No es que el doctor Glückmann acabe las operaciones más rápido que nadie sino que, además de por su faceta profesional en la medicina, Enrique Glückmann Maldonado es uno de los pilotos malagueños más respetados a nivel nacional por sus magníficas actuaciones en los circuitos españoles y el gran legado de contrincantes y amigos que coinciden en algo: además de haber sido un gran piloto es una excelente persona.

Glückmann comenzó muy joven para la época de la que hablamos, pues en los setenta el mundo del karting estaba poco desarrollado en Málaga, donde muy poca gente participaba en lo que ya en esa época se consideraba un paso necesario para iniciarse en la competición del motor.

No había circuitos y cualquier aparcamiento valía para, con unas pocas balas de paja, montar un trazado razonablemente seguro, o nada seguro para los estándares de hoy día. Esos primeros pasos en la competición ya los compaginaba con los estudios de medicina.

Del karting pasó a los monoplazas en una categoría nacional denominada Fórmula Fiesta, monoplazas con chasis de tubo y motor de Ford Fiesta, que sirvió de trampolín a muchos pilotos de principios de los ochenta. Glückmann ganó el campeonato de 1984 y dio el salto a los turismos, participando dos años en la Copa R5 GT Turbo con los mejores pilotos españoles de la época, siendo habitual verlo entre los primeros puestos de ese exigente certamen.

En 1987 volvió a los monoplazas, al recién instaurado campeonato de España de Fórmula Ford, con chasis más elaborados y motores más potentes que los que utilizó años antes. Allí era habitual verlo luchar por la victoria con pilotos de la talla de Ángel Burgueño, Pedro de la Rosa, Miguel Ángel de Castro, Jordi Gené o Roger Morback, estando en el podio final varias temporadas.

En 1991 dejó el pilotaje, pero no las carreras, porque en 1992 creó la escudería Glückmann Racing para dar soporte a pilotos de monoplazas, primero en la propia Fórmula Ford, después en la Fórmula Renault y más tarde en la Fórmula Nissan, para acabar cerrando el ciclo en 1997. A partir de ese año, y en su mejor momento profesional en el mundo de la medicina, pasó a convertirse en asesor de pilotos en distintos campeonatos, liberando así tiempo para su otra gran pasión, la cirugía, especialista en digestivo, de la que es un referente.

El homenaje preparado por sus amigos fue un momento para contar historias, anécdotas, y para el reencuentro con un enorme grupo de pilotos de todas las épocas. La emoción llegó al ver los mensajes de video que enviaron sus dos hijos, que viven fuera de Málaga, además de los saludos de otros pilotos y amigos de fuera de Málaga. A sus 67 sigue siendo un reputado cirujano, pero para sus amigos es, sobre todo, una excelente persona.