Algunos voluntarios del turno de mañana de los lunes.

Algunos voluntarios del turno de mañana de los lunes. Alba Rosado

Cofradías

El economato de la Fundación Corinto en Málaga, la cara 'invisible' de las cofradías: “Aquí somos todo el año nazarenos”

120 voluntarios se coordinan en este supermercado social donde se ayudan a más de 700 familias mensualmente.

4 abril, 2024 05:00

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Su aspecto es prácticamente idéntico al de un pequeño supermercado de barrio. En sus baldas, hay productos de primera necesidad, como conservas, artículos infantiles o de aseo; pero también algunas bebidas con gas o dulces. Quizá las únicas diferencias que se perciben respecto a un súper están en los precios que visten las etiquetas, en que sus trabajadores no se llevan ni un céntimo por la labor que hacen a final de mes y que sus clientes son familias en situación desfavorable.

Se trata del economato que la Fundación Corinto tiene en el número 21 de la Alameda de Capuchinos. Esta fundación se creó en 2011, un año en el que una veintena de cofradías malagueñas se unieron para abrir este establecimiento social. 13 años después, ya son treinta las que lo nutren con el trabajo de sus voluntarios. Veintiocho de Pasión y dos de Gloria.

Aunque estuvieron un tiempo ubicados en calle Amargura, desde 2013 se encuentran en el local actual gracias a la Fundación Lágrimas y Favores, quien paga el alquiler desde entonces. “Sin ellos no podríamos estar aquí, no tenemos capacidad económica para ello. Gracias a esta fundación podemos atender cada tarde a una media de cien familias que lo necesitan”, explica Amalia Gutiérrez, gerente de la Fundación Corinto, a EL ESPAÑOL de Málaga.

Un pasillo del economato, similar al de un supermercado.

Un pasillo del economato, similar al de un supermercado. Alba Rosado

El funcionamiento del economato es muy simple. Cada hermandad aporta a una serie de voluntarios que han decidido ayudar en este ‘súper social’ y todos ellos están organizados por turnos, en función de su disponibilidad, así como por labores. Si bien hay quien se encarga de que todo esté a punto en el almacén o en las baldas de la zona de compra; hay también quien, desde el equipo administrativo, está pendiente de la contabilidad o de los turnos. Todos conforman una cadena cuyos engranajes funcionan a la perfección.

Respecto a los usuarios, estos son personas que han acudido a las cofradías que conforman el economato para pedir ayuda. Cada una de ellas les han hecho un estudio social, todas bajo el mismo criterio –economía, familia, situación laboral– presentando, además, su documentación pertinente. “Una vez que se da el visto bueno, se le da un carné, normalmente, durante seis meses, con un saldo determinado en función del caso. Una unidad familiar de dos personas puede recibir, por ejemplo, quince euros aproximadamente cada mes”, explica Amalia, que calcula que pueden ayudar a unas 3.000 personas mensualmente.

Quince euros en un supermercado al mes no dan para una gran compra, pero es que la situación en el economato es muy distinta a la de las grandes superficies. El producto más caro que tienen es la leche infantil Nidina. Cada lata cuesta 3,24 euros. En algunas tiendas, su precio se eleva hasta los 18 euros.El precio está marcado al 25% del precio de coste. El 75% se lo paga la cofradía que ha enviado a ese usuario. Nosotros compramos y vendemos, por tanto, al mismo precio, y eso nos permite poder seguir ayudando”, prosigue Gutiérrez.

130 euros de compra fuera, equivalen a unos 25 euros en el economato. Para Amalia, lo más bonito del trabajo que hacen es que dan “una ayuda digna”. Los usuarios acuden, muchas veces, de la mano de sus pequeños y con el carrito de la compra. Los niños ven su paso por el economato como ir a un supermercado. “Ellos vienen a comprar, aquí no se le da una bolsa con alimentos, eso lo hacen ya otras entidades. Cada uno compra en función de sus necesidades; tenemos 400 referencias”, indica Amalia Gutiérrez.

Una vez que llegan los usuarios, los días de apertura –martes y jueves–, el economato cuenta con unos voluntarios que están formados como cajeros. Ellos son los que les cobran. Otros acompañan a los usuarios que no quieren hacer solos la compra, normalmente, con una calculadora en la mano. Como la mayoría de los precios son en céntimos, no es tan sencillo llevar la cuenta para no sobrepasar el saldo estipulado. Son ellos los que, normalmente, también sirven de apoyo a las personas que acuden al economato. Se desahogan y les cuentan sus situaciones vitales.

