El Padre Ángel, Luis Felipe Utrera-Molina, Alfredo Amestoy, Ramón Arcusa (del Dúo Dinámico) y Miguel Ángel Revilla.

El Padre Ángel, Luis Felipe Utrera-Molina, Alfredo Amestoy, Ramón Arcusa (del Dúo Dinámico) y Miguel Ángel Revilla. Arte EE

Política Medio siglo sin Franco

"Yo conocí a Franco": recibió a Revilla como niño de la OJE, lloró ante el Padre Ángel y censuró al Dúo Dinámico

Luis Felipe Utrera-Molina, Miguel Ángel Revilla, el Padre Ángel, Alfredo Amestoy y Ramón Arcusa, del Dúo Dinámico, rememoran sus vivencias ante el 50 aniversario de la muerte del dictador.

Más información: El pulso entre Franco y los generales rebeldes por el poder: la reunión que lo nombró jefe del Estado

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El abogado Luis Felipe Utrera-Molina recuerda al general Franco como un anciano con la salud quebrada, que ha poblado sus recuerdos con las vivencias y sorprendentes anécdotas que le narró su padre, que fue ministro de Vivienda y secretario general del Movimiento en los últimos años de la dictadura.

Cuando era un crío de 15 años, Miguel Ángel Revilla tuvo los arrestos de plantarse ante Franco para contarle sus experiencias como miembro de la OJE, la rama juvenil de la Falange.

El Padre Ángel le hizo llorar en su despacho de El Pardo. En cambio, Alfredo Amestoy consiguió arrancar una sonrisa al dictador, que paró los pies a uno de sus ministros para evitar que lo purgara en TVE.

Ramón Arcusa, del Dúo Dinámico, no estrechó la mano a Franco... sino a Carmen Polo. Pero eso no impidió que el régimen censurara una de sus canciones.

Estos cinco testimonios componen el retrato de una época, que hoy recordamos en blanco y negro, la agonía de un régimen que tardó 40 años en dar paso a la democracia.

El próximo jueves se cumplen 50 años de la muerte de Francisco Franco.

Luis Felipe Utrera-Molina

El abogado Luis Felipe Utrera-Molina tenía seis años cuando conoció a Franco en su despacho de El Pardo. Era diciembre de 1974, sólo restaban once meses para la muerte del dictador.

"Lo recuerdo con total nitidez, me impresionó mucho aquel hombre anciano, con las manos temblorosas por la enfermedad", relata a EL ESPAÑOL el hoy abogado de la familia Franco.

"Me preguntó qué quería ser de mayor y le dije que militar", continúa.

La respuesta de Franco fue bastante chocante: "Yo también quería ser militar cuando tenía tu edad", dijo, como si nunca hubiera alcanzado el grado de general, "los militares empiezan a crecer en el sueño de los niños".

Y luego, añadió: "Sólo te pido una cosa, que seas tan bueno como tu padre". Aludía a José Utrera-Molina, que fue ministro de Vivienda desde junio de 1973 y, en los últimos meses de la dictadura, ministro-secretario general del Movimiento.

La austeridad de Franco era algo más que un mito.

El abogado Luis Felipe Utrera-Molina, hijo del exministro de Vivienda José Utrera Molina.

El abogado Luis Felipe Utrera-Molina, hijo del exministro de Vivienda José Utrera Molina.

"Era un hombre de gustos sencillos", narra Luis Felipe, que atesora las confidencias de su padre, "el rey Juan Carlos solía decir que en El Pardo se comía fatal".

"En realidad, era comida de rancho", añade, "Franco no bebía alcohol, tomaba una Fanta naranja en la comida. Y le molestaba mucho que le hablaran de política en la mesa. Solía decir: 'Ahora no es el momento, estamos comiendo".

El abogado alude de nuevo a los recuerdos que le narró su padre: "Franco usaba unos zapatos que le regalaba Segarra, proveedor del Ejército. Nosotros éramos ocho hermanos y también los usábamos. Eran unos zapatos horrorosos, muy duros, pero casi indestructibles".

Cuando ya estaba enfermo, el doctor Vicente Pozuelo le dijo que le convenía utilizar un calzado muy cómodo, y le recomendó unos más adecuados para su edad.

"¿Y eso cuánto vale", preguntó Franco. Cuando el médico le dijo que costaban 12.000 pesetas, el jefe del Estado replicó: "Eso no me lo puedo permitir, Vicentón".

