Es Ramadán. El hotel Four Seasons de Bombay está en el límite de un barrio bien, desarrollado, de altas torres de servicios, oficinas, negocios y hoteles. Nuestros socios nos han reservado aquí porque su sede corporativa está al lado. El tráfico en Bombay ha mejorado mucho y hay menos contaminación que en 2008, cuando Esperanza Aguirre salió en noviembre de aquel año, asustada, corriendo y en calcetines de lana gris tras los atentados en el Taj Majal hotel.

Comimos en la segunda planta del hotel, que hace poco ha celebrado sus 120 años. El “corporate club”, del que nuestros socios locales son miembros, es un lugar único. Con una decoración india, pero a la vez con todos los detalles de los clubes ingleses más selectos, los amplios salones privados y la zona abierta acristalada hacia la gran terraza abierta, con su jardín, delante del puerto y la Gateway of India, es una maravilla. Apenas hay dos mesas ocupadas, silencio, y disfrute de una excelente comida vegetariana. Conversando como si el reloj estuviera parado en 1900, me imagino aquella India, conquistada y manejada por una empresa, la Compañía de la India, con licencia para casi todo. La majestuosa puerta, a modo de arco del triunfo, se hizo para la visita del rey, Jorge V, coronado emperador de India en 1911. El bisabuelo del actual Carlos III de Inglaterra.

Aquel año, el de los atentados, fuimos a India media docena de veces, una con la ingeniera Carme Botifoll, la mejor directora general de Accio, a las órdenes del Conseller Huguet en el que, para la internacionalización, la innovación y el impulso de las empresas industriales y tecnológicas catalanas fue el mejor gobierno que recuerdo.

Otra visita la realizamos de la mano de ICEX, con Secartys y otras instituciones. Recuerdo a los señores de Navantia, que estaban ahí detrás de la venta de unos submarinos al ejército indio. Luego les salió pesado y hubo que revisitar el proyecto, atrasar la entrega, incurrir en sobrecostes para aligerarlo. Nuestra prensa, que a veces parece que le alegre que las cosas fallen, hacía chanzas y chascarrillos con el submarino. Hacer innovación en submarinos no es ni rápido ni fácil.

Yo me acordaba de la historia del griego de origen turco afincado en España, Basil Zaharoff. En una historia de Tintín, La oreja rota, se le retrata como malo malísimo, Baharoff. Traficante y mercader de armas en la época otomana, antes de la fracasada invasión de Anatolia por los griegos para reconquistar Esmirna, Zaharoff conocía del invento de Isaac Peral. El primer submarino que funcionaba con distribución y tracción eléctrica, de gran maniobrabilidad, que disparaba torpedos con gran precisión. El turco, que se había casado con una aristócrata española y afincado en la piel de toro, convenció a los griegos de que un submarino les daría la superioridad, frente a los otomanos, para sus acciones en el Egeo y la cobertura a los planes de reincorporar a Grecia un territorio que albergaba más de un millón de griegos ortodoxos bajo dominio otomano. Vendió un submarino a los griegos. Luego, se fue a su país y les informó de que los griegos habían comprado uno y que esto les daría tal superioridad en el mar que estaban perdidos. Se volvió a España con un pedido de dos submarinos para los turcos, que ya preparaban lo peor de ellos mismos con los ultranacionalistas jóvenes turcos, el espíritu del estado nación y las necesarias limpiezas étnicas. Julián Casanovas, en Una violencia Indómita, nos cuenta muy bien cómo el periodo de entreguerras no fue un tiempo de felices años 20 y cómo en Turquía se liquidaba a los armenios, entre los Urales y Polonia se liquidaban y perseguían judíos, en Tanzania, los alemanes exterminaban las tribus rebeldes… Nadie hizo nada, todos miraron hacia otro lado, alentando lo que luego sería la infame solución final.

Zaharoff se fue a los rusos comunistas y les contó que, con el Bósforo y el Egeo infestado de submarinos, sería cuestión de tiempo que los turcos no intentaran retomar sus viejas posesiones de Crimea y amenazar los puertos estratégicos de Mariupol y Odesa. Los rusos le dieron sus correspondientes pedidos de submarinos.

