La exministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya, durante la entrevista.

La exministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya, durante la entrevista. David Morales

Política HABLANDO SOBRE ESPAÑA

González Laya: "La escena del Despacho Oval es vergonzosa; despreciable cuando se usa para debilitar a un país invadido"

"Hemos entrado en un territorio diferente, en el que Estados Unidos ya no es que no sea un aliado, es que considera a la Unión Europea su enemigo".

"Es momento de decidir: no vale ponerse del lado de Trump y pretender ser un patriota en Europa".

"Invertir en defensa es una cuestión de país; hay que acordar con la extrema izquierda un mayor esfuerzo".

"Los tecnolibertarios de EEUU no sólo quieren acabar con la democracia, también con el capitalismo".

Más información: Trump y Vance acorralan, abroncan y amenazan a Zelenski: "Estás jugando con la Tercera Guerra Mundial"

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A Arancha González Laya (Tolosa, 1969) no le amilanan las tormentas. Es mujer del norte, su pasión es la montaña y este fin de semana se ha propuesto subir los picos de Soria a pesar del mal tiempo. Dice que más lluvia que en París, donde tiene su nueva casa, no va a padecer. 

Esos son los nubarrones meteorológicos. Los políticos, reconoce, son bastante peores. Como decana de la Escuela de Asuntos Internacionales de París, en la prestigiosa Universidad Sciences Po, habla para los futuros líderes europeos. Y no está el continente para muchas alegrías ante la amenaza de Rusia y la agresividad de Estados Unidos.

Frente a eso, insiste, ella está ahora mismo "en la batalla de las ideas". La que llevó a pensadores y políticos de la segunda mitad del siglo XX a construir la actual idea de Europa. Y en la que las élites actuales se refugian con el propósito de reformular el aparato europeo.

González Laya aborda estos temas desde las oficinas en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR por sus siglas en inglés), un think tank con sede en distintas capitales del Viejo Continente que fue creado hace un par de décadas por medio centenar de políticos europeos.

Viaja a menudo a España desde París, donde llegó después de ejercer durante un año y medio como ministra de Exteriores en el Gobierno de Pedro Sánchez. Curioso que fuera cesada tras un conflicto diplomático con Marruecos, con el traslado a nuestro país del líder saharaui Brahim Gali como epítome, ella que procura pisar pocos charcos en la política.

Vídeo | González Laya: "EEUU ya no es que no sea un aliado, es que considera a la UE como su enemigo" Sara Fernández

Su discurso tiene mucho más del lenguaje de las instituciones internacionales, donde desarrolló su carrera durante décadas. Primero en la Comisión Europea, después como jefa de gabinete del secretario general de la Organización Mundial del Comercio y, por último, como subsecretaria general de la ONU.

Su lado siempre fue el de la diplomacia, por eso prefiere evitar ciertos temas o palabras subidas de tono. Aunque dice que cuando esta vía se agota, sólo queda actuar con firmeza. También en eso consiste el arte de la negociación. Y a la exministra, en su mandato, le tocó lidiar con la primera etapa de Donald Trump en la Casa Blanca.

Cada día pensamos que lo hemos visto todo, pero entonces, de repente, subimos un peldaño más. Lo último ha sido la discusión en la Casa Blanca con Trump y J.D. Vance interrumpiendo a gritos a Zelenski. En términos de diplomacia, ¿cómo se interpreta todo esto?

Lo ocurrido en el Despacho Oval quedará grabado en la historia de los Estados Unidos como una gran vergüenza. Una traición a los principios fundacionales del país. Europa no lo va a olvidar.

Trump amenazó a Zelenski, le llegó a decir que está jugando con la Tercera Guerra Mundial. Estamos acostumbrados a sus excesos de retórica, pero, desde un punto de vista práctico, ¿a dónde podemos llegar?

Es una muestra más del estilo shock and awe sorpresa y conmoción que utiliza el presidente Trump. Es despreciable cuando se usa para debilitar a un país invadido injustamente por otro; y es una irresponsabilidad jugar con la amenaza de una Tercera Guerra Mundial en un momento en el que aumentan las tensiones en el mundo. No se puede jugar con este fuego.

