El próximo miércoles 3 de mayo se celebra por séptimo año consecutivo el IND+I Day. Jornada de Industria e Innovación. En catalán, a hacer el indio se le dice “fer l’indi”. Copresidido por Carles Ruiz, alcalde de Viladecans y por Xavier Ferràs de Esade, es para mí la primera coalición formal de promotores de la Innovación y la Industria. El evento es fresco, ágil e inspirador.

El año pasado se enfocó hacia una sostenibilidad competitiva. Estuvo uno de los emprendedores andaluces más admirados por mí, el sevillano José María Gómez de Scoobic. José María salió al escenario con su camisa blanca llena de bordados de su empresa y sus partners y nos dejó con la boca abierta sobre cómo un señor de cerca de 60 años hace un unicornio, innova, patenta, pacta hasta con el diablo, comercia, invierte, se asocia, compra y, sobre todo vende, vende, vende, vehículo eléctrico para la distribución en la última milla. Su empresa en Dos Hermanas, su fábrica en Utrera, su equipo brillante con hasta un ingeniero sevillano proveniente ni más ni menos que de RIMAC, el Lamborghini europeo del vehículo eléctrico.

Este año versa sobre innovación y seguridad como impulsores de ecosistemas industriales. La secretaría del IND+I la lleva Jordi García, que se doctora en Innovación basada en Ecosistemas ¿les suena? El hoy director de operaciones de Enisa impulsa actividades más allá de lo que da un equipo pequeño y un presupuesto limitado y enfocado a las pymes, aun así, proyectos como el impulsado con nuestra gran Sole Díaz de APTE (Asociación de Parques Tecnológicos) están traccionando emprendimiento innovador con su programa APTENISA para la ideación y aceleración de startups.

Algunos “indios” son referencias habituales en mis “hojas dominicales”. Pedro Mier de Ametic o Guillermo Dorronsoro de Zabala. También hay “agentes dobles” del Foro de Empresas Innovadoras como nuestro director general del Instituto Ricardo Valle, José Manuel Leceta, autor de “Innovación Fractal” .

Trabajamos juntos con FEI en una propuesta de futuro en pleno Covid. Los pilares del futuro fue el primer trabajo en 2020, el segundo fue un documento sobre soberanía tecnológica y ahora en propuestas para la estrategia estatal de innovación. Mujeres brillantes, activas y comprometidas como la reina las Synergentes, Áurea Rodriguez, que en Sant Jordi debió ser la que más libros de innovación y tecnología firmara con su Antes muerta que analógica, la voz del planeta y la sostenibilidad encarnada en Anna Palli, la de la innovación con método representada por Anna Sánchez, la de las empresas por Carme Poveda. Muchas “indias” también comprometidas, pro-bono, poniendo experiencia, conocimiento, trabajo y agenda al servicio de una idea de un país mejor , que progresa y mantiene y mejora su “máquina de la prosperidad”.

Confieso ser un hombre de acción y desconfiar de los manifiestos. Algunos los carga el diablo y otros no los leen más que sus autores. Sin embargo, me he “remangado” en los últimos dos trabajos personalmente para intentar aportar medidas de carácter muy práctico y fáciles de implementar.

Por ejemplo, muchas empresas e instituciones de investigación o tecnológicas patentan menos de lo que podrían porque la defensa de las patentes en países como EEUU es tan cara que, de no contar con muchos recursos mejor no divulgar algo que no vas a poder defender en los tribunales. Hemos propuesto mecanismos que protejan y animen a las empresas a patentar mediante un fondo de garantías para litigar en IP que se financia de manera recurrente con los litigios ganados. Me toca hablar como miembro de FEI y como CEO de Premo explicando cómo las empresas industriales afrontamos los múltiples desafíos actuales.

Desde 2016 este grupo defensor de la innovación y la industria como políticas de Estado ha traído las tendencias de los mejores economistas, innovadores y emprendedores . En 2017 hubo dos ponencias de Mariana Mazzucato del Institute for Innovation and Public Purpose del University College de Londres. La ponencia está disponible y era 3 años antes del COVID. Lo digo porque la pandemia convirtió a muchos a las tesis de Mazzucato que parten de su paper científico de 2011, El Estado Emprendedor, que resultó en un libro del mismo nombre publicado en 2013 y cuyo impacto sólo empezó a resonar cuando nos vimos sin mascarillas, sin vacunas, sin respiradores, sin industria farmacéutica básica. Escasearon muchas cosas y vimos los resultados de no tener suficiente industria. Fue 10 años después del paper de Mazzucato cuando el comisario europeo Thierry Breton afirmó que el efecto de la dependencia industrial y tecnológica era igual o peor que el de tener un ejército de ocupación en Europa.

