Jody Williams.

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Jody Williams: "Se están usando minas terrestres en la invasión de Ucrania"

Activistarecibió el premio Nobel de la Paz 1997 por su Campaña para la Prohibición de Minas y fundó la Nobel Women’s Initiative. Colabora en el Foro de Gobernanza Global.

8 febrero, 2023 02:03

Jody Williams (Vermont, EE.UU., 1950) recibió el Premio Nobel de la Paz en 1997 por coordinar y ser la portavoz de la Campaña Internacional para la Prohibición de Minas (ICBL) que motivó el tratado de Ottawa. Ha sido ratificado por 156 países.

[Guardiola se une a Chomsky y a la Nobel de la Paz Jody Williams, para pedir la libertad de los presos en un vídeo]

De su activismo contra la guerra de Vietnam, pasó a luchar contra la injerencia de EE. UU. en Centroamérica. En 2006, cofundó con otras mujeres premio Nobel de la Paz la Nobel Women’s Initiative.

Además, colabora en el Foro de Gobernanza Global que la ha traído a Madrid. De paso, ha participado en un acto organizado por la IE University sobre retos globales. Es ahí, en el piso 33, donde la entrevisto.

Se disculpa porque está muy cansada. Ha llegado de EE.UU. la noche anterior y lleva todo el día en pie. Así es que hablamos en inglés, pero habla español muy bien. Sin haber terminado el periodo de rehabilitación de una reciente operación de rodillas, se ha puesto otra vez en marcha.

Tiene la fuerza que caracteriza a muchos americanos, esa capacidad de iniciativa, de trabajo y de simplificar las cosas evitando divagaciones bizantinas.

En primer lugar, ¿cómo es un día en la vida de Jody William?
Depende. Con el COVID mi vida ha cambiado bastante. Ahora no viajo tanto, pero he viajado muchísimo durante años. Desde 1981 hasta el 92, tratando de detener la intervención militar de EE.UU. en Centroamérica, a partir del 92 con la ICBL.

Después de aquí iré a Oslo. Puede que en julio vaya en representación de la Nobel Women’s Initiative a Tiflis. La presidenta de Georgia hace su segunda Conferencia Internacional de la Mujer.

¿Por qué cree que la Campaña Internacional para la Prohibición de Minas tuvo tanto éxito?
Empezaron dos asociaciones y se sumaron 1390. Y 90 países. Sabíamos más de minas terrestres que nadie, porque el comité directivo que lanzó la campaña fue la Asociación de Veteranos de Vietnam de América. Yo trabajaba para ellos.

Creo que un tercio de las víctimas de soldados estadounidenses en Vietnam fue por minas terrestres. También estaban Human Rights Watch, Handicap International de Francia, que trabajaba con prótesis para los supervivientes, y Mines Advisory Group, un grupo de antiguos soldados que crearon una ONG para desminar terrenos.

Así que sabíamos por lo que habían pasado los supervivientes y lo que necesitaban. Sabíamos cómo desactivar minas. Lo sabíamos todo y, como éramos muy objetivos y no nos poníamos melodramáticos, los gobiernos empezaron a pedirnos información. Poco a poco, los gobiernos, de manera individual, se convencieron de que debían sumarse al movimiento.

En 2006, usted cofundó la Nobel Women’s Initiative. ¿Fue difícil?
Yo conocía a las mujeres Nobel y fue fácil contactar con ellas. Lo más difícil fue pensar en la misión, la idea, recaudar dinero —cosa que odio— y empezar a trabajar. Pero ha sido estupendo.

¿Cuál es la misión?
Nos dimos cuenta de que el Nobel de la Paz daba cierta notoriedad. Las voces de las mujeres, como sabes, no se escuchan a menudo, así que pensamos en unirnos y utilizar nuestra influencia y acceso para ayudar a difundir los mensajes de las organizaciones de base de mujeres en zonas de conflicto, y es lo que hemos hecho.

¿Qué situaciones se repiten sistemáticamente en los países en conflicto armado?
En todos los conflictos, las mujeres forman parte del campo de batalla. La violación es un arma de guerra. De nuestro viaje a Polonia y Ucrania, el año pasado, salió un minidocumental de 20 minutos. Varias mujeres hablan de violación por soldados rusos.

Una mujer cuenta que en algunos casos los rusos rompen las muñecas de las mujeres para que no se puedan defender o intenten escapar. En otro caso, Dios sabe por qué, un soldado le sacó un ojo a una mujer con una cuchara.

También les dicen cosas como que las van a violar tantas veces que nunca más querrán estar con un ucraniano. Es despreciable. Esto es común en todas las guerras.

El documental se titula Oh, sister.
Está en la web de Nobel Women's Initiative.

¿Qué es para usted el feminismo?
Significa que hombres y mujeres son seres humanos iguales. Eso es el feminismo para mí y siempre lo ha sido. Crecí en una familia en la que éramos tres chicas y dos chicos, y nos trataban igual. Mi padre tenía muy claro que podíamos ser lo que quisiéramos. Nunca crecí con la sensación de que una niña sólo podía ser enfermera.

¿En qué asuntos trabaja ahora?
Sigo con Nobel Women’s Initiative. Formo parte de un grupo de trabajo que estudia la revisión de la Carta de las Naciones Unidas. También colaboro en gobernanza global con un hombre de negocios japonés jubilado. ¿Qué más estoy haciendo…?

Desde los años 70, ¿cómo ha cambiado el activismo?
Diría que positiva y negativamente, en gran parte debido a Internet.

¿Positivamente por qué?
Porque pasamos del fax al correo electrónico. Es mucho más fácil. En la Primavera Árabe se usaron los móviles como mensajes flash diciendo: “Ven aquí y protestaremos”. En países en guerra, como Siria, se puede llamar a los familiares.

