La bailaora y coreógrafa Rocío Molina.

La bailaora y coreógrafa Rocío Molina. Simone Fratini

Cultura

Rocío Molina: "Nadie entiende que el AVE esté petado y los teatros sigan con tantas medidas"

La coreógrafa actuará en el Teatro Cervantes junto al guitarrista Rafael Riqueni tras vivir su primera crisis creativa en 20 años de carrera: "Ser positivo siempre no trae nada bueno".

30 julio, 2021 06:53
Málaga

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Rocío Molina (Málaga, 1984) sólo ha vivido una única crisis creativa en 20 años de carrera. Su cuerpo no aceptaba la performance, la investigación, ni el espectáculo. Lo había llevado al límite en A grito pelao donde demostraba su poderío estando embarazada. Después de dar a luz a Juana, la artista malagueña alternó la crianza de su hija con una apretada agenda propia de una coreógrafa de fama internacional.

La pandemia le permitió parar después de un año deseándolo. "Necesitaba cuidarme y escucharme de forma diferente", se sincera la bailaora en una charla con EL ESPAÑOL de Málaga. El resultado del parón se verá reflejado este viernes y sábado en el Teatro Cervantes donde presentará las dos primeras partes de su Trilogía de la Guitarra, Inicio (Uno) y Al fondo riela (Lo otro del Uno) junto al guitarrista Rafael Riqueni

Para la bailaora, volver al toque es volver a sentir esa sensación que le impulsó a bailar siendo muy niña. "A ella le diría: "Muévete como te apetezca, en libertad", señala esta artista que bebe de lo cotidiano, las cosas pequeñas y las costumbres más ancestrales. "El miedo es algo que abrazo bastante y que me gusta comprobar. Me daría miedo huir del miedo", reconoce antes de su actuación en el Festival Terral.

Una imagen promocional del nuevo espectáculo de Rocío Molina.

Una imagen promocional del nuevo espectáculo de Rocío Molina.

La pandemia ha hecho parar a todos. Muchos incluso se han replanteado sus prioridades y su tren vida. ¿Qué ha aprendido de esta crisis mundial?

Muchas cosas (ríe). Estoy comprobando que puedo trabajar en mi país. Antes no paraba aquí casi nada. Lo estoy disfrutando. También llevaba un año y medio queriendo parar la dinámica de productividad. Era algo imposible en mi carrera. Ni siquiera mi propio equipo y la propia estructura me lo permitía. Cuando llegó la pandemia lo hice y fue un gran alivio. Aprendes que no necesitamos tantas cosas, ni hacer tanto, ni consumir tanto. 

¿Tenemos derecho a estar tristes y no producir tanto con o sin virus, no?

O a poder elegir. El problema es que no hemos podido elegir parar antes porque estás dentro de una dinámica que te anima a producir constantemente a todas horas. Y más en una profesión creativa. Tampoco trae nada bueno ser positivo siempre. Hay veces que uno debe escucharse de otra manera y no sólo tirar hacia delante como los burros.

Qué daño han hecho los mensajes de Mr. Wonderful.

Sí (ríe). Hay veces que las cosas están bien y otras que no. No pasa nada. Sólo el permitirte estar mal ya te hace descubrir otras cosas.

Los nuevos espectáculos muestran a una Rocío Molina más comedida, íntima, introspectiva y tierna. ¿Qué ha motivado ese cambio radical?

Esa búsqueda venía desde bastante antes. Me estaba autoconfinando un año antes de la pandemia. Necesitaba aligerar equipaje. La trilogía es un estudio de la guitarra y una demostración del amor que siempre le he tenido. Se trata de un trabajo de admiración y entendimiento. Es otro tipo de fuerza. Parte todo de unos no movimientos, de un no espectáculo. Quería que la fuerza no se volcara en un resultado brillante, sino que te atrapará por su fragilidad.

Otra foto de la coreógrafa malagueña.

Otra foto de la coreógrafa malagueña. Óscar Romero

"Mi cuerpo no aceptaba la performance, la investigación, ni el espectáculo", dice en una entrevista. ¿Qué le ocurrió?

