Perfecto Artola, durante la dirección de un concierto.

Perfecto Artola, durante la dirección de un concierto.

Cofradías

Treinta años sin Artola: "El mayor legado son todas sus marchas que no van a desaparecer nunca"

"Él se codeó con la gente de Málaga, poetas y dramaturgos, que le influyen y le llegan al corazón, y eso lo plasma en su música"/ "Para componer el Poema sinfónico se empapó de lo que es una Semana Santa en Málaga" / "Tenía una profesionalidad fuera de lo común".

31 enero, 2022 05:00
F. J. Cristòfol Juan A. Romera Fadón

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Virgen de Gracia, Himno de Coronación, Jesús de la Sentencia, Cristo de la Humildad. La banda sonora original de una Semana Santa que ha permanecido incorrupta a lo largo de las décadas. La melodía inamovible a unos recuerdos que viajan al pasado a través de los compases musicales. Detrás de todas ellas, un mismo nombre propio: don Perfecto Artola

En declaraciones al canal Las Cofradías, Paloma Artola, nieta del insigne compositor recuerda la figura del hombre que cambió la música cofrade en Málaga en el 30º aniversario de su fallecimiento: "Va a depender de los cofrades, las hermandades y de las crucetas que esté más o menos presente", reflexiona.

¿Cómo llega Perfecto Artola a Málaga?

Él se había formado en el Regimiento 73 de Tierra de Barcelona; había ingresado en el ejército para ser músico y allí conoció al hermano de Palanca, un director muy conocido en Levante, de la banda de la Liria. A través de él tiene contacto con nuestra ciudad y en 1931 se viene para ocupar una plaza de clarinete en la Banda Municipal. Finalmente, se acaba quedando, enamorado de esta tierra.

La tradición levantina de la música desempeña un papel fundamental en ese asentamiento. 

Tenía una visión adelantada a su tiempo; venía de una tierra de bandas en la que muchísimas agrupaciones acudían a distintos certámenes; incluso él mismo participó durante su estancia en el ejército. En los años 20 se traslada a Barcelona, que era la cuna de la música. Tendría 16 o 17 años, pero absorbe como una esponja toda esa cultura. De hecho, llega a conocer el jazz en el puerto de la Ciudad Condal y lo trae a Andalucía. 

Paralelamente, se empapa de música de orquesta y hace algunos bolos para ganarse un dinero extra. Lo que aprende lo traslada hasta aquí. Mi abuelo empieza a tocar en el Miramar en el año 1932 o 1933. El último Artola que está en el hotel es mi padre, en el 70. Durante 40 años ha estado su orquesta tocando de manera ininterrumpida en el hotel. Eso es historia de la música de nuestra ciudad, y es algo que muchos desconocen y no le dan el valor que se merece. 

Pero la impronta de bandística es la que él aprende con una facilidad sobrenatural. Gracias al colegio del Ave María y a la labor del padre Corchón se crea una banda de la que luego saldrían los músicos profesionales de nuestra ciudad. Por ejemplo, Puyana fue alumno y de ahí nace Miraflores.

Mi abuelo tenía 71 años y estaba ya jubilado; era subdirector del Conservatorio Superior de música de Málaga, la dirección la llevaba José Andreu, y acaba su etapa en la Banda Municipal colaborando de forma altruista hasta el 1979, fecha en la que se mete de lleno en la composición.

Trae a Málaga esa cultura de certámenes. Que una banda se tenga que enfrentar a un público especializado, hace que el nivel tenga que estar en constante crecimiento. 

En el momento en el que se rompe el hielo, todo va rodado. Cuando esa cultura se convierte en hábito, trabajando de una manera constante, molt fort como decía mi abuelo, deja de costar esfuerzo. Es como el chaval que durante toda su vida ha visto cómo es la labor que hacen los hombres de trono y que por tanto, cuando llega su turno, ya sabe lo que tiene que hacer. Con la música pasa exactamente igual. Las generaciones actuales de bandas poseen una naturalidad que antes no había. 

Tu piensa que la banda del frente Juventudes (con sus distintos nombres) se crea sobre el año 1940 y se dice que hacían 300 conciertos anuales entre España y Portugal a finales de los 50. Una banda con 160 niños y con las infraestructuras que había entonces. Y eso ahora no lo hace nadie. ¿Quién da 300 conciertos anuales entre España y Portugal? Si tiramos del hilo de procedencia de los actuales directores y fundadores de formaciones musicales, todos proceden de esta generación.

La música de Artola es la banda sonora de la Semana Santa de Málaga. ¿Cómo se ha desarrollado el sentimiento de pertenencia de los cofrades con su música?

Él tiene la música dentro; una naturalidad especial que solo poseen determinadas personas. Esto, dicho por un familiar, puede sonar un poco bienqueda. Sin embargo, es una realidad recogida dentro de los 100 mejores músicos que ha dado la tierra de Valencia, pertenece a la Biblioteca Nacional de Valencia y sus obras están encuadernadas en tres tomos por su importancia y relevancia. Es una persona cuya literatura viene de la música de finales del siglo XIX que conoce en Barcelona.

