Apenas dieron las cinco de la tarde, una ambulancia se apresuraba por la calle Gordón. Un agente de la Policía Local hacía gestos a los sanitarios: "Ya está, déjala ahí". A la vez, avisaba a un coche patrulla de que cortase el tráfico a la altura de calle Manrique. Los técnicos hacían todo por salvar la vida de una pequeña de algo más de dos años. Fue imposible. Poco más de una hora después se certificaba su muerte.

"Estaba jugando en la entrada del supermercado", declaraba un testigo del accidente en la puerta del establecimiento: "¿Quién no ha estado trasteando con las cadenas de las taquillas en las que se dejan los carros?", se preguntaba una vecina, consternada. Según afirman los testigos, la pequeña y uno de sus hermanos jugueteaba en la zona entre las cajas y una de las dos puertas. Un movimiento brusco precipitó el módulo de taquillas. Un golpe mortal.

De primeras, nada hacía aparentar el triste desenlace. Una viandante, que pasaba por la puerta del local, entraba apresurada a colaborar levantando el mueble que había caído sobre la niña. La pequeña estaba ya inconsciente.

A la hora del suceso, un mar de personas se arremolinaba en la puerta del supermercado en el populoso barrio de la Victoria de la capital. Un hombre llegaba corriendo a la puerta del local: "¿Qué ha pasado, qué ha pasado?", preguntaba nervioso al agente que escoltaba la puerta. 

Los técnicos del 061 se afanaron en reanimar a la pequeña. Fueron varios los viajes al interior de la ambulancia para recoger material. El revuelo era cada vez mayor. Un grupo de chicas se apostaba en uno de los coches estacionados junto a la ambulancia. No sabían qué ocurría y preguntaban, curiosas, el motivo de la reunión. 

Salió la camilla con la niña, que presentaba un gran hematoma craneal. Nada pudieron hacer los pediatras de urgencias, que certificaron su muerte en el Hospital Materno Infantil de Málaga. 

El supermercado se mantuvo cerrado durante el resto la jornada. "La policía científica ha estado toda la tarde dentro del súper, han estado analizando todo y viendo cada milímetro del lugar del accidente", afirman a EL ESPAÑOL de Málaga vecinos.

La niña era alumna de un centro infantil muy cercano al supermercado y era la pequeña de tres hermanos. La familia, además, era conocida en el barrio y frecuentaba los establecimientos de la zona habitualmente. Sus hermanos mayores acuden a un centro concertado del barrio.

La tarde noche se tornó en lúgubre. Las empleadas del supermercado se miraban sin apenas hablar, a unos metros de la entrada con los ojos aún llorosos, con sus cabezas en otro sitio. Una vecina, aún sin ser consciente de la gravedad del suceso, preguntaba: "¿Abriréis mañana?". Apenas recibía respuesta.

Otros comerciantes de la zona dejaban la persiana a medio bajar. Los ánimos no permitían concentrarse. "Es que mi hija tiene esa edad, imagínate...", relataba uno de los tenderos a este medio.

Y ese, precisamente, era el pensamiento de todo malagueño con pequeños en el barrio de la Victoria. El teléfono de más de una familia sonó durante la tarde para descartar que se tratara de su pequeña. Otros compartían la noticia, desolados, pensando cuántas veces habrían correteado sus niños por allí. Nadie está preparado para soportar un dolor tan grande como el que está sufriendo esa familia.

A la hora del cierre, ya sin algunas de las empleadas dentro del supermercado, una rendija se mantenía abierta de una de las dos puertas de entrada al establecimiento. Un hilo de luz hacía entrever que en el interior había movimiento. Más silente que nunca, el barrio de la Victoria despedía ayer un día triste. A las cinco de la tarde.