Se vino a España y le ofreció a Peral comprarle el invento. Peral, buen ingeniero y mal vendedor, como muchos de los técnicos españoles, se negó. A partir de aquí el sabotaje de su proyecto y la influencia en el gobierno del turco Zajarov le hizo caer en desgracia, el submarino empezó a fallar en las pruebas y el proyecto de Peral quedó en dique seco. Ni griegos, ni turcos ni rusos recibieron el producto prometido pero la guerra turco-griega de la que surge como renovador Kemal Ataturk se acabó produciendo para gran beneficio de Zaharoff, que para entonces ya se había comprado una fábrica de armas en el País Vasco, era representante de una exitosa marca de ametralladoras, Maxim, y dirigía la empresa militar Vickers.

Aquellos señores de Navantia, hoy, han tenido gran éxito, las cosas han cambiado y tienen productos de gran ventaja técnico-económica, en submarinos y fragatas. Aquel año en Bombay, los príncipes de Asturias estaban allí con nosotros. Se iban acercando a los grupos y saludándonos, preguntando qué intereses y actividades teníamos en la India. Un colega de Secartys, cuando la princesa Letizia le saludó, le dio amablemente su tarjeta de visita. Ella rechazó cogerla explicando que no la necesitaba para nada. Era tan cierto como seco. Una anécdota.

El día de los atentados, nosotros no estábamos alojados en el Taj Majal Palace, era muy caro y estábamos dos manzanas más abajo en un hotel que estaba bien y nadie fue a atacar. La suerte de los pobres.

Han pasado 16 años. Seguimos aquí, suministramos nuestra tecnología a múltiples empresas del sector del automóvil indio y en especial para la creciente electrificación de la movilidad del país. Tenemos un pequeño equipo de unos 20 ingenieros y trabajamos en disponer de capacidad productiva local en breve. El país es una joya.

Entre el Four Seasons y el mar, hay un inmenso suburbio de chabolas, un slum. La película oscarizada Slumdog Millionaire me marcó. Salimos por la noche, tras la llamada del muecín al rezo y la rotura del ayuno. Las callecillas de una zona tan humilde eran un hervidero.

Hace un año coincidían la Pascua Judía, la cristiana y el Ramadán. Estaba con mi familia en Jerusalén Este, en la ciudad antigua, tras el atardecer, disfrutando de un ambiente festivo en las calles llenas junto a la Puerta de Babilonia. Una luna casi llena iluminaba un espacio mágico, histórico, lleno de vida.

En la actual Mumbay, el nacionalismo indio hindi, está en alza. La reacción musulmana, cada vez más señalada, ha sido reafirmarse. Hace 16 años no había tantos burkas ni coberturas integrales. El país va como un cohete en lo económico. El plan de infraestructuras es de una gran ambición, se ven grúas por todas partes, autopistas, carreteras, puentes, ferrocarril, centrales eléctricas y líneas de alta tensión.

Por el límite del slum (una especie de inmensa favela para el que no recuerde la peli) están las obras de la extensión de la línea 3 del metro, por terreno y túneles ganados al mar están haciendo una especie de mega ronda litoral, una circunvalación impresionante de Bombay, desde la que se ven vistas increíbles. La economía india crece de promedio el 8 por ciento con ciudades como esta creciendo muy por encima del 10. El doble de gente de Portugal en solo una ciudad. Los portugueses no aspiraron a hacer imperio, a llevar cultura, a mezclarse con los pueblos de su pasado colonial. Fueron ellos los primeros europeos modernos que descubren y explotan comercialmente Bombay para el occidente moderno, pero su huella aquí es mínima.

Ocupaban, fortificaban una plaza, un presidio en términos castellanos, y asentaban un pequeño contingente para el comercio, la defensa, pero ni se adentraban en el país, ni llevaban cultura, educación, religión, obra civil, universidades, hospitales y el imperio de la misma ley que reinaba en Lisboa a todas sus posesiones. He visitado Goa hace años, una plaza mayor, en busca de restos culturales, también en Malaca en Malasia, en Macao … poco queda. No vi, como en Filipinas o Hispanoamérica, ni Barroco, ni Universidades ni Hospitales ni grandes obras civiles que hubieran trascendido el tiempo.

