El Gobierno andaluz se enfrenta este fin de semana a una recomposición. Las quinielas, a estas alturas, se están saliendo de madre y -algo raro en la comunicación política- en San Telmo están manteniendo un férreo control de lo que sale. En estos días el protagonismo es de Moreno. Ya llegará el momento de contar otras cosas. ¡Quién fuera Pegasus para saber las notitas de Juanma Moreno en el móvil!

De los once consejeros que han formado parte hay cuatro que ya tienen otras cosas que hacer: Juan Bravo y Elías Bendodo andan arreglando el PP en Génova para que Feijóo consiga hacerse un Moreno y de aquí a un año esté dando la batalla para ser presidente de España. A Jesús Aguirre lo han sentado en el Parlamento a ver los toros desde la barrera después de las cornás que se ha llevado con la listeria, la Covid-19 o la viruela del mono.

Por su parte, Juan Marín andará con sus hijos tomando la medida a la manzanilla que hay que echarle a las torrijas. Sentado en la Plaza del Cabildo o en la calle Ancha, en su querida Barbiana, viendo la coronación de la Virgen de los Dolores de Sanlúcar, o tomando una Gabriela en Bajo de Guía.

Hay otros nombres que están más fuera que dentro. Cardenete, el sustituto de Imbroda, a quien apenas ha dado tiempo a ponerle cara, tiene todas las papeletas de quedarse en una segunda línea. Es harto improbable que repita como consejero de Educación.

La más ciudadaner de todos los consejeros, Rocío Ruiz, se dio de baja para facilitar su hipotético fichaje por parte de Juanma Moreno. Ruiz ha aguantado carros, carretas y carretones en su lucha intestina por el control de Cs en Andalucía. Y así ha acabado, fuera. Su inclusión en el nuevo gabinete no sería sorprendente, pero la Consejería de Asuntos Sociales tiene muy buenos pretendientes en las filas populares…

Rogelio Velasco, consejero de Economía y Universidades, es uno de los que mejor han asentado su liderazgo en una cartera complicada. Si bien es cierto que los asuntos económicos iban de la mano de Bravo en Hacienda, Velasco ha puesto en circulación proyectos vinculados a la recuperación y, sobre todo, ha abierto la lata de las universidades privadas, algo que el nuevo Ejecutivo de Moreno tendrá que rematar. Si será o no Velasco, sigue siendo una incógnita.

De la cuota naranja quien sí parece tener un pie en el nuevo equipo es Rocío Blanco. La consejera de Empleo ha sido una de las joyitas, ha estado muy bien valorada y su perfil -discreto en lo político y especialmente técnico- gusta y casa a la perfección con el estilo que Moreno quiere imprimir a su Gobierno.

Así, con Bendodo, Bravo, Marín, Aguirre, Ruiz y Cardenete fuera de concurso y con Velasco entre dos aguas, Moreno contaría en principio con la granadina Marifrán Carazo. Otro caso es el de la sevillana Patricia del Pozo y el de la almeriense Carmen Crespo, que tienen un pie dentro y otro fuera.

Las quinielas son pura magia. Aparecen nombres que sólo suenan en las cabezas de los posibles agraciados. Sí es cierto que Córdoba, Jaén, Cádiz o Huelva tendrán que estar presentes en el Gobierno, junto con una cuota popular malagueña.

La imagen de continuidad la va a mantener Moreno, a pesar de que Feijóo le haya quitado a sus dos ángeles de la guarda. Quedan horas para salir de dudas. Hagan sus apuestas. ¿Turismo llegará a Málaga o se quedará en Sevilla?

Quedan horas para descubrir a los acertantes en las quinielas. Si hay algo que está claro es que va a haber pocos, muy pocos acertantes. El pleno al 15: identificar a la persona que ejerza la portavocía. Aunque no se lo crean, hay a quien le gustaría estar en el pellejo de Marín durante estos días.