Unas chicas de Salamanca en la Feria de Málaga

Unas chicas de Salamanca en la Feria de Málaga Francisco Sánchez

Málaga ciudad

Tardeo, botellón, risas y Cartojal: la Feria de Málaga a través de los ojos de los jóvenes

Los jóvenes coinciden en que la Explanada de la Juventud no debería dejar de celebrar el mítico botellón, aunque sí están a favor de que haya un mayor control.

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Francisco Sánchez Patricia Sierra
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Alcohol, peleas, botellón, basura... Son las palabras que a más de uno se le vendrán a la cabeza al juntar Feria de Málaga y jóvenes. Las críticas hacia ellos no dejan de llegar, y más en esta época de agosto.

Por una parte, están los que piensan que dejan la Explanada de la Juventud hecha un asco, con bolsas y restos de un cóctel de orina, vómitos y demás. Por otro, que muchos solo buscan y generan broncas. Pero, ¿cómo viven en realidad los jóvenes la semana de fiesta?

Iván tiene 21 años y, aunque en esta ocasión ha acudido a los festejos con amigos, también lo hace con su familia. Planea disfrutar del evento todos los días posibles, pero con cabeza. Por eso prefiere el tardeo.

Mientras el sol todavía asoma "el ambiente que se respira es mejor" si se compara con el de la noche. Cuando la luna aparece, la música surge en la explanada. El botellón empieza, aglutinando a toda "la morralla de Málaga, para ser sincero", opina el joven.

Tampoco cree que deba tomarse una medida tan drástica como acabar con el botellón. "No creo que eso salga bien", comenta. Eso sí, está a favor de un cambio.

Gran parte del público que se reúne en ese espacio anejo del Real de Cortijo de Torres tiene prohibida la entrada en la mayoría de casetas, o eso cree él. De manera que una posible solución podría ser "una caseta joven".

No es que todo el mundo vaya a la feria solo a beber. "Yo vengo a pasármelo bien", asegura. A su juicio es necesario darle una vuelta al hecho de que "a partir de las 04:00 de la madrugada vea a todo el mundo borracho".

Iván junto a sus amigos en la Feria de Málaga.

Iván junto a sus amigos en la Feria de Málaga. Patricia Sierra

Las Martas (podría ser el nombre de un grupo de música flamenca, pero son unas amigas de toda la vida) tienen apenas 20 años y viven la Feria con esa mirada joven que mezcla ilusión, calor y Cartojal. Una combinación que refleja la esencia de la fiesta a las mil maravillas.

"Vamos hasta que el cuerpo aguante, y si no aguanta, ya veremos cómo lo convencemos", aclaraba Marta. Confiesan que lo que más ilusión les hace es ponerse el traje de flamenca.

Aunque también les gusta algo más: "Comerme una papasá y luego, lo que venga, que la Feria al final es solo una semana al año", remarca.

Si bien reconocen que la Feria del Centro tiene más esencia, son de las que opinan que "se la están cargando". Los cambios de normativas hacen que se pierda el olor a Cartojal del casco antiguo. "Parece hecha más para el guiri que para el de aquí", dicen.

También reconocen que no les gustan las colas interminables o el botellón convertido en un estercolero. "Si la gente recogiera sus botellas, otro gallo cantaría", expresan.

Las Martas, jóvenes que están en la Feria de Málaga

Las Martas, jóvenes que están en la Feria de Málaga Francisco Sánchez

Paula, Blanca, Álvaro y Alex son cuatro amigos. Forman un grupo con edades que oscilan entre los 17 y 20 años. Han acudido desde distintas partes de la provincia a "disfrutar lo máximo posible" de la feria. ¡Ojo! "Pero con calma, quiero evitar los problemas", dice uno de ellos.

Para ellos, la mejor parte de la fiesta es la tarde. Entre los posibles conflictos que puede acarrear la noche y que "en el Centro hace mucha más calor y hay mucha gente", el tardeo es mucho más relajado.

A pesar de que entre sus intereses no se encuentra pisar el botellón, no ven del todo correcta su desaparición. Álvaro no va a beber, pero entiende a quienes les gusta hacerlo. Por eso, no ve bien que "tengan que esconderse si hay una zona para botellón".

Las chicas coinciden en que tiene que haber un lugar para beber. "Pero que después todo el mundo recoja sus cosas". Está quien va un poco pasado de alcohol y no se da cuenta, o el que simplemente pasa de retirar sus restos. "Van dejando toda la suciedad y otra persona tiene que recoger sus cosas. Eso al final nos perjudica a todo el mundo", critican.

Están encantados con la Feria de Málaga. Álex la compara con la de algunos pueblos, en los que echa en falta el montón de toldos y sombra que hay en el Real. En líneas generales, el chico cree que la Feria "está bastante bien, tiene de todo, casetas para la gente joven y mayor".

Un grupo de jóvenes en la Feria de Málaga

Un grupo de jóvenes en la Feria de Málaga Francisco Sánchez

Clara y sus amigas llegaron desde Salamanca con una misión clara: convertir la Feria de Málaga en su propio Erasmus de verano. "Somos un grupo de la universidad y hemos aprovechado la feria para hacer un viaje y tener un reencuentro entre nosotras", confiesa.

Vinieron con la idea de pasar un par de días, pero en cuanto pisaron el Real sintieron que habían aterrizado en un mundo paralelo de calor, música y Cartojal. Un planazo se mire por donde se mire. "Esto es un horno con alegría", resume una amiga suya.

Lo que más les ha sorprendido de la fiesta es el famoso "tardeo malagueño". "Por la tarde el ambiente es mucho más de calle, más campechano, además de que los de Málaga sois mucho más abiertos", dice Clara.

También les fascinó ver a tanta gente vestida de gitana, algo que en Salamanca solo habían visto en las películas. "Es que es un espectáculo, te giras y hay volantes por todas partes", añade.

Eso sí, también comprobaron que la feria tiene su cara menos amable: las colas y la organización. "El sábado por la noche eran interminables, era imposible entrar en ninguna", se queja Clara. Otra amiga suya hizo hincapié en la organización: "Nefasta, deberían mejorar algunas cosas".

Al final, ni todo es basura, ni todo es bronca. Lo que queda en la memoria de la Feria de Málaga son todos los momentos buenos que los jóvenes han vivido allí. Sí, hay excesos, pero también historias de alegría que difícilmente se olvidan.

Aunque algunos solo vean botellón y peleas, los jóvenes también entienden la feria como lo que es: una celebración de la vida, en la que, entre tanto ruido, lo que más resuena es la risa.