La huella británica aquí sí que está presente. Para bien y para mal. Tomemos lo bueno, que hay mucho. El ferrocarril, introducido por los ingleses en la misma época que los rusos lo llevaban hasta Kamchatka a través de Siberia, vertebró y unió un país de dimensiones continentales. Cuando subíamos los puertos de montaña que separan Bombay de la ciudad de Nashik, abarrotada de industrias, iba viendo el trazado intacto de las vías por los mismos túneles que las compañías británicas habían construido. A unos trescientos kilómetros al noreste de Bombay, en un territorio alto que da un excelente vino, el paisaje, sin la humedad del mar antes de la estación lluviosa que inauguran los monzones, es árido, como las sabanas del Sahel, con esos árboles secos sin hojas que parecen estar muertos.

Modi ha encarcelado a algunos disidentes y críticos. Cuando preguntas a personas de clase media y alta, se ve que no les disgusta porque las reformas y el impulso de la economía van bien, pero empiezan a estar incómodos con la deriva a la autocracia y el autoritarismo. “Van a sacar 400 escaños o más. No hace falta encarcelar a nadie. No es bueno para la democracia” me decía uno de ellos, que preside un gran grupo empresarial y que es médico de formación.

Antes, mucho antes que los portugueses, los macedonios habían llegado a las puertas de la India. La obsesión de Alejandro por perseguir, derrotar y matar a Darío, le llevo desde Anatolia a Egipto, adonde retuvo a la mujer y la hija de Darío que, presionado y perseguido por los griegos, huye hacia Partía, la tumba de Casio, y acaba a las puertas del Hindukush, en sus dominios más orientales.

La periodista Berta González de Vega adora este país, me recuerda, con una foto de una escultura de Zeus y Buda, la huella profunda, y remota del encuentro de estas dos civilizaciones. Moverse a caballo, con reatas de mulas, con elefantes, con camellos, en caravanas, cuando el tiempo era infinito y este cielo estaba limpio hace más de dos milenios debía ser una aventura formidable. El comercio, siempre el comercio, los inmensos flujos entre enormes poblaciones antes de la era de las grandes navegaciones, cuando Persia, Turquía, el Levante, eran la puerta de aquella India que hoy son 6 países, y al norte con la Samarkanda de Tamerlan, la puerta de China, del comercio de las cerámicas, solo reproducidas en calidades parecidas en occidente a partir del siglo XVI, de la seda, solo reproducida en calidades similares en occidente en las taifas musulmanas del Levante español.

¿Cómo pudieron aguantar los Bizantinos semejante presión tanto tiempo? Aquellos romanos de oriente que eran mas bien griegos llevaron su influencia hasta Etiopia, hasta el origen de la Rusia Eslava y cristiana desde el principado de Kiev que empieza su extensión hacia el Este durante un milenio y que completa con el ferrocarril. Lo que Genghis Khan consigue en tres generaciones lo desmontan durante siglos los rusos, los otomanos, los chinos Han y finalmente el imperio británico.

Robert D Kaplan, el famoso periodista y reportero americano especializado en Oriente Medio, hace una reflexión muy interesante en su último libro, El Telar del Tiempo. Repasa esta región, que ha visitado desde los 70 del siglo XX, se va a visitar a sus setenta años a sus viejos contactos y colegas de su época de corresponsal extranjero en cada lugar clave de la región, desde Estambul hasta El Cairo, Adís Abeba, Líbano…. Recoge conversaciones de gran valor con actores y protagonistas de los cambios en esta región desde la segunda guerra mundial hasta la primavera árabe fundamentalmente. Kaplan menciona y reconoce e implícitamente se incluye en el Orientalismo que Edward Said atribuye a la inmensa mayoría de observadores e intelectuales occidentales que se han asomado desde fuera, desde su atalaya llena de sesgos y etnocentrismo a estas culturas y civilizaciones tan antiguas como la propia humanidad. Nos recuerda, que el tiempo transcurrido entre la construcción de las pirámides y Alejandro es el mismo que el desde Alejandro a nuestros días.

