Fotis Katsikaris, en su último partido como entrenador del Unicaja.

Fotis Katsikaris, en su último partido como entrenador del Unicaja. ACBPHOTO/E.CASAS

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El Unicaja despide el año en el que dejó de codearse con los grandes

El conjunto cajista se quedó lejos de los objetivos, se vació el Martín Carpena, murieron tres bastiones del club y se renovó casi al completo de la plantilla en verano.

28 diciembre, 2022 05:00

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Este miércoles, el Unicaja de Málaga echará el telón a un año 2022 en el que dejó de codearse con los grandes, ya no ocupó el lugar que siempre había ocupado a lo largo de su historia, durante los treinta años de la fusión de los dos clubes que se cumple esta temporada. En Los Guindos no se cumplió ningún objetivo a nivel deportivo y hubo que darle un giro al rumbo que la entidad se había marcado a nivel deportivo. Además, los tres bastiones de la historia del club dijeron adiós para siempre, Alfonso Queipo de Llano, Javier Imbroda y José María Martín Urbano

El Unicaja de Málaga no peleó ninguna de las competiciones que disputó la temporada pasada. Si bien es cierto que el cuadro cajista se había bajado del escalón que ocupó durante su edad dorada, en el que estaba FC Barcelona, Real Madrid, Baskonia o Valencia Basket, sí se le exigía al conjunto de Los Guindos meterse en la fase final tanto de la Copa del Rey como del Playoff de la Liga Endesa, así como en la Final Four de la BCL, una competición europea naciente después de haberse caído de la aristocracia del viejo continente. 

El primer objetivo fue la clasificación para la Copa del Rey. El conjunto verde cerró la primera vuelta en novena posición, a dos victorias de las posiciones que dan derecho al torneo. Fue un traspié fraguado en el último tramo de 2021 pero confirmado en 2022. Poco después de la eliminación fue destituido Fotis Katsikaris y llegó Ibon Navarro. Era el mes de febrero y ya había pocas esperanzas de enderezar la temporada. 

Y así fue. Lo siguiente fue quedarse fuera de la Final Four de la Liga de Campeones (BCL). Tras pasar las dos primeras fases de la competición, el Unicaja se coló en los cuartos de final, donde se le cruzó el BAXI Manresa. El factor cancha era de los catalanes, que lo aprovecharon. En una serie al mejor de tres partidos, Unicaja cayó en el primer partido por 23 puntos y fue una losa imposible de levantar. También perdió el segundo partido y la eliminatoria no viajó a Málaga. Ni el Unicaja viajó a Bilbao, donde se celebró la Final Four que coronó al Lenovo Tenerife. 

Otro reto que se escapaba. 

El andar por la Liga Endesa no fue un camino de rosas. El Unicaja nunca se acercó al playoff e incluso se llegó a pensar que la permanencia se ponía en peligro. Ibon Navarro tampoco fue capaz de enderezar el rumbo del equipo y Unicaja acabó el curso en la posición duodécima, con trece victorias, a cuatro del playoff y solo por encima de la permanencia.

Con estos resultados, una consecuencia fue ver cada vez más vacías las gradas del Martín Carpena. De ser una caldera, el pabellón malagueño dejó de jugar el papel decisivo que siempre ha tenido en la historia del club, siendo el sexto jugador. 

Todo esto provocó que el presidente del club, Antonio Jesús López Nieto, calificara el curso como fracaso y pronto se pusiera manos a la obra para darle la vuelta al equipo como un calcetín. 

Entre los cambios destacó la despedida del capitán Carlos Suárez, protagonista de la última gran foto del Unicaja, levantando la Eurocup en Valencia en 2017.

Se cambió la política del club de fichar jugadores españoles. De hecho, de los nueve fichajes que se hicieron en verano ninguno fue nacional. Con las incorporaciones, se cambió el perfil del equipo por completo, a la imagen y semejanza de Ibon Navarro, que hasta ahora sí le está sacando lustre tanto en la Liga Endesa, donde toca con la punta de los dedos la clasificación para la Copa del Rey y se ha clasificado con solvencia para la siguiente fase de la BCL. 

El público está volviendo a las gradas del Martín Carpena, con partidos en los que acuden 7.000 espectadores. Esto es también gracias a la política de recuperar las señas de identidad de que fraguaron la historia del club, especialmente este curso en el que se cumplen treinta años de la fusión entre el Caja Ronda y Maristas. 

Un año luctuoso

Precisamente dos de las figuras importantes de aquella fusión han dicho adiós este año. El primero fue Alfonso Queipo de Llano, una figura troncal del club desde sus inicios. Falleció el 31 enero víctima del Covid-19 cuando tenía 84 años. La figura de Quiepo de Llano estuvo desde siempre ligado al baloncesto de la ciudad, desde sus primeros pasos. Poco antes de morir había recibido la insignia de oro y brillantes del club. Fue también uno de los fundadores de la ACB. 

El 3 de abril fallecía Javier Imbroda víctima de un cáncer a los 61 años. Con una trayectoria amplia en los banquillos españoles, que lo llevaron hasta la Selección española, su gran obra fue el Unicaja de principios de los noventa, con aquella mítica final del club de Los Guindos contra el FC Barcelona en la temporada 1994-95. Imbroda había dado el salto a la política y era Consejero de Educación y Deportes de la Junta de Andalucía, a la que había llegado de la mano de Ciudadanos. 

En el mes de octubre, con el Unicaja resurgiendo y en pleno partido de la BCL contras el Dijon francés, el otro puntal del club, José María Martín Urbano sufrió un infarto en el pabellón y los médicos no pudieron hacer nada por su vida. Se despedía así del club de sus amores, que fue su vida entera y del que fue entrenador y figura clave de la cantera de Los Guindos. 

De hecho, el pabellón de juego de Los Guindos llevará su nombre y el pabellón de Ciudad Jardín, pista del primer Unicaja, el de Alfonso Queipo de Llano. 

Esta noche, el telón de 2022 se bajará en el Carpena para abrir el de 2023, que apunta a ser mucho más halagüeño, con un Unicaja acercándose al escalón que un día ocupó, al que lo llevaron, entre otros, Queipo, Imbroda y Martín Urbano.