Ante un comportamiento de este tipo hacia un país que la UE considera dentro de su área de influencia, ¿qué podemos hacer? 

La Unión Europea tiene que seguir el camino que ha comenzado. Primero, Ucrania tiene un futuro dentro de la UE, hay que dar pasos hacia su integración. Y en segundo lugar, debemos mantener el apoyo financiero a Ucrania. También le hemos tenido que explicar a Estados Unidos que una gran parte de este apoyo no eran créditos sino donaciones a un país que está dentro de nuestros intereses. Por tanto, no sólo es generosidad, sino interés propio.

Eso lo ha hecho esta semana Macron en Washingon, dejándole muy claro a Trump, en su casa, que no está de acuerdo en cómo está afrontando el final de la guerra en Ucrania. Mientras, el resto de líderes europeos ha ido a Kiev a arropar a Zelenski. ¿Cómo se están repartiendo los papeles en la UE? ¿Macron lleva el palo y el grupo la zanahoria?

Hemos asistido a dos momentos muy importantes. Primero, a una muestra de unidad de los aliados de Ucrania, que tiene mucho que ver con el futuro de Europa como continente soberano. Y ahí también estaba Canadá.

Y luego ha habido un despliegue de las distintas maneras de llegar a la Casa Blanca para buscar influir en un momento en el que Estados Unidos está negociando con Rusia. Hemos visto a Macron y al primer ministro británico, Keir Starmer. Creo que es una buena forma de utilizar los resortes que tenemos.

Admitiendo que existe una estrategia coordinada de los 27, después no existe una directriz común. No tienen la misma visión de cómo abordar estas relaciones Giorgia Meloni que Pedro Sánchez, por ejemplo. ¿Qué papel tiene que jugar España? 

Primero, seamos honestos en el análisis. No sé qué piensa cada cual, pero sí sé lo que han hecho. Y en la última semana se ha adoptado un paquete de sanciones contra Rusia, el número 16 en todo este tiempo, apoyado unánimemente por todos los Estados miembros. Más allá de las distintas sensibilidades, que las hay, existe una unidad en Europa. Y también con Reino Unido, a pesar del Brexit. 

Yo creo que todos entienden que lo que se juega Europa es mucho. Se puede flirtear, y algunos lo hacen, con el trumpismo, pero al final esto de lo que va es de Europa. Hemos visto un voto en la Asamblea General de Naciones Unidas donde ha habido países como Hungría que han votado del lado de Rusia y de Estados Unidos. Curiosa coincidencia ver a Rusia y a Estados Unidos votando en una misma dirección.

Es que este mundo tiene poco que ver con el que conocíamos hace un par de meses, ¿no?

Creo que la cuestión que no habíamos previsto, y es quizás la más dura, es el alineamiento ideológico del trumpismo con la Rusia de Putin. Habíamos previsto la economía, lo que pudiera ocurrir en seguridad y defensa, pero, francamente, no habíamos previsto esta convergencia ideológica.

Arancha González Laya, esta semana en Madrid.

Arancha González Laya, esta semana en Madrid. David Morales

¿Cómo no lo pudimos ver? Trump no nos pilla de nuevas, ya lo conocemos de hace cuatro años. Nunca ha ocultado su rechazo por el multilateralismo, su buena sintonía con Putin en ciertos aspectos, esa visión imperialista del mundo… ¿De verdad sorprende?

Bueno, yo creo que nadie esperaba un discurso del vicepresidente de los Estados Unidos en la Conferencia de Seguridad de Múnich diciendo que el enemigo de Europa no es China ni Rusia, sino que el enemigo de Europa es la democracia europea. Hemos dado un salto cualitativo y creo que hemos entrado en un territorio diferente, en el que Estados Unidos ya no es que no sea un aliado, es que considera a la Unión Europea su enemigo.

¿Y cuáles son los cambios más sustanciales con respecto a ese primer mandato de Trump? ¿Es una cuestión de agresividad, de actuar sin ningún freno?