Al dictador tampoco le gustaba que le vinieran con chismes sobre la vida íntima de sus colaboradores.

Cuando alguien le habló de las relaciones que mantenía el ministro de Trabajo José Antonio Girón, que entonces estaba soltero, Franco cortó en seco las habladurías: "No pido a mis ministros que se la cojan con papel de fumar".

"No pido a mis ministros que se la cojan con papel de fumar", dijo Franco cuando le vinieron con habladurías sobre los amores del ministro Girón.

Del mismo modo, cuando le exhibieron una foto de su hermano Nicolás Franco, en una actitud poco decorosa con una mujer en Portugal, el general se limitó a comentar: "Hay que ver lo gordo que se ha puesto Nicolás".

Quienes le conocieron en vida recuerdan sus largos silencios, a veces inquietantes.

"Era un hombre de pocas palabras, pero sentencioso", explica Luis Felipe, "mi padre decía que nunca le vio en una posición autoritaria o colérica, no perdía la calma. Conservó las actas de todos sus Consejos de Ministros. Ahí se puede comprobar que escuchaba, y apenas intervenía, sólo cuando se producía una discusión".

Otras dos anécdotas, que Luis Felipe Utrera-Molina escuchó de su padre y de los miembros de la familia Franco, reflejan el carácter del dictador.

Luis Felipe Utrera-Molina, de niño, junto a su padre, ministro de Vivienda y secretario general del Movimiento

Luis Felipe Utrera-Molina, de niño, junto a su padre, ministro de Vivienda y secretario general del Movimiento

"El día de Reyes", relata, "los nietos eran los encargados de entregar los regalos a los hijos de los empleados de El Pardo. Pero un año, a Francis Franco le daba mucha pereza y dijo a sus hermanos: 'Yo mañana me voy a cazar con el abuelo'".

Por la mañana, cuando bajó la Nani y se encontró a Francis al pie de la escalera, esperando al jefe del Estado, le preguntó. "Francis, ¿dónde vas?". "Me voy a cazar con el abuelo", replicó el niño.

"De ninguna manera", respondió la institutriz británica, "no vas a ningún sitio, tienes que repartir los regalos".

El general apareció entonces en lo alto de la escalinata, ya vestido para ir de cacería. Encontró a su nieto enfurruñado, y zanjó la discusión: "Aquí, quien manda manda, tienes que hacer caso a la Nani". Aquel día, Francis Franco se quedó sin ir a cazar.

Durante su etapa como gobernador civil de Ciudad Real, el padre de Luis Felipe Utrera-Molina también se vio en el compromiso de acompañar al general a alguna cacería de perdices.

Cuando reconoció ante los asistentes que no era muy aficionado, alguien le dijo: "Pues si no es usted cazador, en Ciudad Real se va a aburrir mucho".

El jefe del Estado le fulminó con la mirada: "Esa observación es manifiestamente impertinente", advirtió, "Utrera no va a tener tiempo de aburrirse, porque en Ciudad Real está todo por hacer".

Miguel Ángel Revilla

El expresidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla era un chiquillo de 15 años cuando se plantó ante Franco.

No le temblaron las piernas cuando se encontró ante el dictador, que no llevaba el uniforme militar, sino que vestía de paisano.

Franco estaba acompañado por Carmen Polo, el secretario general del Movimiento, José Solís Ruiz, vestido con el uniforme blanco de la Falange, y el entonces ministro de Información, Gabriel Arias-Salgado.

Ocurrió en 1958 a las afueras de Burgos, donde el régimen reunió a varios miles de chavales, miembros de la Organización Juvenil Española (OJE), la rama juvenil de la Falange.

Revilla es político y estrella televisiva, cada vez que sale en antena aumenta la audiencia.

Revilla es político y estrella televisiva, cada vez que sale en antena aumenta la audiencia. Jorge Barreno

"En aquella época, si querías hacer deporte o actividades al aire libre, tenías que ser miembro de la OJE, porque tenían las mejores instalaciones", relata Revilla.

"Yo era miembro del grupo de espeleología y me eligieron para explicar a Franco, durante aquella concentración, las actividades que desarrollábamos. Supongo que porque era el más espabilado".

El político cántabro asegura que no se sintió en absoluto "intimidado" cuando se encontró ante el dictador: "Yo ya era un crío con cierto desparpajo".

Como el alumno que lleva la lección bien aprendida, respondió a sus preguntas y le dio una breve explicación de las excursiones que realizaban para explorar cuevas sumergidas.

