Tumba romana en Hierápolis atribuida al apóstol Felipe.

Tumba romana en Hierápolis atribuida al apóstol Felipe. Wikimedia Commons

Historia

Tumbas, casas y reliquias: lo que la arqueología ha revelado de los doce apóstoles de Jesucristo

Un libro indaga en las misteriosas vidas de los seguidores de Jesús para tratar de descifrar quiénes fueron y qué restos se conservan.

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Sobre la muerte de san Felipe, como ocurre con las vidas y desenlaces de los doce apóstoles, existen muchos interrogantes. Si bien algunas fuentes como Clemente de Alejandría consignan que falleció por causas naturales, la versión más propagada indica que "el amigo de los caballos" fue martirizado y crucificado bocabajo en 80 d.C., a los 85 años, y sepultado en la antigua necrópolis de la ciudad helenística de Hierápolis, en Turquía.

Las excavaciones en el yacimiento para encontrar su supuesta tumba se centraron durante muchos años bajo el Martyrion —un templo octogonal, una extraordinaria obra de la arquitectura bizantina del siglo V, conocido precisamente como la iglesia de San Felipe. Sin embargo, el equipo del arqueólogo italiano Francesco D'Andria encontró hace unos años los vestigios de otra gran iglesia con planta basilical de tres naves, capiteles de mármol, refinadas decoraciones, cruces, frisos y pavimento de mosaicos.

En el centro justo del templo, actuando como una suerte de hito fundacional, se identificó una tumba romana que formaba parte de una plataforma a la que se accedía por una escalinata de mármol. Los escalones estaban desgastados por su uso, confirmando la presencia de una gran cantidad de fieles. Unas evidencias que empujaron a D'Andria a interpretar este sitio como el lugar de enterramiento y de peregrinación del apóstol Felipe. Una hipótesis que se vio reforzada por un pequeño sello en bronce conservado en un museo de Estados Unidos y cuyo origen se sitúa en Hierápolis: tenía grabada la efigie del santo entre dos construcciones: el Martyrion y la iglesia hallada por el arqueólogo italiano.

Una tumba romana en la necrópolis vaticana, próxima al supuesto lugar de enterramiento de san Pedro.

Una tumba romana en la necrópolis vaticana, próxima al supuesto lugar de enterramiento de san Pedro. Wikimedia Commons

Felipe, como Pedro, un humilde pescador judío casado que acabaría convirtiéndose en el príncipe de los apóstoles, era natural de Betsaida, una ciudad romana ubicada en la orilla norte del mar de Galilea. Allí, bajo el suelo de teselas de una antigua iglesia bizantina, emergió en el año 2006 la casa del personaje más conocido y citado en los escritos neotestamentarios después de Jesús. El hallazgo, además de conectar los primeros compases del cristianismo con la historia, fue de gran relevancia pues apuntalaba la idea de que este yacimiento de El-Araj era en realidad la última urbe perdida de los Evangelios.

Estos y muchos otros cautivadores descubrimientos arqueológicos los recoge el escritor y periodista José María Zavala en Los Doce (Espasa), un libro que, además de rebuscar en la historia real (o verosímil) de los seguidores de Jesucristo, describe las odiseas de muchas de sus reliquias, repartidas por toda Europa. De hecho, la obra, una lectura amena, rigurosa e interesante, es un collage de misterios y leyendas de los apóstoles, como la inmortalidad de san Juan, y una suerte de guía con la que seguir su (supuesto) rastro material hoy en día.

En una pequeña iglesia en la minúscula isla Tiberina de Roma, por ejemplo, se conserva una parte de las reliquias de Bartolomé. Pero el autor de Últimas noticias de Jesús relata la azarosa peripecia de sus restos: antes estuvieron en la basílica de San Pedro o en la iglesia de Santa Maria in Trastévere para esquivar inundaciones y las consecuencias de la ocupación napoleónica de la ciudad. Y también hay huesos supuestamente suyos en varias localidades de Italia, Alemania, Inglaterra y Francia.

No es el único apóstol esparcido por los templos europeos. De Santiago el Mayor, y solo por citar dos ejemplos, un fragmento de su cráneo fue donado por Carlomagno, tras recibirlo de Alfonso II el Casto, a la iglesia francesa de San Vedasto, y un hueso braquial acabó en Lieja en el siglo XI. 

Portada de 'Los Doce'.

Portada de 'Los Doce'. Espasa

Zavala dedica unas cuantas páginas a recordar una investigación publicada por un forense español en 2021 que reveló que la calavera atribuido a Santiago el Menor, con un impacto de espada, puede ser en realidad el del apóstol enterrado en un primitivo mausoleo bajo la catedral de Santiago de Compostela: una tumba una tumba con una cripta y un edículo o pequeño edificio protector levantado sobre ella en el siglo I d.C. que se ha convertido en uno los de principales epicentros de peregrinación de la cristiandad.

El escritor presenta inesperados y chocantes descubrimientos, como los fragmentos del brazo de Judas Tadeo, "el audaz", que aparecieron en un relicario de madera, con la forma de una extremidad en actitud de impartir bendición, en el altar principal de la basílica de San Salvador in Lauro. También episodios detectivescos, como el robo en 1483 de las cabezas de Pedro y Pablo conservadas en la catedral de San Juan de Letrán en unos bustos de metal con piedras preciosas. Los ladrones, una vez descubiertos, fueron exhibidos en una jaula de hierro, se les cortó los dedos de la mano derecha y acabaron quemados vivos.