Era una fría noche de febrero, la calle desierta, desangelada, no invitaba a salir a ella por más ganas que tuviese de perderme por sus rincones en busca de una copla y un sorbo de vino.

Después de casi dos años de pandemia, restricciones, mascarilla, aplausos en la ventana, miedos y, desolación por toda la gente que se fue sin despedirse, no nos queda otra que seguir adelante.

Con la cancelación del carnaval de 2021 y después de que en el 2020 está fuese la última fiesta celebrada, no nos quedaba otra que resignarnos.
Todos aquellos días de encierro, los carnavaleros hicimos gala de nuestra fuerza y nuestras ganas de seguir adelante, fuimos grabando coplas, subiéndolas a la red para no perder esa comunión con nuestra fiesta, con nuestro público.

Un público cansado de ver malas noticias quería devorar carnaval fuera como fuese y, los grupos fieles a ellos y a nuestra manera de entender el carnaval hicimos que lo hubiese, pero de otra forma.

La asociación de autores dio el empujón para que la fundación, a caballo de lo que estos hacían, se inventase un carnaval virtual, que en tres semanas o menos tuvimos que sacar adelante.

Los carnavaleros malagueños estamos acostumbrados a estas cosas, somos el saco de boxeo de la cultura de Málaga, acostumbrados a que nos cambien fechas, a que nos pongan un mini concurso sin tiempo alguno de escribir ni de preparar algo mucho más decente. ¿Pero, alguien creía que nos íbamos a echar atrás?

Al contrario, hastiado de los días de encierro, de confinamientos, de achaques, maluras y malas noticias, esto nos caía como agua de mayo. Retomar los ensayos, el contacto, aunque solo fuese virtual, fue como quitarte la mascarilla en plena calle y volver a respirar el aire fresco de febrero, era gloria. Música y letra nueva, ensayos virtuales, montar un estudio de grabación en tu casa en precario y hacer que suene lo más bonito posible. Y todo, por hacer carnaval.

Aunque el carnaval va más allá de un concurso, de premios, de reconocimiento, los carnavaleros siempre estamos hambrientos de ello.
Da igual lo que nos hagan; que nos maltraten, que nos engañen, que nos ninguneen, que nos vean como el mono de feria al que le das el cacahuete y enseguida se aleja con su premio conseguido. Así nos ven, así nos tratan, no nos tienen en cuenta ni nos preguntan nada; esto es lo que hay y te callas que aquí mando yo. Una pena.

Todo se queda siempre en lo mismo, en el intento, en el quiero y no puedo, en las excusas, el reflejo lo tenemos cerca, la pantomima del Consejo Asesor.

Yo soy de esos a los que le gusta consensuar, escuchar, que me escuchen y que mi opinión, aunque en ese momento sea menos acertada, se tenga en cuenta yo hago lo mismo con los demás. Me gusta dar oportunidades y más en el carnaval, somos pocos, no nos podemos dejar a nadie en el camino, todo lo que sumemos para la causa es oro.

Pero cada vez se me hace más insoportable ver desangrarse a mi fiesta, que nos tomen como los tontos de turno a los que puedes comprar con una chuchería par que te calles. Nos venden que el carnaval es la cuna de la libertad y el seno de esta fiesta es la más dictatorial que haya existido.

¿Por qué ese engaño gratuito? ¿Por qué el carnaval no puede ser para los que lo hacemos y los que lo amamos? Tiene que haber una estructura la cual se haga cargo de hacer que funcione, pero esa estructura debe de ser democrática, debe de contar con todos los actores que hacemos posible que febrero tenga sonido y color en sus frías noches. Deberíamos de ir todos de la mano, somos pocos y si encima nos dividimos, perderá el carnaval. Todos tenemos que subirnos al mismo carro de una vez por todas. Todos y todas.

Lo mismo este era el año de haberse plantado y decidir hacia dónde queremos ir, pero son tan fuertes las ganas de cantarle a Málaga y el amor a esta fiesta que, aquí seguimos otro año más, aunque nos estén pisando el cuello.

Algún día no habrá marcha atrás, ahora estamos a tiempo de ir todos de la mano, pero ese tiempo se agota, no queremos más engaños, ni de los más viejos ni de los menos viejos. Ojalá tengamos la templanza para llevar al Carnaval de Málaga todos juntos a donde merece, pero solo será posible si queremos todos, si tú quieres, coge nuestra mano te la estamos dando, no queremos a nadie fuera de este barco.
No es conmigo o contra mí. Todo juntos al fin. Ojalá.

Un solo propósito, nuestra fiesta, el Carnaval.

*Antonio Carlos Rojas Gallego es director de la comparsa Matria.