Tras escucharle, Franco apenas esbozó una sonrisa, para mostrarse complacido.

Revilla tiene un recuerdo aún más temprano del dictador. "Vino a Santander en 1953, cuando yo tenía 10 años", explica el político cántabro a EL ESPAÑOL, "reclutaron a gente de todas las aldeas, manu militari, para ir a recibirle".

"Me han acusado de ser del régimen, pero entonces todos lo éramos", dice Revilla.

"A mí me metieron en un camión que se utilizaba para transportar vacas", añade, "con otras 30 personas, para recorrer 110 kilómetros".

"Cuando regresé a casa y me preguntaron qué era lo que más me había impresionado, dije que los plátanos", recuerda Revilla, "en una calle de Santander me llamó la atención un árbol que nunca había visto, y mi madre arrancó un plátano para que lo probara. Tenía 10 años, y nunca había visto un plátano. Todavía utilizábamos la cartilla de racionamiento".

En aquel año, 1953, los españoles comenzaban a dejar atrás una postguerra que había sumido en la miseria a todo el país.

"Me han acusado de ser del régimen, pero entonces todos lo éramos", dice Revilla en conversación con EL ESPAÑOL, "yo me crie en el ambiente de una familia franquista, mi padre era falangista. Pero luego, si tienes dos dedos de frente, no puedes justificar ciertas cosas".

Y añade: "Franco fue un dictador de libro, como Hitler o Mussolini, que poco antes de morir todavía fue capaz de firmar sentencias de muerte".

"En la guerra hubo verdaderas barbaridades en ambos bandos", asume Revilla, "y después la represión fue sanguinaria, Franco estaba empeñado en exterminar todos los vestigios que quedaban de la república".

El Padre Ángel

Carmen Polo abrió al Padre Ángel las puertas de El Pardo.

Tras visitar un Orfanato en Oviedo, el Padre Ángel había fundado en 1972 la asociación Cruz de los Ángeles (que luego se transformaría en Mensajeros de la Paz) en Pola de Laviana (Asturias) junto a otro religioso, Ángel Silva Sánchez.

El Padre Ángel ha narrado en varias ocasiones el frustrante encuentro que mantuvo en 1972 con Franco en El Pardo, donde acudió rodeado de chiquillos para que el general conociera la obra benéfica que realizaba su asociación.

Los críos se mostraron traviesos: revoloteaban por el despacho del jefe del Estado e incluso le tironeaban del fajín del uniforme militar.

El Padre Ángel se despide antes de acudir a uno de sus templos, donde el agua ha empezado a desbordarse.

El Padre Ángel se despide antes de acudir a uno de sus templos, donde el agua ha empezado a desbordarse. David Morales

Como esa estampa no era muy habitual en el caserón de El Pardo, al fin el general le preguntó: "¿Y estos niños?" El sacerdote le explicó que "son niños de papás separados o que están en la cárcel".

"Entonces empezaron a caerle unos lagrimones a Franco", ha asegurado el Padre Ángel. El dictador se mostró conmovido y se identificó con aquellos pequeños, ya que cuando era joven sus padres se separaron, tras una convivencia bastante tormentosa.

"¿Y cómo puedo ayudarles?", preguntó el dictador. De esa forma tan natural, habían llegado al punto que esperaba el sacerdote, quien le sugirió que hiciera una aportación económica.

Pocos días después de regresar a Asturias, añade el religioso, "el Generalísimo me envió un motorista con 3.000 pesetas".

Indignado por la cicatería del jefe del Estado, pues esa cantidad era insuficiente para las necesidades que atendía su asociación, el Padre Ángel decidió devolver el dinero a El Pardo.

Apenas unos días después, asegura, recibió una llamada del gobernador en Asturias, Mateu de Ros, para amonestarle: "Le ha hecho un feo al Caudillo", le dijo, "cójalas porque si no, nos va a fusilar".

Las heridas de la Guerra Civil habían marcado su infancia: "Recuerdo ir con mi madre a ver a mis tías a la cárcel de Mieres. Mi padre era muy de derechas y mi tío era cura", relató el Padre Ángel el pasado mes de marzo en una entrevista a EL ESPAÑOL.

"Mi pueblo estaba dividido entre los que habían matado a unos y los que habían matado a los otros. Yo pensaba que cuando fuera mayor quería ser cura, como el de mi pueblo, para ayudar a la gente".