Nos evidencia también, a propósito de Nasser, Sadat, Mubarak, al Sisi, el Assad, Gadafi, Sadam Hussein, Putin y, en menor medida Erdogan o Mohamed Bin Salman, que, en los primeros años de mandato, los autócratas, plantean reformas e impulsos de la economía buenos, necesarios y que, a cambio de orden y progreso material para sus pueblos, obtienen legitimidad y apoyo en detrimento de la libertad. La deriva autoritaria acaba poniendo presión sobre los medios libres, sobre cualquier disidencia y el resto de sus mandatos, acaban, como decía Kissinger, galopando a lomos de tigres. No hay manera de proteger sus enormes patrimonios, ni sus familias y sus redes clientelares cuando ya no gobiernen, con lo que el resto de sus mandatos acaban en una involución en la que se termina el progreso material, pero se incrementan las pérdidas de libertad y derechos fundamentales. Difícil descabalgar a tigre sin que te acabe devorando.

Acusa a su gobierno de EE. UU. de gran ingenuidad, desconocimiento y responsabilidad en el avispero actual, a pesar de él mismo haber sido asesor de la Casa Blanca para Oriente Medio.

Les acusa de haber empezado ya con el Sha de Persia, y luego con el apoyo al Baaz y Sadam primero y con el desastre de la primera guerra del Golfo y con el, aún peor, cataclismo de la segunda guerra de Iraq , que pone en bandeja todo el Levante a un nuevo imperialismo persa, con Siria e Iraq claramente en sus manos, con las alas a los Kurdos que producen un neoimperialismo otomano en la Turquía de Erdogan que, como aliado de la OTAN, juega cada vez más descaradamente a ser un agente en la región que un día fue otomana, con su apoyo a los Hermanos Musulmanes y a Hamas.

Curiosamente, el partido del que fue ministro de asuntos exteriores del primer gobierno del Erdogan moderado, el CHP de Ekrem Imamoglu, que iniciaba una etapa de diálogo y comercio con todo su entorno, ha ganado las elecciones en Estambul, desde donde volé aquí esta semana. Más de la mitad de la población mundial está bajo dictaduras, autocracias o democracias con fuertes presiones iliberales, nacionalistas hiperventilados y pulsiones de homogeneidad étnica o religiosa.

Me entero aquí, en las noches de insomnio que me regala el jet lag, que Israel ha ido un paso más allá atacando directamente con misiles de precisión el consulado iraní en Damasco y ha asesinado a varios militares iranies entre ellos al general Reza Zahedi de la Guardia republicana. En Israel, la población hace acopio de agua, víveres y generadores eléctricos a la espera de represalias directas de Irán, leo en la prensa.

El estado de derecho cada vez más amenazado en más países. Cada vez hay menos pudor para poner aparatchicks en las instituciones públicas. El socialista Eduardo Madina criticaba abiertamente en una tertulia, que escuchaba en podcast mientras volaba, que la nueva presidenta de TVE sea militante del PSOE. Cuestión de estética y de formas. También le pasó a Aznar, su primer mandato fue tan reformista como moderado y nombró a un socialista defensor del pueblo, un gesto impensable en el contexto actual, 20 años después.

La gente aquí en este barrio es muy humilde, pero han decorado sus callecillas con banderines de papel verdes con una media luna blanca. Fui a comprar unas verduras rebozadas con especias en un puestecillo. No me quedaban rupias, las había gastado en un puesto de especias. En muchos puestos tienen un código QR que escaneas y pagas con el móvil. Ella no lo tenía, le dije que tenía euros, dólares y dinares pero que no me quedaban rupias. La mujer me miró y sonrió. Me regaló el cartucho de papel con las 5 deliciosas piezas de esa tempura india. Ramadán Kareem. Ramadán Kareem.

Cada vez que paseo entre gente sencilla, como la de mi pueblo, humilde, que vive y deja vivir, que sonríe y comparte, como en el barrio árabe de Jerusalén, como aquí en Bombay, estoy más seguro que a los que dicen hacer lo que hacen por ellos, no les importan absolutamente nada.