Dice el coronel Pedro Baños en su libro Así se domina el mundo, Planeta 2017, que la actualidad geopolítica está caracterizada por la marginación relativa del factor militar-estratégico en beneficio del económico y por la búsqueda de la potencia económica como objetivo central de los gobiernos occidentales. En las guerras “posmodernas” se utilizan con abrumadora eficacia instrumentos económicos y financieros para derrotar al enemigo. Europa, el continente ensimismado, despertó a la pandemia reconociendo debilidades productivas insalvables para defender una posición de soft power y, ni siquiera, para simplemente abastecer a su población.

Antes del trabajo de Mazzucato en 2009, Hermann Simon, publicó un libro de gran impacto Hidden Champions. Lessons from 500 of the World’s Best Unknown Companies. Era una reedición actualizada de su trabajo de 1996 pero que ahora tuvo un mayor impacto. La edición española, en 2010 (Wolters Kluwer) la prologó nuestro admirado profesor de IESE Joan Roure y desveló la gran cantidad de empresas brillantes y desconocidas que lideraban la economía. Fue el descubrimiento del Mittlestand, esa miríada de empresas alemanas de tamaño medio, fundamentalmente industriales, distribuidas por todo el territorio y, muchas veces en poblaciones medianas que eran extraordinariamente competitivas. Simon aseguraba que eran empresas que se encontraban en todos los países y en todos los sectores. En aquellos días se hablaba de Chupachups, Fluidra, Barceló, Roca o Puig.

Los industrialistas iban saliendo del armario y usaban trabajos serios, ejemplos que seguir tanto en políticas eficaces como en empresas y ecosistemas de éxito.

Pero no fue hasta que en 2012, el McKinsey Global Institute publica “Manufacturing the future”, un extenso informe en el que con datos de 2010 presentan a China (33%), Corea del Sur (28%), Indonesia (25%), Japón (20%) y Alemania (19%) como los 5 países con mayor peso de la actividad industrial en su PIB. España y EEUU empatados en la posición 11 con un 12% del PIB de origen industrial. Hace ya 13 años y el Reino Unido post Thatcher estaba en el 10%.

Aquel estudio reveló que la fabricación contribuía al 77% de la inversión del sector privado en I+D, al 70% de las exportaciones y, ¡chan- ta- ta- chan! …al 37% de la productividad de las economías avanzadas, EEUU, Japón y la UE.

¿Por qué en España hay un nivel tan bajo de Innovación, de inversión en I+D y de productividad? ¿Kung Fu, en que mano está el pequeño saltamontes? Los indios los saben. Sin industria es prácticamente imposible.

En 1980 España ocupaba la posición 9 entre las 15 mayores economías industriales del mundo, Corea del Sur era la 25 y las primeras dos posiciones en valor añadido nominal eran EEUU y Alemania. En 1990 la lista había cambiado poco salvo que Japón adelantaba a Alemania en la segunda posición y Corea del Sur aparecía el número 11. Los siguientes 20 años ponen a China el número 2 y Corea el 7. En 2019 China ocupa la primera posición y Corea la 5ª tras los EEUU, Japón y Alemania. España ya no salía en la lista.

Uno de los datos importantes de este informe fue que de los 7.3 millones de trabajos directamente manufactureros que había en EEUU, había 4.2 millones de empleos en servicios directos a la fabricación y otros 5.7 millones de otros empleos vinculados a la misma (logística, formación, post venta, mantenimientos, etc…), es decir se creaban más de 2 empleos no industriales por cada empleo industrial. La productividad era clave y en 2010 se vendieron 118.000 robots industriales, la mayoría para la industria automovilística y la electrónica. Los países con más robots instalados por cada 1000 millones de facturación eran Corea, Japón, Alemania, Italia y España. China estaba en 40, muy por debajo de Corea con 360.

Una década después, en 2021 el total de robots instalados en el mundo superaba los 3.2 millones, Corea del Sur con más de 1000 robots por cada 10.000 trabajadores industriales duplicaba a Japón, el segundo, triplicaba a China, el tercero. España en el paquete de la UE, tenía la quinta parte de robots que Corea del Sur. En una década habíamos perdido el tren de la robotización.