Y lo ha hecho a lo grande. Aquella pequeña asociación que fundó en Asturias en 1962 hoy es una gran organización que desarrolla proyectos sociales en 55 países, para ayudar a colectivos vulnerables como los niños y los inmigrantes. Fue reconocida en 1994 con el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia.

Y como ocurrió en aquel saloncito de El Pardo, hoy el Padre Ángel no deja de indignarse ante la cicatería de los políticos y su falta de determinación para resolver los problemas.

Alfredo Amestoy

Alfredo Amestoy, que fue una de las grandes estrellas de TVE entre los años 60 y 80, aún tiene aquella imagen grabada en la retina.

Tenía 18 años y acababa de llegar a Madrid para estudiar en la Escuela de Periodismo, cuando vio desfilar por la Gran Vía a Franco y el general Eisenhower compartiendo vehículo, escoltados por motoristas y miembros de la guardia mora a caballo, y aclamados por la multitud.

"El presidente de EEUU y el jefe del Estado español recorrían el centro de Madrid en un coche descubierto, sin temor a un atentado", relata el periodista, "eso hoy sería impensable".

Era el 21 de diciembre de 1959. El régimen exhibió aquella visita, consciente de que simbolizaba el fin del aislamiento internacional que España había sufrido desde el final de la Guerra Civil.

Alfredo Amestoy dejó la televisión en los ochenta. Regresó en los noventa, pero se marchó tras un breve paso por Mediaset.

Alfredo Amestoy dejó la televisión en los ochenta. Regresó en los noventa, pero se marchó tras un breve paso por Mediaset. Rodrigo Mínguez

"Yo llegaba desde Bilbao y pensaba que la dictadura estaba completamente marginada en el exterior", rememora el periodista, "pero aquel día comprendí que era inevitable la apertura del régimen, que comenzaba a ser reconocido por otros gobiernos democráticos", a los que tarde o temprano tendría que equipararse.

Lo que Amestoy no imaginaba entonces es que la intervención personal del dictador evitaría que el régimen cortara de raíz su incipiente carrera periodística.

De la mano de Manuel Martín Ferrand, Amestoy se estrenó en 1960 en aquella Televisión Española en blanco y negro, que entonces daba sus primeros pasos.

Pero su estilo era demasiado moderno, sus ademanes demasiado atrevidos. Su flequillo, demasiado insolente.

Franco y el general Eisenhower, en la Gran Vía de Madrid  el 21 de diciembre de 1959.

Franco y el general Eisenhower, en la Gran Vía de Madrid el 21 de diciembre de 1959.

Y todo provocaba las sospechas de un régimen que, en plena psicosis, veía en todas partes a sus enemigos, reales e imaginarios: "el comunismo y la masonería, que era la gran obsesión de Franco", dice Amestoy.

Tanto, que el entonces ministro de Gobernación, Camilo Alonso Vega, ordenó abrir una investigación y purgar al joven periodista.

"No sólo querían suspender todas mis apariciones en TVE, también pretendían prohibirme entrar en Prado del Rey", rememora Alfredo Amestoy en conversación con EL ESPAÑOL, "sólo dieron marcha atrás cuando comprobaron que yo no pertenecía a ningún partido, y que no era comunista".

"Luego supe, a través de Adolfo Martín-Gamero", que fue ministro de Información en el primer Gobierno de Suárez, "que el propio Franco se opuso a los planes de Vega e impidió que me retiraran de los programas. Su mediación personal sirvió para que pudiera continuar mi trabajo en TVE".

Amestoy descubrió entonces que al caudillo no le desagradaba en absoluto el desparpajo con el actuaba ante la pantalla, y quizá había logrado arrancarle una sonrisa, cuando se plantaba ante el televisor en su saloncito de El Pardo.

Tras la muerte del dictador, Alfredo Amestoy conoció a Dolores Ibárruri, La Pasionaria (que regresó a España en 1977) de la mano del padre Llanos, el jesuita que desarrollaba su labor junto a las familias más necesitadas del Pozo del Río Raimundo, en Madrid.

"Entre varios periodistas, organizamos a La Pasionaria la fiesta de su 88 cumpleaños" en 1983, rememora Alfredo Amestoy, "y conseguí convencerla para celebrar un encuentro entre ella y Celia Gámez. Porque la primera representaba el No pasarán de la guerra, y Gámez cantaba el chotis Ya hemos pasao, del que presumía el bando franquista".