Los "invisibles"

La gerente de la Fundación Corinto no puede estar más orgullosa del equipo que tiene, ya son unos 120 voluntarios. Se emociona, de hecho, hablando de “los invisibles”. Así llama cariñosamente a un grupo de voluntarios que normalmente nadie ve ni se llevan ningún reconocimiento, pues trabajan a puerta cerrada reponiendo y supervisando que todo esté correcto para el momento de la apertura, cuando llega el usuario. Muchos de ellos son jubilados que han centrado sus vidas en ayudar a los demás sin pedir nada a cambio.

Entre esos "invisibles", aunque parezca curioso por el alto cargo que desempeñó en su día, se encuentra Rafael, expresidente de la Agrupación de Cofradías. Se encuentra echando una mano, como uno más, en la parte administrativa. Cuando la Cofradía del Amor propuso la idea de hacer este economato, él era el presidente de la Agrupación. La idea le encantó, según cuenta, pero desde el comienzo pensó que sería muy difícil de mantener por la falta de voluntarios. "Sabía que las cofradías no iban a tener problema en la parte económica y de buscar a los usuarios, pero no veía que fuésemos a tener a tanta gente dispuesta a colaborar voluntariamente. Visto está que, obviamente, me equivoqué", expresa con honestidad.

Le acompaña en el corrillo Benito, el hermano mayor de la hermandad de la Virgen de la Cabeza de Málaga, que saca pecho por el buen hacer de las hermandades en el sentido más social. "No todo es un estandarte ni sacar la procesión a la calle, hay muchísima caridad en las cofradías e inquietud por estar al servicio de los demás, que es lo que nos mueve como cristianos", sostiene.

En el caso de su hermandad, han aparcado "el proyecto trono", que no tienen, para centrarse en el "proyecto Corinto". "Mi hermandad está en Palma-Palmilla. Si yo hubiera hecho caridad dando una bolsa de comida allí, imagina la que se hubiera formado. Era imposible. Esta ha sido la vía perfecta para poder aportar nuestro granito de arena", dice, orgulloso de la labor que hace con sus compañeros. "Esto no es para contarlo, esto es para vivirlo", confiesa.

Mariví llegó a este economato en noviembre del año pasado, justo antes de la temporada navideña. Desde entonces, forma parte del turno de los lunes y reconoce estar "loca de contento" por poder ayudar y sentirse útil junto a unos compañeros que ya ve como "una familia". "Aquí nos vestimos con el equipo de nazareno todos los días... Es muy reconfortante", asevera, mientras coloca con su amiga Clemen unas salchichas en el interior de la nevera.

Para Clemen, pasar "un ratito" fuera de casa ayudando es "maravilloso". "Yo tengo a mis nietas y mi casa, pero para esto siempre hay un hueco. Alguien dijo que esto es ayudar silenciosamente, sin postureos... Y creo que es cierto, a mí me llena mucho", expresa.

"Creo que esta es una de las pocas fundaciones donde no hay ni un sueldo", apunta Rafael, mientras que Pepe, que fue hermano mayor del Huerto y se encarga de que los turnos estén cuadrados al dedillo, pone el foco en la necesidad de subrayar la belleza del concepto de voluntario. "Sin ellos, esto no funcionaría. Ni estaría limpio, ni estaría repuesto, ni nada", dice.

Entre Benito, Pepe y Rafael bromean con que todos los que están de voluntarios en el economato son de "la misma quinta". "Hace falta gente más joven, pero se entiende que las vidas que llevan tan ajetreadas, en ocasiones, no se lo permiten", sostiene Rafael, que cree que la colaboración semanal de algunos alumnos de Maristas es muy necesaria, pero no suficiente. "Tienen que vivirlo, lo más importante es la sensibilidad que cogen cuando vienen", destaca Pepe, mientras que, por su parte, Rafael añade que en ese voluntariado los jóvenes ven dibujada una realidad de la que no terminan de ser conscientes en su vida diaria.

José Miguel trabajando.

José Miguel trabajando. Alba Rosado

Mientras ellos charlaban, en la zona de cajas del supermercado se encontraba José Manuel, de la Archicofradía del Paso y la Esperanza. Muy concentrado, estaba plegando cajas de cartón sobre la cinta donde por la tarde viajarían los productos de los usuarios. Lo hace para, a posteriori, poder reciclarlos. En su caso, lleva desde el inicio colaborando con la Fundación Corinto. 

"Lo hago porque me supone una satisfacción tremenda. Después de trabajar tanto tiempo en la banca, esto es una idea genial para tener algo que hacer. Yo vengo cada lunes desde las diez de la mañana a, más o menos, las dos de la tarde", cuenta José Miguel.