Cuando llega como componente de la Banda Municipal, se enamora de Málaga. Empieza con los acompañamientos al Sepulcro y a Estudiantes. También comienza su labor al frente de las bandas juveniles y va acompañando en distintas ocasiones con diferentes bandas a las imágenes procesionales; se queda con el malagueñismo, su uso y su costumbre. Fue muy importante para comprende el carácter intrínseco de este territorio. Se codea con la gente de aquí, poetas y dramaturgos, que le empapan y le llegan al corazón, y eso lo plasma en su música. 

Hablábamos antes de la marcha Jesús de la Sentencia, que tiene partes del himno de Infantería porque sabe que este ejército de tierra acompaña a la cofradía. El himno de coronación de los Dolores tiene compases de la Guardia Civil por la misma razón. O Virgen de Gracia, con elementos de la malagueña. 

Artola despierta esas experiencias particulares y condensadas que nos llevan a momentos concretos.  

Exacto. Por ejemplo, para el Poema sinfónico se empapó de lo que es una Semana Santa en Málaga. La pasión, muerte y resurrección. Inserta la música folclórica, popular, malagueña, dos saetas a través de un saxo alto y un oboe, los compases de la Marcha fúnebre de Chopin, retratando esos momentos que él había acompasado con anterioridad. Cuando hablamos de la música y los ensayos de los hombres de trono, él tiene escrito que consiguió que el piqué de la marina, el trono y la banda municipal caminasen al mismo tiempo. Estoy hablando de finales de los 30. 

Antes, era común escuchar en los tronos el Plátano Baloo o el Himno de la Alegría. Él lo cambia todo; una revolución estética que llega en los años 80 con la aparición de nuevas cofradías.

Era una persona muy afable y cercana en el tú a tú. Pero también tenía ese porte valenciano, castellonense del interior, del maestrazgo. Serio, regio, responsable y exigente. Esa impronta la lleva a la Banda Municipal; la inmovilidad, la perfección de estar en su sitio, de no moverse, de mantener la compostura... Lo mantenía a rajatabla y esa escuela es la que ha tenido Puyana y ha trasladado a Miraflores, contagiándose después a otras bandas. Aquí han venido formaciones de fuera que han tocado como los ángeles, pero no han tenido la compostura de las agrupaciones de aquí. 

La figura de Artola no solo ha cambiado la forma de entender la Semana Santa; también los toros. Se habla de Tejera y la Maestranza, pero en Málaga también hay ese binomio musical. 

Aquí existía un público al que se le dio una variedad musical muy grande que no había. No solamente por el pasodoble de concierto o el taurino, sino en las interpretaciones en el Ocón de Zarzuela, ópera, Albéniz y Falla. Tenía la facilidad de estar al alcance del público, hasta el punto de girarse después de una actuación y preguntarle a los asistentes que qué querían escuchar. Le pedían La boda de Pedro Luis Alonso, por decir un ejemplo, y se ponían a tocar esa pieza. Eso era una profesionalidad fuera de lo común. Hay muchos aficionados a los toros que han crecido bajo la batuta de estos pasodobles tan emblemáticos de nuestra España. 

Ahora parece que estamos en una época de redescubrimiento de Artola, pero durante épocas se ha echado en falta su música. 

Me cuesta trabajo ser objetiva, pero tratando de ser imparcial como siempre lo he intentado, pienso que hay personas jóvenes que no conocen a Artola. Si nos trasladamos a nuestra Semana Santa, Jesús de la Sentencia Virgen de Gracia forman parte de la música de las procesiones. A los niños de trece o catorce años les gusta mucho Mi Amargura. Cada uno tiene su Semana Santa, porque es la que han vivido, y que quizá no es igual que la nuestra. Es un ejemplo que he puesto para intentar demostrar cómo cambian las cosas. Luego están los gustos y las modas, y en ocasiones se ha hablado de Artoladas con tono despectivo para ciertas piezas.

En los 30 años que han pasado desde su muerte, ¿cuál es el legado que queda?

Yo creo que el mayor legado son todas las marchas que están ahí y que no van a desaparecer nunca. Va a depender de los cofrades, las hermandades y de las crucetas musicales que esté más o menos presente. Esa es la realidad. Cuando Artola compone para los titulares malagueños, nuestra forma de reflexionar era de otra manera en cuanto al movimiento de los tronos, porque su música no es tan pegadiza para bailar los tronos, por eso quizá haya hecho que suene menos. Luego, hay otro aspecto a señalar, y es que al malagueño le gusta mucho lo que escucha de fuera y por tanto se inserta la música procesional de fuera de Málaga. Es muy respetable, pero hace que a veces no se escuchen las marchas de Artola. ¿Por qué el Himno de la Coronación de la Esperanza se conoce tanto? Porque se ha tocado mucho.