"Por desgracia, ese encuentro no llegó a celebrarse", señala Amestoy, "porque Celia Gámez regresó a Argentina y La Pasionaria murió poco después".

"Lo lamento, porque esa foto habría quedado para la Historia, habría representado la verdadera reconciliación de las dos Españas, encarnadas en dos mujeres". Alfredo Amestoy siguió siendo, por encima de todo, un hombre libre.

Ramón Arcusa (Dúo Dinámico)

"Ahora algunos nos acusan de haber sido un grupo próximo al régimen, pero es una leyenda urbana. Yo no estreché la mano a Franco... sino a Carmen Polo", relata a EL ESPAÑOL Ramón Arcusa, componente del Dúo Dinámico.

Y aquello debió ser todo un choque cultural, porque si alguien representaba entonces la rebeldía era aquel grupo juvenil, cuyas canciones pegadizas amenizaban los guateques y habían despertado el fenómeno de las fans en España.

Fue a principios de los años 60. "Nos invitaron a actuar en un festival benéfico, que organizaba una emisora de radio en el Teatro Real de Madrid", con el fin de recaudar fondos para familias necesitadas en Navidad.

Por el escenario desfilaron todos los grupos del momento. Y allí estaba, en un palco, Carmen Polo, la esposa del dictador, que encarnaba la imagen amable del régimen, y al mismo tiempo intentaba ser el modelo que debían representar las mujeres, entregadas a la familia.

Ramón Arcusa, integrante del Dúo Dinámico junto a Manolo de la Calva (fallecido el pasado mes de agosto).

Ramón Arcusa, integrante del Dúo Dinámico junto a Manolo de la Calva (fallecido el pasado mes de agosto).

"Cuando terminó el festival, Carmen Polo bajó y nos saludó a todos los artistas, muy afectuosa. Si hubiera venido Franco, por supuesto también le habríamos dado la mano", relata.

"En aquel momento, no estábamos en política para nada, aceptabas lo que había", añade el intérprete y compositor, "no sabíamos lo que era la democracia, porque el régimen era lo que habíamos conocido siempre".

Y desgrana algunos recuerdos de aquella época: "En el colegio nos hacían cantar el Cara al sol a las 9 de la mañana y, una vez a la semana, venía un señor falangista a darnos una charla de Educación en la Ciudadanía" [en realidad aquella asignatura se llamaba Formación del espíritu nacional].

Tras dejar atrás la autarquía, el país experimentó en los años 60 un gran despegue económico gracias al turismo, que introdujo nuevas modas y dinamitó el puritanismo imperante hasta entonces.

"Lo que no nos censuraron con Franco, nos lo censuran ahora", se lamenta Ramón Arcusa.

Pero las letras de todos los grupos musicales aún tenían que pasar el filtro de la censura, tanto al grabar el disco como al ofrecer un concierto en directo o actuar en televisión.

"Habíamos incluido en uno de nuestros discos el tema Rogar", explica Ramón Arcusa, "con la versión de Los cinco latinos del clásico de The Platters, My Prayer".

El estribillo incluía una expresión bastante inocente: "Rogar es soñar con tu amor en un mundo de paz. Cual divina oración, besar tu boquita sensual". Pero incomodó extraordinariamente a los censores, que la consideraron poco menos que una blasfemia.

"Para evitarnos problemas", explica la mitad del Dúo Dinámico, "habíamos decidido grabar la canción en inglés. Pero aun así, nos la prohibieron. Fue la única vez que nos censuraron".

"Lo que no nos censuraron con Franco, nos lo censuran ahora", bromea Ramón Arcusa, quien actualmente está escribiendo un libro sobre otra dictadura, la de la cultura woke.

Hace bien poco, "algunos nos han acusado nada menos que de pederastas, por la canción Quince años tiene mi amor. Incluso Julia Otero dijo en la radio que cómo no nos da vergüenza".

"Cuando la tocamos por primera vez, en 1961", recuerda, "nadie se escandalizó porque no tiene ninguna malicia. Es una historia de amor entre adolescentes".

Muy al contrario: "Cuando grabamos por primera vez esa canción, teníamos 21 años y sabíamos menos de sexo que hoy un niño de 9".

Y más recientemente, Arcusa ha descubierto que Spotify había retirado en EEUU dos canciones del Dúo Dinámico, por encontrar políticamente incorrectas sus letras.

Cincuenta años después, la dictadura la ejerce ahora un algoritmo de las redes sociales y las plataformas, reflexiona Arcusa con cierta amargura.