Pero la obsesión con la tecnología, la obsesión con el maldito teléfono móvil… Siempre he odiado el teléfono. La mayor parte del tiempo tengo el sonido apagado, así que solo veo las llamadas cuando lo miro. Con tanta comunicación es más fácil, como todos sabemos, desinformar, mentir descaradamente, acosar a la gente por Internet…

Si tuviera que hacer una campaña como la de las minas terrestres, ¿cómo la haría?
De la misma manera. Lanzamos públicamente la Campaña Internacional para la Prohibición de Minas en octubre de 1992. Las primeras organizaciones con las que contactamos formaron parte del comité directivo. Llamé concretamente a Handicap International, porque se ocupaban de los supervivientes, y a Mines Advisory Group, porque desactivaban las minas. Pensamos de manera estratégica. Lo haría igual.

Parece que la pesadilla, a pesar del Tratado de Ottawa, nunca termina... En 2018, 606.000 personas resultaron heridas o muertas por minas terrestres.
Pero es mucho menos de lo que era cuando empezó la campaña. Ahora, se están usando minas terrestres en la invasión de Ucrania.

¿Por ambas partes?
Seguro por parte de los rusos y hay indicios de que los ucranianos también las han utilizado, pero no son concluyentes. Pero no me sorprendería, porque quieren bombas de racimo y las bombas de racimo se prohibieron en 2008.

Así que cuando llega la guerra todos estos tratados pierden su valor…
No. Siguen funcionando. Por ejemplo, Ucrania ha pedido a Estados Unidos bombas de racimo y Estados Unidos —que no firmó el tratado— se ha negado a enviarlas debido al trabajo de la campaña para prohibirlas. Estigmatiza a quien las usa o vende.

Siempre ha trabajado por un mundo mejor. ¿Cree que el mundo ha mejorado?
[Gran carcajada sorda] ¡Diablos, no! ¡El mundo es un desastre! Solo hay que ver el impacto del cambio climático, la pérdida de biodiversidad... La desertificación ya está provocando el desplazamiento de personas, y esto provoca tensiones y más guerras. No sé si te has enterado, pero California ha sido azotada por ciclones y lluvias masivas desde principios de este año. Llevaba en sequía casi dos décadas.

¿Cuántas guerras hay ahora?
Hay aproximadamente 50 conflictos armados en todo el mundo. Algunos duran décadas, como el de República Democrática de Congo. En Guatemala hay un tratado de paz, pero el país es un desastre desde 1960.

¿Cómo está Centroamérica hoy en día?
El Salvador es un completo desastre, nunca iría allí ahora. En Nicaragua, Daniel Ortega es una escoria. Y luego tienes las guerras de narcos. Es un desastre.

Usted ha venido al Foro de Gobernanza Global. ¿Está más polarizado el mundo?
Absolutamente. Históricamente, cuando las situaciones son inestables, la gente se polariza. En los EE.UU., Donald Trump. Si hay polarización, la gente aumenta su racismo, su odio... Sabe que el mundo es un desastre y se vuelve muy fundamentalista en su forma de pensar. Creo que eso sucede a escala global porque el futuro quién sabe qué depara.

¿Hay futuro?
¿Hay futuro? Haré un medio chiste. Que sepamos, ha habido nueve grandes extinciones de especies. Sólo tengo esta visión de la madre tierra aliviada cuando los humanos se suiciden. Y entonces pasará lo que tenga que pasar. Espero que no suceda, pero somos lo suficientemente estúpidos para que pase. Las compañías petroleras sabían desde el principio de sus efectos extremadamente negativos sobre el medio ambiente y los seres humanos. No les ha importado. Se trata de dinero.

Se lo han preguntado muchas veces, pero tengo que preguntárselo de nuevo: ¿cuál es su idea de la paz?
La paz sólo es posible si hay seguridad para las personas. Pero, desde el tratado de la paz de Westfalia, el propósito del actual sistema internacional —que, por cierto, se está desmoronando —siempre ha sido la seguridad del Estado, la seguridad nacional. Lo que importa es defender su aparato y el territorio. Si los seres humanos están seguros porque su estado es seguro, bien, pero ese no es el objetivo.

En cambio, la seguridad humana se basa en satisfacer las necesidades de los seres humanos. Una buena educación para todos, acceso a la sanidad (no como en mi país, donde, si no tienes un millón de dólares, no puedes recibir ayuda), vivienda, un empleo decente con el que puedas mantener a tu familia…

Decía Kofi Annan: "Libertad para uno y libertad para vivir sin miedo". Sin una seguridad humana real, que se alcance a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, no creo que haya una paz duradera.

¿Usted tiene ascendencia italiana?
Por un lado, y por el otro WASP (blanco, anglosajón, protestante)...

¿Cómo aprendió español?
En Vermont, donde crecí. Como supuestamente era lista, me pusieron en la clase de los listos y empecé a aprender francés en cuarto curso. La profesora era malísima. Repetía —imitándola con tono burlón— "qu'est ce que c'est, qu'est ce que c'est, qu'est ce...". ¡Qué más da!

Pero luego, en el instituto, quise también estudiar español y el profesor lo convirtió en algo vivo. Esto ha influido de alguna manera en el resto de mi trayectoria.

¿Se cansa a veces de ser activista?
Me considero una pesimista optimista. Nunca he querido dejar de ser activista. A veces me canso y quiero volver a Vermont a recoger manzanas... Pero supongo que soy así.

Sé que hay una diferencia cuando la gente contribuye a que el mundo sea mejor para todos, incluso para la gente que no les gusta. Al único que podría excluir sería a Trump, porque creo que es reprobable.