Elizabeth Clapés, psicóloga.

Elizabeth Clapés, psicóloga.

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Elizabeth Clapés, psicóloga: "Controlar a tu pareja para que no te sea infiel es aceptar que, sin ese control, te engañaría"

Los celos excesivos, o "conducta celotípica", afectan a entre el 40% y 50% de las parejas.

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La infidelidad es, según los expertos, una de las causas principales de las rupturas de pareja en todo el mundo. Sin embargo, a día de hoy, uno de cada cuatro españoles ve moralmente aceptable una infidelidad en el matrimonio. Así lo confirma el informe 'Global Views on Morality', que situó a España como el quinto país más permisivo en lo relativo a las infidelidades dentro de una pareja. 

Aunque el concepto y su definición es tan antiguo como la humanidad, en los últimos años la infidelidad se ha convertido en una idea mucho más difícil de delimitar. En la época de las relaciones líquidas, en la era del poliamor y de las relaciones abiertas, en el tiempo de las apps de citas de usar y tirar… parece complicado concretar cuál es el punto en el que estás faltándole al respeto a tu pareja.

Sin embargo, esto no es así para todas las personas, y es que los celos excesivos, o "conducta celotípica", afectan a entre el 40% y 50% de las parejas. Las dudas de posible infidelidad se convierten en un comportamiento tóxico que obliga, a miles de personas, a controlar a sus parejas desmesuradamente. Esto, según los expertos como Elizabeth Clapés, es un error.

La libertad en las relaciones

Los celos son —y siempre han sido— una de las emociones más normalizadas en el contexto de las relaciones amorosas. A pesar de que su raíz está en la inseguridad personal, el miedo a la pérdida y la baja autoestima, con frecuencia se interpretan —y hasta se justifican— como una muestra de amor, de compromiso o de atención. Una idea que da pie a relaciones marcadas por un control desmesurado.

Muchas personas entran en relaciones amorosas con la convicción de que el otro debe ajustarse a ciertos límites para que la relación funcione. Límites que, en ocasiones, no tienen nada que ver con el respeto mutuo, sino con las propias inseguridades. Se prohíben amistades, se cuestionan salidas, se piden contraseñas o ubicaciones en tiempo real. Así es como se instala una dinámica peligrosa: el control como mecanismo de contención emocional.

Sin embargo, esta tendencia, lejos de ser preventiva, es un error. Según explica la psicóloga y escritora Elizabeth Clapés, controlar a una persona para evitar que te sea infiel no impide la infidelidad, solo posterga o esconde una posible realidad: "Controlar desmesuradamente a tu pareja para que te sea fiel es aceptar que si no fuera por tu control te pondría los cuernos", indica la experta.

Además, controlar a nuestra pareja con el fin de que no te engañe únicamente alimenta un ciclo de ansiedad permanente. Necesitas revisar el teléfono porque no confías; cuestionas las salidas porque lo temes; limitas su libertad no por lo que hace, sino por lo que podría hacer. El problema de fondo no es la conducta de la pareja, sino tu propio comportamiento.

"Déjalo que hable con quien quiera, que vaya a donde le dé la gana y que se junte con quien le apetezca. Respétalo y confía en él. Si hace un mal uso de tu confianza y tu respeto, ahí habrás descubierto como es tu pareja", confiesa Clapés.

Cuando el vínculo en una relación se sostiene por el miedo a lo que podría pasar si uno deja de controlar, lo que se está protegiendo no es el amor, sino la ilusión de tener todo bajo control. Sin embargo, esto no garantiza fidelidad, y menos aún garantiza amor. La lealtad auténtica no nace de la obligación ni del miedo a las consecuencias, sino de la decisión libre de comprometerse con el otro, incluso teniendo opciones.

Al final, las dos personas de la relación terminan perjudicadas por este comportamiento. El que controla sufre por el desgaste de tener que estar pendiente de todo e, incluso, de sus propias dudas y el que es controlado sufre por la pérdida de su autonomía o por ver que su pareja no confía en él.

La libertad dentro de una relación es fundamental: es parte de la salud emocional de cada individuo. Si alguien hace mal uso de esa libertad —mintiendo, engañando, ocultando— lo que se revela no es un error de la confianza depositada, sino una muestra clara de quién es esa persona y cómo elige actuar. Y ahí es cuando tienes que tomar medidas.

En el fondo, lo que muchas personas desean —aunque no siempre lo saben expresar— no es tener control sobre su pareja, sino poder estar tranquilas, sin tener que revisar cada movimiento. No obstante, la realidad es que esa tranquilidad solo es posible cuando se confía.