El fabricante de automóviles chino Chery instalará una fábrica en la ubicación de la antigua planta de Nissan en la Zona Franca de Barcelona. Es una de las mejores noticias para la industria en España desde hace mucho tiempo, no solo porque siempre es bueno que haya nuevas plantas productivas y actividad industrial sino porque va en la línea de acoger a la industria china, que hace tiempo que está implantando sus plantas en todo el mundo.

Esta semana, el Real Instituto Elcano, nuestro Chatham House, publicó un detallado artículo sobre economía y geopolítica del vehículo eléctrico y evidenciaba el “trilema” de Europa y la falta de integración para tener una política industrial europea que funcione.

Esta semana, la portada de la revista inglesa The Economist tenía una imagen del presidente chino Xi Jinping. Esta revista suele compartir a sus suscriptores las distintas portadas y diseños que han considerado y las razones de por qué han elegido la de la versión impresa. Comunicar es algo que siempre me ha parecido mágico. El metalenguaje, la función metalingüística, el usar la lengua para su propio análisis y comprensión es algo tan abstracto como apasionante. El uso del periodismo para hablar de sí mismo, para explicarlo a los demás es de gran interés. ¿Qué imagen transmite mejor el contenido de una edición semanal de una publicación que suele ser densa y sesuda?

A esta carta semanal le llaman Cover Story y confieso que cada viernes estoy esperándola. Esta semana se llamaba China’s risky reboot (El arriesgado reinicio chino). Xi Jinping aprieta un botón, como simulando el arranque de un ordenador cuando se nos queda colgado y el experto de IT nos dice, “¿has probado a reiniciar?”

Confieso que muchas veces me parece que la elección de la portada frente a las otras que proponen es la adecuada pero esta vez no. Hay una que mostraba dos brazos robots colaborativos tocándose en un gesto. Me parece que lo que quiere China está mejor representado.

Con una población envejecida y desigualmente enriquecida, la sociedad china enfrenta otros retos, motivación juvenil y abandono de una economía basada en la mano de obra barata para centrarse en una economía de país rico, de primera potencia mundial en muchos campos. La apuesta por ciencia, tecnología, innovación es clara. La de ahora además insiste en la productividad, la robotización y el mantenimiento y mejora de la competitividad.

Hace 30 años, cuando la mano de obra era muy barata, todas las fábricas de industria ligera chinas se parecían mucho, largas líneas con mesas continuas verdes con muchísimos operarios haciendo tareas fundamentalmente a mano.

El mundo rico les compraba productos tras trabajo intensivo a precios muy baratos. Exportaron precios bajos, incluso deflación, y permitieron que las productividades de los países más ricos, en términos de facturación o de PIB por hora trabajada se disparara en países como Suecia, Dinamarca, Bélgica, Japón, EE. UU., Alemania.

Los países más ricos se concentraron en crear puestos de trabajo de alto valor añadido y en externalizar a México, China y Europa del Este sus procesos más intensivos en mano de obra.

España también lo hizo a su manera, pero como no teníamos muchas sedes de multinacionales industriales propias, cuando las multinacionales de la electrónica, o del automóvil externalizaron esos procesos a Europa del Este o a Marruecos, los puestos de trabajo se perdieron sin capturar el valor en forma de mayor facturación por hora trabajada de los que quedaban en España.

Alemania mantuvo un mix de producción local con sus compañías de tamaño medio Mittlestand, y con sus industrias pesadas de química y de automoción, farma, etc, que permitieron un mix de producción fuera y dentro que los hizo competitivos siempre que no hubiera inflación, la energía fuera barata y el producto exportado fuera premium (Audi, Mercedes, BMW) o de alto valor añadido como las máquinas y bienes de equipo altamente especializadas. Para muestra un botón. Durante muchos años, las mejores máquinas de casi todo eran alemanas. En inyección de plásticos, por ejemplo, Arburg y Engel eran las reinas. Sus máquinas eran las más buscadas, aunque valieran mucho más y tenían un mercado de segunda mano con elevados valores residuales y servicios de postventa de alto valor añadido. Hoy siguen siendo excelentes, pero hay alternativas chinas, taiwanesas y coreanas ultra competitivas.

