Julia Sala el día de la inauguración de su nuevo Las Tartas de Julita de Alcalá.

Julia Sala el día de la inauguración de su nuevo Las Tartas de Julita de Alcalá. Las Tartas de Julita

Ocio

El imperio de Julita, con 9 tiendas 'rosas' de tartas de queso, llega a Alcalá: "Facturo 4.000 euros al día en cada una"

Las Tartas de Julita, de la empresaria Julia Sala, aterrizaba en la Comunidad de Madrid hace unos días en la Plaza de Cervantes de la ciudad Complutense.

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A Julita —que en realidad se llama Julia Sala, aunque ya todo el mundo la llama por ese diminutivo 'rosado' que se inventó por casualidad— le cambió la vida la tarta de queso del restaurante de su padre en Alicante, que "estaba compacta y la ponían mal", recuerda entre risas.

Allí trabajaba como camarera, después de haber sido tripulante de tren y de intentar abrirse paso como entrenadora personal. "No sabía qué hacer. Yo veía que mi padre era sumiller, mi madre pintaba cuadros y yo pensaba: 'No puede ser que nada se me dé bien'", confiesa.

Por eso, quiso demostrar, sobre todo a sí misma, que era capaz de mejorar esa tarta de queso que servía en el restaurante.

Las Tratas de Julita de Alcalá.

Las Tratas de Julita de Alcalá. Las Tratas de Julita

Tres años después, nueve tiendas por España (la próxima semana diez), un ejército de seguidores en redes y un color corporativo —el rosa chicle— que ya es seña de identidad de la marca Las Tartas de Julita, la empresaria aterriza por fin en Madrid.

Lo ha hecho a través de una franquicia hace unos días en Plaza de Cervantes, 31, en Alcalá de Henares, justo frente a la noria de Navidad, donde se formó una larga cola de personas desde primera hora de la tarde. Las primeras cien compras llevaban premio: una porción gratis. Duraron minutos. Después, la afluencia continuó durante toda la tarde con la promo 3,50 euros, con tres sabores a elegir.

Rosa y mucha facturación

Si algo ha sabido construir Julita es una comunidad. "La gente me veía a mí en redes y conectó conmigo. Soy gran parte de la imagen de Las Tartas de Julita, ha sido todo natural", cuenta la fundadora.

En redes roza los 100 mil seguidores, aunque ella recuerda bien cuando eran apenas 2.000. Ahora anuncia cada domingo los sabores de la semana y las opciones se viralizan.

Julita (Julia Sala) inaugurando su nueva tienda de Alcalá.

Julita (Julia Sala) inaugurando su nueva tienda de Alcalá. Las Tartas de Julita

Hay más de 50 sabores disponibles bajo encargo —desde pistacho, capuchino o chocolate de Dubai a extravagancias como Doritos, torta del Casar o Pantera Rosa— y ediciones especiales de Navidad que incluyen Ferrero Rocher o panettone de Juanfran Asencio.

Las porciones pesan unos 350–400 gramos y cuestan entre 4,50 y 6,50 euros. Las tartas enteras, de casi dos kilos, pueden costar hasta los 50 euros. 

"De media vendemos unas 600 porciones al día por tienda", explica. A eso se traduce la cifra de: "4.000 euros al día de facturación por tienda". 

La empresa, que nació como un "encuentro fortuito" entre Julia y las tartas de queso, ya emplea a 40 personas en su equipo directo y casi 60 más gracias a los nuevos franquiciados.

Desembarco madrileño

La de Alcalá es su primera tienda franquiciada en la Comunidad de Madrid. Y la avalancha continúa por el resto de España: "Entraron muchísimas peticiones cuanto lanzamos el dossier de franquicias", explica.

De hecho, su calendario da vértigo: días después de Alcalá, viajó a inaugurar en Albacete; después vienen nuevas tiendas en Valencia, Cartagena, Barcelona… También hay reuniones para Salamanca y varias ciudades del norte.

Cada inauguración reproduce la misma escena: colas, tiendas que se vuelven virales y el inevitable rosa. ¿Por qué ese color? Ella admite que no lo sabe muy bien: "No tiene explicación. Quedaba mono". Aun así, parte de culpa la tiene su madre, la artista Laura Sala, que pinta los cuadros de cada tienda con esos tonos chicles.

Al principio le costó creérselo, incluso cuando los primeros clientes del restaurante de su padre le pedían tartas para llevar "con el molde puesto se lo daba, porque no sabía ni quitárselo", recuerda entre risas.

Luego vinieron las 50 tartas por encargo de aquella Nochebuena, la primera inauguración con cola dando la vuelta a la manzana y, más tarde, las tiendas de Alicante, Elche, Murcia, los stands, los franquiciados y este desembarco madrileño que simboliza un gran salto. Todo un imperio el de Julita.