Leticia Poole, economista, en el videopódcast TruthTime Project.

Leticia Poole, economista, en el videopódcast TruthTime Project.

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Leticia Poole, economista: "En España 'sobran' universitarios, cobra más un instalador de aire que un ingeniero"

De acuerdo con la experta, el país está viviendo una sobrecualificación que no responde a las necesidades reales del mercado.

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Según datos recogidos por Eurostat y el SEPE, el 36% de los universitarios españoles ocupan puestos por debajo de su cualificación, lo que convierte a España en el país más sobrecualificado de la Unión Europea junto con Grecia. La consecuencia, de acuerdo con los expertos, es un desajuste entre el sistema educativo y el mercado laboral.

En paralelo, los sectores técnicos y manuales viven una situación inversa: empresas de oficios, construcción o mantenimiento industrial reportan graves dificultades para encontrar trabajadores. Mientras la oferta de universitarios crece año tras año, la demanda de fontaneros, electricistas o instaladores supera con creces al número de profesionales disponibles.

Precisamente de este tema ha hablado Leticia Poole, doctora en Ciencias Económicas y profesora universitaria, quien advierte sobre las consecuencias de este desequilibrio educativo y laboral. A través de su análisis en el podcast TruthTime Project, Poole plantea que España no sufre un exceso de formación, sino una formación mal orientada y alejada de las necesidades reales de la economía.

¿España es un país 'sobrecualificado'?

De acuerdo con Poole, España se ha convertido en el país de la "sobrecapacitación": el mercado laboral español produce más titulados universitarios que puestos de trabajo cualificados disponibles, de modo que muchos profesionales trabajan en empleos para los que no se necesita su nivel de formación.

"No es que la gente esté demasiado preparada, es que está preparada para lo que el mercado no necesita", resume. En otras palabras, el país produce titulados universitarios en masa mientras escasean los profesionales capaces de cubrir trabajos técnicos o manuales, esenciales para el funcionamiento cotidiano de la economía.

Mientras sobran licenciados en derecho, administración o humanidades, faltan trabajadores cualificados en oficios, construcción o mantenimiento industrial, lo que crea un desequilibrio en la estructura del empleo.

Según los últimos informes disponibles, España acumula cerca de 150.000 vacantes sin cubrir, una carencia que se concentra especialmente en trabajos técnicos y manuales. Sectores como la construcción, donde las plazas disponibles se han cuadruplicado desde 2016, o el mantenimiento industrial, la electricidad, la fontanería y el transporte, figuran entre los más afectados.

Esto es algo que vemos fácilmente en los oficios a los que acceden las personas con carreras universitarias. Casi un 40% encuentran trabajo en sectores poco cualificados o temporales, como hostelería o atención al cliente.

Esta brecha no es solo conceptual, sino tangible en los salarios. Poole ilustra el fenómeno con un ejemplo muy claro: "Hoy en día gana más el instalador del aire acondicionado que el ingeniero que trabaja en la misma empresa, porque no hay instaladores", confiesa.

El problema actual en la sociedad, según Leticia Poole.

Oficios como la fontanería, la electricidad, la carpintería o la jardinería sufren una falta de relevo generacional alarmante. Las empresas tienen dificultades crecientes para encontrar personal cualificado, lo que ha elevado la demanda y, con ella, los sueldos de los pocos profesionales disponibles.

Aunque físicamente sean más exigentes, la realidad es que estos oficios hoy en día pueden estar mejor pagados que aquellos cualificados, especialmente con la llegada de la IA. Según José Elías, en unos años "un fontanero cobrará 200 euros la hora y un directivo dejará de ser necesario".

La economista atribuye esta situación a una distorsión cultural. Durante años, las familias españolas han inculcado a sus hijos la idea de que el éxito personal y profesional pasa inevitablemente por la universidad.

Como consecuencia, hoy en día estudiar una carrera se ha interpretado como signo de estatus y garantía de estabilidad laboral, mientras que los ciclos formativos y los oficios técnicos eran percibidos como opciones de segunda categoría.

Sin embargo, la realidad actual es completamente diferente. Según la economista, "los padres no han entendido bien hacia dónde se mueve la sociedad", y los jóvenes, presionados por expectativas, estudian carreras sin tener en cuenta las necesidades del mercado.

"Hasta un 70% de las ofertas laborales actuales se dirigen a personas con ciclos formativos, no con carreras universitarias", explica Poole. Una situación que, lejos de cambiar, se incrementará con los años.

Para Poole, el problema no se resolverá únicamente con reformas educativas, sino con un cambio de mentalidad colectiva. Los ciclos formativos y las escuelas de oficios deben dejar de verse como una "segunda opción" y pasar a ocupar el lugar que merecen.

De lo contrario, España seguirá produciendo abogados, economistas y comunicadores en exceso, mientras faltan quienes sepan reparar una instalación eléctrica o mantener una caldera. "Estamos fabricando perfiles que el mercado no pide", advierte.