Los chinos no han parado de crecer en la exportación de componentes y materiales intermedios y en maquinaria de creciente calidad y precio muy competitivo, senda que antes habían recorrido Japón, Taiwán, Corea del Sur y en ciertos equipos de precisión también Malasia.

Ahora, la apuesta del país para recuperar pulso es por la productividad, la competitividad y la creación de puestos de trabajo de alto valor añadido. Algo que también persiguen EE. UU. y los países ricos.

Korea del Sur siguió hace años esta senda y es el país con más robots industriales por cada 1000 habitantes del mundo. China ha instalado millones de robots hasta ahora, es el mayor comprador de robots del mundo y se hizo con el control de algunas de las mayores empresas de robótica del mundo como la antes alemana Kuka. Una de las mayores fábricas, si no la mayor, de ABB robotics, está en Shanghai. Hoy hay varios cientos de fabricantes de robots colaborativos en China. La mayoría compatibles e interoperables con software abierto de robótica (ROS Robotic Operating Systems). Dice The Economist que las medidas del presidente Xi no funcionarán. Sin que sirva de precedente, esta vez, no estoy de acuerdo. Parece más bien la expresión de un deseo que una realidad. En mi contra diré que esta misma semana han formalizado expedientes de quiebra varias empresas inmobiliarias grandes y que la agencia Fitch ha puesto la deuda China en perspectiva negativa ante unas previsiones de aumento del déficit hasta el 7.1% del PIB.

Las fábricas de ciudades ricas como Shenzhen como la de BYD, el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo, o las de Shanghai, como las de SAIC que fabrica los coches más vendidos en media Europa, los MG, están robotizadas. Los salarios de los operarios en estas ciudades o de los ingenieros son muchas veces mayores que en buena parte de Europa del Este. Olvidemos eso de que en China los costes laborales son menores, hace tiempo que en los polos industriales y tecnológicos más avanzados, los comerciales, los ejecutivos, los ingenieros cobran más que en España. Muchas veces, las empresas para las que trabajan están cotizadas y el paquete de incentivos incluye acciones u opciones sobre acciones. Algo muy común en las startups de EE. UU.

Decían en mi pueblo en referencia a la productividad y a la conveniencia de que, en las organizaciones, desde un cortijo hasta una empresa, hubiera más bien poca gente, que “cuantos más gatos más ratones”.

Si hacemos una encuesta en cualquier empresa a los directores de departamento casi siempre nos dirán que necesitan más recursos. Pocas veces nos dirán que con robotización en IA podrían facturar el doble con el mismo equipo.

Pero el hecho cierto es que la espiral de inflación de productos, energía y de salarios hemos acabado teniendo un déficit de productividad que se puede agrandar en términos relativos respecto de otros territorios con los que competimos.

¿Cómo vamos a competir en Europa si no nos ponemos a toda velocidad a duplicar la productividad?

Los chinos ya tienen claro que su camino va por ser ultra competitivos por tecnología, robotización, IA, ciencia. No por mano de obra barata sino por un elevado valor añadido por hora trabajada. Esto es de un calado enorme y aquí, seguimos a por uvas, haciendo que personas y empresas cada vez tengan más plomo en las alas para competir globalmente. Si de lo que se trata es de venir a disfrutar de nuestros espetos, de la Alhambra y la Giralda, de momento han de venir, pero en industria, en trabajos de alto valor añadido, tendremos que ofrecer un plan de financiación a 10 años con 2 de carencia a todas las empresas que planteen inversiones que les permitan duplicar la productividad. Vender el doble con la misma gente. Cazar los mismos ratones con la mitad de los gatos, que por cierto nuestra demografía y nuestras políticas de inmigración evidencian que vamos a tener cada vez menos. Se jubila mucha más gente de la que entra al mercado laboral y la tendencia va a más. Habrá pleno empleo, pero ha de serlo de calidad y bien remunerado y para ello hay que crear más valor. Para que Chery en Barcelona tenga éxito la productividad lo es todo. Xi Jing Ping lo tiene claro. ¿Y nosotros?