Para el vuelo Estambul Bombay me había descargado el ultimo Histocast. Para el que no lo conozca, un podcast de Historia del que nacieron Memorias de un Tambor de José Carlos Gracia y El Último Humanista, del gran psiquíatra murciano de Harvard Fernando Espí. El director del podcast, Goyo, aparte de una enorme curiosidad por el conocimiento y pasión por la divulgación de la Historia, tiene el talento de rodearse de colaboradores expertos, mucho mejores que él, lo cual le honra. El paisano malagueño Hugo Cañete, del grupo de estudios en historia militar y gran estudioso de los Tercios, colabora con frecuencia. Otro malagueño tan brillante como hombre del renacimiento es el abogado y alto funcionario de la Comisión Europea Leonardo Cervera Navas. A los amantes de la historia y la cultura les recomiendo los podcasts en los que Leonardo nos narra la de la Unión Europea y las semblanzas que hace de aquellos padres de la Unión surgidos de la hecatombe de la guerra. Son interesantísimos también los tres capítulos que dedican a los tres siglos de historia de los Estados Unidos de América, desde la llegada de Ponce de León a Florida, buscando el mítico Paso del Noroeste, hacia las islas de las especias y fundación de la primera ciudad en su actual territorio, San Agustín, hasta la guerra México-americana y la conquista de la Alta California. Enriquecen, sin duda, esa historia simplista que defiende que los Estados Unidos arrancan del grupo de puritanos ingleses embarcados en el Mayflower y que ignora la parte de la historia de los pueblos nativos y la acción civilizatoria en el Virreinato de la Nueva España durante 300 años, que supone más de la mitad del actual territorio y población de los EE. UU.

El podcast iba sobre ángeles. Sobre esas personas buenas de gran corazón que a riesgo de su propia vida y de perderlo todo, ayudan desinteresadamente, sin pedir ni esperar nada a cambio a los demás. La Shoah, el genocidio judío perpetrado por los nazis, está lleno de testimonios sobre ángeles. Hacía un año que habíamos visitado el sobrecogedor museo de la Shoah en Jerusalén. Las imágenes y los testimonios son, por más que conozcas la historia, escalofriantes.

A mí, lo que más me gustó, era el jardín arriba en una extensa terraza sobre el desmonte de la colina que reconoce a los Justos entre las Naciones, aquellas personas que fueron ángeles y ayudaron y salvaron muchas vidas inocentes. La mayor distinción que el Estado de Israel hace a un no judío. Para mi 48 cumpleaños, mi mujer nos había regalado sendos hoodies de Open Arms, que llevábamos puestos. Pensé allí, delante del nombre de Angel Sanz Briz, el funcionario aragonés que salvó a miles de judíos desde su puesto en la embajada de Budapest, en Oscar Camps y en sus compañeros de Open Arms, salvando a miles de sirios en las costas griegas. Me acordé del asturiano José Andrés y sus voluntarios dando de comer a todos los que en el Covid lo pasaron tan mal y en cada catástrofe en la que los más humildes se quedan sin nada.

Leonardo, Hugo y Goyo mencionaron a muchos de estos ángeles, nos prometieron, para el próximo capítulo, una entrevista con el hijo de Ángel Sanz. Me impactó la historia del albañil italiano casi analfabeto que salvó, dándole cada día comida, alguna ropa raída para paliar su frio y sobre todo aliento humano a Primo Levy. Se llamaba Lorenzo Perrone. En su memoria, Levy le puso Enzo a su hijo.

Aterricé emocionado y contento por el magnífico audio que ponía en valor la bondad humana. Esa noche supe que el ejército de Israel había realizado varios ataques al convoy de World Central Kitchen, la ONG de cocineros altruistas de José Andrés. Esperaba que no hubiera víctimas, que hubiera sido un accidente. No podía entender que la iniciativa de un ángel, de un hombre que sin duda habría sido un Justo entre las Naciones, si de él hubiera dependido que comieran aquellos perseguidos, hubiera recibido tres impactos de misiles, hiriendo y matando a cooperantes que llevaban comida.

Esa noche, no fue el jet lag. La pena no me dejó dormir. ¿Qué pensarían aquellos Justos entre las Naciones sobre lo que está sucediendo en Palestina?