Son fases creativas interesantes. Una debe pasar por ellas. Necesitaba cuidarme y escucharme de forma diferente. No podía provocarme grandes emociones, sino todo lo contrario. Necesitaba no provocar el cuerpo. Ha sido todo lo contrario a lo que he necesitado habitualmente. He encontrado fuerzas diferentes y muy profundas.

Imagino que la maternidad y la crianza tendrán que ver.

Sí, claro. Eso también te afecta. Te das cuenta de que debes cuidarte porque tienes que cuidar a una criaturita. Era una carga muy grande de mantener. Como directora de una compañía de danza he tenido que deshacerme de muchas cosas que me estaban cargando. La pandemia en ese sentido me ha ayudado. 

Decidió tener a su hija Juana sola y por inseminación artificial. ¿La gente ha comprendido su proyecto de familia monoparental o se ha enfrentado a muchos prejuicios?

He estado bastante escondida. No he podido compartir todo lo que yo quisiera esta experiencia por la pandemia. Vivo además muy aislada (en La Aceitera, una antigua almazara que es casa, estudio y lugar de creación a la vez). Mis círculos más cercanos lo comprenden. El sistema productivo no tanto. Bajas el nivel de trabajo y de productividad. Si la máquina, que es mi cuerpo, para, la economía también. El apoyo debe estar desde muchos lugares.

Rocío Molina en el espectáculo 'Inicio'.

Rocío Molina en el espectáculo 'Inicio'. Óscar Romero

¿Siente que a las mujeres se nos exija el doble en materia laboral, de conciliación?

Claro. El esfuerzo de hacer mi trabajo y criar a mi hija es triple. Es mucho mayor. A mí sí me han exigido y me han llegado a decir: "Rocío no estás concentrada". ¿Cómo voy a estar concentrada si llevo nueve meses sin dormir, mis actuaciones son de maratón y llevo ocho horas de ensayo? Me han exigido mucho de forma muy discreta. Personas que siempre me han apoyado me preguntaban por qué había bajado el nivel. Casi sin que te des cuenta, de forma muy sutil. A nivel laboral, a cualquier mujer se le hace duro conciliar. No estás del todo concentrada, aunque trabajes en una oficina. La concentración no es la misma. Se te exige que seas buena madre, buena trabajadora y buena ama de casa. Eso es imposible. 

Sus últimas obras han desmontado tabúes: desde la menstruación y el desnudo femenino en Caída del cielo al poderío de la mujer embarazada y su derecho a ser madre sola en A grito pelao. ¿Le han atacado mucho por ser feminista en el escenario? 

Se te ataca, pero también se te apoya. Algunos colectivos te dan las gracias por darle voz. No lo noto mucho porque no me muevo en círculos cerrados. Yo no lo aprecio, pero sí que te pueden llegar a atacar. Sobre todo en el flamenco. Por suerte, cada vez somos más, estamos más empoderados y hacemos más ruido. Como tiene que ser.

El virus nos ha impedido ir a teatros y tocarnos físicamente. ¿Cómo le afecta a una artista como usted, que trabaja con el cuerpo, no poder hacer todo eso?

Lo hablamos entre compañeros. La energía en el escenario es totalmente diferente a la del estudio. Y sobre todo afecta a la creación. Necesito cuerpos. Aunque sea un guitarrista, un músico, un cantaor. Necesito alimentarme de esas convivencias. Eso es lo que más he echado de menos. No podía avanzar para crear. No puedo crear desde la mente, desde la distancia o con videoconferencias. Al parar también aparecen lesiones antiguas. A algunos de mis compañeros les ha pasado.

La bailaora junto al guitarrista Rafael Riqueni.

La bailaora junto al guitarrista Rafael Riqueni.

La normativa actual ha obligado a reducir el aforo de sus espectáculos en el Teatro Cervantes. ¿Entiende que los bares estén abarrotados y las calles del centro a reventar, pero se impongan más limitaciones en un teatro o incluso lo lleguen a cerrar?

Nadie entiende que el AVE esté petado y los teatros sigan con tantas medidas. Asumen medidas que otros espacios no toman. Eso no se entiende. No tiene ninguna lógica. No ha habido un gran número de contagios ni brotes en teatros. Somos un gran ejemplo de cómo se hace bien. Pero claro, no es algo que económicamente les interese, ni quieran apoyar. Si apoyaran ese talento, encontrarían una gran riqueza a todos los niveles.