o 70 kilos y eso puede provocar patologías principalmente de hombros y espalda.

Sara Fernández

¿Qué tiene esta etapa de mejor adjetivo?

Ha sido creativa: este era un servicio nuevo, es verdad que amparado en muchas normativas, pero venir aquí era empezar algo nuevo. Nadie sabía de esos temas, había mucho desconocimiento. Éramos una especialidad muy desconocida, porque aunque nació 1955, en los hospitales entra a partir de la Ley de Prevención de riesgos laborales que es de 1995. Y a pesar de ello no es hasta el año 2000 que se crean los servicios de prevención en el antiguo INSALUD. Ahí es cuando entramos los médicos del trabajo a los centros sanitarios. Antes existía y trabajábamos en las empresas, todas tienen uno o la mayoría, para atender a sus profesionales en los aspectos que puedan ser derivados del trabajo.

¿Ha pasado por muchas dificultades?

Relativas, algunas piedras en el camino, pero con trabajo, constancia y esfuerzo hemos ido superándolo… [Manuela explica en este momento cómo dirige un equipo de cerca de 20 personas, entre los que se cuentan 4 médicos, 4 técnicos, 3 enfermeras, una auxiliar administrativo y 10 residentes…].

¿Definiría su liderazgo como femenino?

No lo sé. Puede que sí, que podría describirse como femenino. Soy una persona que me relaciono bien con otros. Tengo inteligencia emocional y sé ponerme en el lugar del otro y con mi equipo creo que mi liderazgo es conciliador, no impositivo, busco el consenso, que todos participemos.

¿Son muchas mujeres en puestos de responsabilidad ahora en este hospital?

En mi servicio, de los técnicos, que son cuatro, hay una mujer. Pero de los médicos, solo hay un hombre, y de las enfermeras también… Jefas de servicio en este hospital son muchas: medicina interna, cirugía, análisis clínico, radiodiagnóstico, medicina del trabajo, oncología radioterápica… reumatología, endocrinología… y no sé si me dejo alguna, somos muchas, cada vez más.

¿Hasta qué punto les ha afectado la pandemia?

La pandemia ha puesto de manifiesto que somos muy necesarios. En mi servicio hubo muchos días que nos fuimos de madrugada, haciendo seguimiento a los que estaban enfermos, les hacíamos pruebas, y teníamos que comunicar a Salud pública, atención telefónica, mails, hemos trabajado a destajo y echado horas… todas las del mundo. Y con los pacientes también se ha trabajado muchísimo. Ahora mismo estoy casi segura de que la inmensa mayoría de los trabajadores de los hospitales han pasado por aquí en esta pandemia para un test de antígenos, una PCR, vacunación, prueba de anticuerpos o lo que sea… somos más conocidos y estamos para todo el mundo.

Sara Fernández

¿Por qué es importante para los profesionales conectar con ustedes desde el principio?

Todo profesional sanitario tiene que acudir al servicio de prevención en cuanto firma su contrato. Desde RR. HH. les dan nota para que vengan a vernos. Eso es muy importante en medio sanitario, porque nosotros les revisamos y valoramos su situación de salud y su estado inmunológico en relación a las enfermedades infecciones para las que podemos tener vacunas y si no tienen inmunidad, pues les vacunamos. Eso facilita mucho el trabajo, porque si conozco a ese trabajador, ya puedo adoptar las medidas preventivas necesarias para que no empeore su situación de salud en el puesto de trabajo. Les podemos dar información sobre los riesgos y dirigir a la Intranet para más detalle, en caso de accidente.

¿Alguna reivindicación propia de su sector?

Una cosa que echo en falta y que creo que es importante es que en las carreras sanitarias no hay una formación específica en prevención de riesgos laborales (medicina del trabajo, seguridad, ergonomía e higiene), porque en muchos casos vienen los estudiantes y no saben qué hacer ante un accidente. Creo básica una mínima formación en la propia carrera.

¿Es realmente su especialidad una buena salida profesional?

Ya lo creo. La residente que acaba ahora ya tiene trabajo, y nos empiezan a buscar antes de que acabemos la formación: estoy segura de que otros especialistas, si supieran eso se animarían a realizar esta especialidad. Es muy buena formación y hay mucha escasez de médicos y de enfermeras del trabajo, creo que es una muy buena alternativa, con buenísimas salidas laborales [y anima a su estudio, y lo enfatiza mientras nos acompaña a la puerta].