Amalia Gutiérrez subraya que la labor de este esperancista es una de las más importantes, pues con la cantidad de género que van reponiendo, llegaría un momento que el economato sería una leonera de cartones y plásticos si no fuera por su gestión. "Encima esto fomenta que tenga más coordinación en las manos, que uno ya va teniendo una edad", responde con guasa el voluntario.

En la zona de los despachos se encuentra siempre Miguel, de la Cofradía del Amor. Lleva desde el inicio de Corinto trabajando como contable. "Las cuentas tienen que salir al céntimo, aunque esto sea para ayudar; para hacerlo, no podemos perder", apunta.

Miguel es el número 5 en el orden de antigüedad de Corinto, por lo que lleva años viendo con sus propios ojos la difícil situación que algunas familias viven en la ciudad. "Cuando estábamos en calle Amargura, recuerdo a los chiquillos diciéndole a sus madres si iban a poder llevarse todo lo que tenían en el carro. No se lo creían. Evidentemente, como en todo, hay quien quiere hacer pillerías, pero pongamos que esos forman el dos por ciento y que el 98 lo necesitan de verdad", sostiene.

Es por este motivo por el que, junto a los precios, el economato indica al usuario cuántas unidades pueden comprar de cada producto. Según la gerente del establecimiento, todo está medido para que nadie pueda lucrarse de su paso por el economato y hagan una compra para el uso personal de los productos.

"El jefe"

Todo supermercado cuenta con un buen almacén. Esta sección del economato está dirigida por Miguel Ángel, de la Cofradía del Amor. Asegura que "todo es más sencillo de lo que parece" gracias a la gran colaboración que hacen sus compañeros. Los sábados recibe muy temprano el pedido de género principal. "Con lo que ello conlleva... localizar voluntarios que quieran madrugar un sábado, tiene su mérito; ellos colocan la mercancía en el almacén y en los lineales", dice. Los lunes, se centran en los no perecederos y los martes y jueves por la mañana, en los frescos, para que estén "en perfecto estado de revista" por la tarde.

Miguel Ángel repone.

Miguel Ángel repone. Alba Rosado

"Por las tardes, cuando abrimos, también tengo a un equipo de personas en el almacén que van reponiendo los artículos que se van desabasteciendo, es una rueda", prosigue Miguel Ángel, que ha aprendido a administrar al dedillo el tamaño del almacén a la hora de hacer pedidos. Así, junto a compañeras como Pilar, maestra jubilada, lleva a rajatabla la fecha de caducidad de cada uno de los productos. "¡Aquí no se tira nada, estamos muy pendientes!", dicen ambos.

No es sencillo el trabajo de Miguel Ángel, que sigue los pasos de Pepe Galacho, un voluntario que ha fallecido recientemente y del que, explican sus compañeros, tenían la sensación de que "vivía" en el interior del economato. "Es muy difícil llegar a su nivel como responsable de almacén, era muy bueno", dice Miguel Ángel, que siempre estuvo muy pegado a él trabajando, pues consideraba que era una persona de la que se podía aprender mucho.

"Y míranos ahora, todos tratamos de hacer en ocho días juntos lo que él hacía solo en un día", suelta a carcajadas Benito, quien señala, junto a Pilar, un mensaje escrito en una pizarra que se sitúa justo en la puerta de la cámara frigorífica del almacén. "Si te da frío, no entres; si no sabes hacer el trabajo, no entres; si tienes dudas, no entres... Por tanto, no entres nunca. Firmado, el jefe", reza el texto.

El cartel de Pepe.

El cartel de Pepe. Alba Rosado

Lo escribió Galacho. No quería que ningún voluntario, especialmente los nuevos, se preocuparan por nada en especial. Prefería verlos reponiendo tranquilamente, pues del resto ya se encargaba él. "Nunca podrán fabricar a otro Pepe, era único, un todoterreno, pasaba más tiempo aquí que en su casa", dice Rafael. Si veía un hueco en una balda, sabía qué producto faltaba y si se había solicitado ya la reposición o no. 

"Puso el listón muy alto, trabajaba para hacernos todo más fácil a los demás, yo intento llevarle el ritmo y hago lo que puedo", dice Miguel Ángel, que no sabe que "el jefe", allá donde esté, debe sentir un orgullo extremo por haber sido el capitán de los 'invisibles'.

Cofradías de la Fundación Corinto

Salud, Humildad, Dolores del Puente, Estudiantes, Cautivo, Rocío, Penas, Rescate, Sentencia, Sangre, Expiración, Santa Cruz, Mena, Misericordia, Esperanza, Dolores de San Juan, Calvario, Traslado, Amor, Piedad, Rico, Virgen de la Cabeza, Sepulcro, Paloma, Pasión, Huerto, Fusionadas, Prendimiento, Salutación y Virgen de Fátima