Vistas de Marbella.

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Marbella

El viaje histórico inesperado de Marbella: de asentamiento paleolítico a meca del lujo

Fenicios, romanos, musulmanes dibujan la extensa historia de la ciudad de la Costa del Sol. El primer negocio hotelero fue la Fonda Comercial y data de 1918.

Más información: Así es el gran proyecto hotelero de lujo que un fondo sueco plantea en plena Milla de Oro de Marbella

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Conocida mundialmente como sinónimo de lujo y turismo de alto standing, la historia de Marbella es un tapiz mucho más rico y complejo, entrelazado con milenios de asentamientos humanos, auge industrial y transformaciones económicas profundas.

Un análisis de sus orígenes revela un pasado sorprendente, donde la agricultura, la siderurgia y la minería sentaron las bases para lo que hoy es uno de los destinos más codiciados del Mediterráneo.

Este extenso repaso por el pasado de la localidad costasoleña queda plasmado en uno de los documentos del nuevo planeamiento urbanístico de la localidad. Una propuesta de intervención con la que se pretende avanzar en el futuro de un municipio marcado a fuego por el urbanismo ilegal de la etapa de Gil.

Los primeros eslabones de la humanidad

Los primeros vestigios de humanización en el territorio de Marbella se remontan al Paleolítico Superior, con hallazgos en Coto Correa y Altos de Artola.

Durante el Neolítico y Calcolítico, cuevas como las de Nagüeles y asentamientos al aire libre ya marcaban la presencia humana. Hace unos 2.700 años, los fenicios se establecieron en estas costas, atraídos por la combinación de sierra y playa, ideal para la construcción naval, la pesca y el comercio de metales.

Sin embargo, el gran salto llegó con la dominación romana, quienes explotaron intensivamente los recursos marinos, destacando la sardina, y prosperaron con la producción de salazones de pescado. Marbella fue un asentamiento polinuclear, con núcleos principales entre Guadalmina Baja y Lindavista, donde se han encontrado termas, una basílica paleocristiana y mosaicos, sugiriendo la presencia de la ciudad romana de Cilniana.

La Marbella musulmana, a partir del año 711, pasó por varias etapas. Durante la dinastía nazarí, la ciudad llegó a albergar a unas 30.000 personas dentro de su recinto amurallado, con alcazabas, mezquitas y un puerto en auge. Su economía se basaba en el mar y la huerta.

Termas romanas Las Bóvedas, Marbella.

Termas romanas Las Bóvedas, Marbella. Luis Monje

A finales del siglo IX, se construyó el castillo alcazaba, y en el siglo XII, Al-Idrisi la describía como "pequeña pero bien habitada" con unas 3.000 personas, una medina de aproximadamente 90.000 metros cuadrados y una red de torres almenaras costeras para vigilancia. En esta etapa, la ciudad se dedicaba principalmente a la agricultura, siendo famosas sus higuera y morenas (posiblemente referidas a moreras para la seda).

La transformación cristiana y las primeras expansiones urbanas

La conquista por los Reyes Católicos el 11 de junio de 1485 marcó el inicio de un periodo de profundos cambios. Las defensas se mantuvieron y reforzaron, especialmente las torres del litoral para combatir los constantes ataques de piratas berberiscos y turcos en los siglos XVI y XVII.

Tras la Toma de Granada, la ciudad se expandió fuera del recinto amurallado, con la apertura de nuevas calles como la Calle Nueva, y la construcción de capillas, conventos (como el de la Santísima Trinidad), casas señoriales y hospitales (San Juan de Dios, Alonso Bazán).

La actuación más ambiciosa fue la creación de la Plaza de los Naranjos, derribando casas para dar lugar a un nuevo centro urbano con el Ayuntamiento y la cárcel (donde hoy se levanta el consistorio actual).

En el siglo XVI, la ciudad ya contaba con ochocientas casas y se distinguían barrios como Pedraza y Puerta del Mar. En los siglos XVII y XVIII, el cultivo de la caña de azúcar tomó auge, dejando la impronta de numerosos trapiches en el territorio.

El siglo XVIII vio nacer el primer barrio de San Francisco o Alto, al norte de las murallas, que se consolidó con empedrado de calles y la aparición de casas señoriales. Más al este, el Barrio Nuevo o El Barrio surgió junto a la Puerta de Málaga, aunque inicialmente separado por una barrera social y física que representaba el arroyo de la Represa.

La Alameda, una zona verde de unos 20.000 metros cuadrados, se convirtió en el epicentro de la vida vecinal en el siglo XIX.

Marbella, capital nacional de la siderurgia y el apogeo agrícola

El siglo XIX trajo consigo un cambio trascendental: Marbella se erigió como la capital nacional de la siderurgia. Con los primeros altos hornos de España en las fincas de La Concepción y El Ángel, impulsados por las familias Heredia y Ejiró, la ciudad llegó a producir el 75 por ciento del hierro que se fundía en España.