En 2013, el Círculo de Empresarios, la Fundación para Innovación Bankinter y el ICEX arrancan Cre100do, en 2014 se ponen en marcha con 15 empresas y en 2015 con otras 15 hasta que ahora suponen más de un centenar de empresas de tamaño intermedio, a menudo campeones ocultos, con frecuencia líderes mundiales de nicho, con más de la mitad con una componente industrial. Empresa que facturan entre 50 y 500 millones de euros, más resilientes a las crisis, más internacionalizadas, más innovadoras y a menudo fuera de las grandes urbes, Orbea, IVI, Manusa, Simon, Bimba y Lola, el Ganso, Chocolates Valor, Natura Bissé, Aleastur, y así hasta más de un centenar hoy.

Vino un World Economic Forum, el sancta sanctorum de la globalización y la deslocalización de la industria y también se cayó del caballo. En 2017 su líder y fundador Klaus Schwab escribe La cuarta revolución industrial, que en su edición española es prologado por Ana Botín. Esta ola de nueva industrialización, de re- industrialización, de revisión de las cadenas de valor, llevó a que, en 2017, The Economist se hiciera eco de que Adidas se traía de nuevo sus fábricas a Alemania. En marzo-abril del 2022 el 80% de las empresas habían empezado a hacer doble aprovisionamiento y aumentados sus stocks, el 42% estaba llevando las compras a su entorno regional (aunque no fuera su propio país), de esto se benefició Europa del Este, y el Magreb.

Todo esto transformó el mundo del trabajo, en el que se primaba las personas preparadas en ciencias, matemáticas y tecnología, pero con capacidades sociales, especialmente la comunicación y el trabajo en equipo, para lo que el mundo no se había preparado.

Acabamos en los últimos años con el gran ejemplo de Tesla que, siendo el número 15 por unidades producidas, es el primero por capitalización gracias a un enfoque holístico, en control de dos tecnologías clave, los semiconductores y las baterías y poniendo en valor que se puede producir en EEUU o en Alemania y ser competitivo gracias a una híper integración vertical y al concepto de Giga fábrica. Mientras tanto, lo que viene es que el software es el rey y que en 2030 casi un tercio de la facturación del sector del automóvil será software.

En EEUU, la fiebre de la política industrial, si bien siempre han tenido políticas, sobre todo de compra pública, muy tractoras de sus empresas con instituciones como el DARPA traccionando sectores enteros, llegó, sobre todo, como reacción al auge de China y la amenaza de que rete la autonomía estratégica y el liderazgo de los EEUU .

Sólo a final de 2022, un libro sobre los campeones ocultos americanos, The Titanium Economy, pone en valor las muchísimas empresas americanas desconocidas que son líderes industriales de nicho. La consecuencia es que EEUU acabará invirtiendo en 2023 el 0.7% del PIB en política Industrial, el doble que en 2019 pero superado por China con el 1.8% del PIB. Francia invertirá el 0.6%, España ni sale en la lista.

Nuestro profesor Simon local es Bart Kamp, investigador del Orkestra, Instituto Vasco de Competitividad que en 2020 publica sus trabajos sobre Líderes Mundiales de Nicho, de nuevo empresas supercompetitivas, a menudo desconocidas y casi siempre, con una componente industrial.

La semana pasada recibimos en Málaga Tech Park varios vicepresidentes de Innova al consejero de Industria de la Junta de Andalucía, Jorge Paradela. Hablamos de todos estos temas, de las National Trade Associations (NTA’s) que habían estado con nosotros en Ametic en Madrid con Digital Europe, de estas políticas de la UE que representan bien la presidenta Von der Leyen, la vicepresidenta Vestager, la Comisaria de Innovación Mariya Gabriel y el Comisario que más claro habla en política industrial, Thierry Breton.

Hablamos de incluir la microelectrónica en los ejes del plan de la Consejería y de alinearnos con los tiempos y con Europa. Me pareció que el Consejero también hablaba “indio” y que nos entenderíamos fácilmente. Imposible no apoyar que la energía, la sostenibilidad y el agua son vectores fundamentales de cualquier política industrial en Andalucía. Aportar innovación y tecnología a esos campos es nuestra misión en las áreas de Economía Circular y Food Tech del Instituto Ricardo Valle. Personalmente, me encantaría un IND+I day en Málaga aprovechando sinergias con Transfiere y con la parte más industrialista de Atlas Tecnológico, la mayor iniciativa privada de transferencia tecnológica industrial de España. ¿Por qué no? Hacer el indio es también tender puentes, ganar escala, colaborar.

Estamos en una época dorada en la que las administraciones europeas, norteamericanas y españolas están trabajado activamente en paquetes de inversiones e incentivos orientados a una Política Industrial, sostenible y descarbonizada. Ya no se trata del qué, ahora llega el momento del cómo. Los indios lo tienen claro. No se lo pierdan.