La Ferrería La Concepción, fundada por Manuel Agustín Heredia en 1826, produjo hasta el 70% del hierro fundido del país antes de decaer en 1884 por la falta de combustible vegetal y la competencia del País Vasco. La minería del plomo, especialmente en la mina de Buenavista, también fue crucial para la exportación y el equilibrio de la balanza de pagos española.

A pesar de la siderurgia, la industria azucarera mantuvo su presencia. Un hito fundamental fue la creación de la Colonia Agrícola de San Pedro Alcántara en 1860, impulsada por el general Manuel Gutiérrez de la Concha, Marqués del Duero.

Esta ambiciosa obra, sobre 10.000 hectáreas, se dedicó al cultivo de la caña de azúcar y la remolacha, con su propio ingenio azucarero, presas y una Granja-Modelo o Escuela de Capataces, pionera en el país por su especialización y el uso de maquinaria moderna.

La fábrica de azúcar de San Pedro Alcántara, inaugurada en 1871, dio origen al barrio de El Ingenio, y fue un centro de innovación agrícola hasta su cierre en 1915, marcando el fin de una era industrial en la zona. A mediados del siglo XX, entre 1950 y 1974, la mina del Peñoncillo resurgió, dando lugar a la construcción de El Cable, un icónico sistema de vagonetas aéreas para transportar el mineral hasta la bahía.

El giro hacia el turismo: el renacimiento de Marbella

Hotel Don Pepe.

Hotel Don Pepe. Fundación Docomomo Ibérico

El año 1944 marcó el cierre definitivo de la colonia agrícola de San Pedro Alcántara, y con ello, las tierras se vendieron y la agricultura dio paso al turismo.

Un hito temprano en la vocación turística de la ciudad fue la apertura del primer negocio hotelero: la Fonda Comercial en 1918.

Fue inaugurada por el matrimonio formado por don Antonio Sánchez Ortiz y doña María Cuevas Blanco. Contaba inicialmente con doce habitaciones y estaba situada en la calle Valdés.

Alrededor de 1923, el negocio, ya bajo la denominación de Hotel Comercial, se trasladó a la plaza de África, cerca del conocido Chorro de África. Este establecimiento fue demolido en 1975 para la construcción de un edificio bancario.

A mediados del siglo XX, la Costa del Sol, y Marbella en particular, reunió las condiciones perfectas para el desarrollo turístico: playas extensas, vegetación abundante y una leve presencia humana dedicada a la agricultura y la pesca.

A partir de 1950, se inició un proceso irreversible de ocupación del suelo, con intervenciones aisladas que se convertirían en núcleos de actividad. Ricardo Soriano, Marqués de Ivanrey, fue un pionero, edificando el primer complejo hotelero, Venta y Albergues El Rodeo en 1947, y vendiendo parcelas a amigos con la condición de mantener un estilo arquitectónico popular andaluz.

Su sobrino, el príncipe Alfonso von Hohenlohe, adoptó este estilo al fundar en 1954 el Marbella Club, que de un cortijo se transformó en un exclusivo club social y luego en un pequeño hotel, emulando los "moteles" americanos.

Este modelo de Golf urbanización, donde los campos de golf se vinculaban a promociones inmobiliarias, nació en 1956 con la ampliación de la Hacienda Guadalmina de Norberto Goizueta, que abrió su campo de golf en 1959. Grandes proyectos como la urbanización Nueva Andalucía, iniciada por José Banús Masdeu en 1963, transformaron el paisaje con un diseño innovador.

Entre 1950 y 1980, la Milla de Oro y sus alrededores vieron el surgimiento de hoteles emblemáticos que consolidaron la imagen de lujo de Marbella. El Hotel El Fuerte (1957), con el primer ascensor de la Costa del Sol, se convirtió en punto de encuentro de celebridades.

Le siguieron el Hotel Guadalpín (1958), el Hotel Don Pepe (1964), que marcó un hito arquitectónico, y el Hotel Los Monteros (1962), centrado en el deporte. Otros establecimientos como el Incosol Hotel Medical SPA (1973) y el Hotel Don Carlos (1968) con sus extensos jardines tropicales, afianzaron la reputación de la ciudad.

El Hotel Puente Romano, tras conversaciones entre el príncipe Alfonso y Mouaffak Al Midani, abrió oficialmente como hotel en 1979.

La expansión turística fue tan masiva que el núcleo original de Marbella pasó de ocupar 24 hectáreas en 1950 a unas 450 hectáreas en 1980.

En la década de los 80, la llegada de grandes inversores árabes, como el rey Fahd, con la construcción de su palacio y la Mezquita de Marbella, junto con la apertura de bancos árabes, ayudó a difundir la imagen de la ciudad como una "meca de multimillonarios, hombres y mujeres de negocios y artistas de renombre mundial".