Nosotros lo llamamos imperio, pero yo creo que es un emporio, que no es lo mismo. Se trata de una visión patrimonialista del ejercicio de la presidencia donde no hay unas reglas del juego, no hay una burocracia que se elige por su capacidad y experiencia; hay una serie de incondicionales y una apropiación del país en su propio beneficio.

Y en la fotografía, detrás están unos tecnolibertarios, que son quienes han fijado una agenda que no existía en el primer mandato. Este conglomerado tiene como objetivo la destrucción de los contrapesos de la democracia estadounidense, del sistema internacional y de la Unión Europea. Y creo que en último término tiene como objetivo la destrucción del capitalismo, con sus reglas del juego, para reemplazarlo por este tecnolibertarianismo. 

Hecho este análisis, lo que nos corresponde como europeos es ver de qué manera queremos responder a eso y cómo queremos proteger lo que sí creemos que es importante para Europa, que es la democracia liberal, el capitalismo y la economía social de mercado.

"Trump ejerce la presidencia como un emporio. Se ha apropiado del país en su propio beneficio"

Hemos mencionado a Macron y su visita a Washington. ¿Qué actitud debería tomar Pedro Sánchez? Es decir, hasta ahora ha intentado presentarse como un líder antitético a Trump. Pero, ¿hasta qué punto se puede llevar la confrontación sin que sea contraproducente?

Creo que España necesita alinearse con una Europa unida, yendo a Kiev, mostrando que España está con los nórdicos, con los bálticos, con Alemania, con Francia, con Italia… No creo que tengamos que avergonzarnos de defender nuestro modelo.

Esa alineación la damos por descontada desde hace décadas. Pero, como Gobierno, como país individual, ¿cómo de lejos podemos llegar? 

Pues defendiendo como país individual lo mismo que como miembro de la Unión Europea. Sin rubor, sin avergonzarse, sin agachar la cabeza como un país libre y soberano que somos. También entiendo que no buscamos la confrontación con Estados Unidos, es algo que nos viene dado por una Administración que antes trabajaba con Europa y ahora no. 

A usted le tocó lidiar con la primera etapa de Trump y con sus amenazas de aranceles. Ahora vemos que las amenazas se han convertido en hechos. La premisa es negociar, negociar y negociar, pero, ¿cómo actuar cuando la diplomacia no da más de sí? 

En primer lugar uno debe seguir empecinado en buscar acuerdos a través de la negociación y del diálogo. Pero la mejor manera de hacerlo es desde una posición de fuerza. Ahora tenemos un primer test con los aranceles de Estados Unidos hacia el acero y el aluminio europeos, que por cierto, no he visto que haya hecho grandes distinciones entre Hungría, Alemania o Italia. 

La actitud de la Comisión Europea tiene que ser negociar, pero si eso no funciona, Europa tiene que estar lista para responder con sus propios aranceles. Sabemos que es una guerra de perdedores, nadie gana una guerra comercial. Pero sólo podemos reaccionar desde la fuerza.

La exministra de Exteriores, en un momento de la entrevista.

La exministra de Exteriores, en un momento de la entrevista. David Morales

La semana que viene precisamente hay un Consejo Europeo en el que se va a debatir el futuro de Ucrania y también el de nuestra propia defensa. Ahora que de alguna forma hemos asimilado un poco el shock de la llegada de Trump, de las decisiones que ha tomado, de su alineamiento con Putin… ¿Qué decisión unitaria debemos tomar en ese Consejo? 

Creo que la UE tiene que marcar el camino hacia la construcción de una seguridad y defensa europea por parte de los europeos, donde también encajamos a Reino Unido. Y a medio y largo plazo tenemos que tratar tres cuestiones: ¿cómo vamos a financiar estas necesidades de defensa? ¿Qué modelo de organización queremos? ¿Y cómo lo vamos a organizar? Esta tercera parte es quizás la menos madura ahora mismo.

"Sabemos que es una guerra de perdedores, nadie gana una guerra comercial. Pero, ante los aranceles, sólo podemos reaccionar desde la fuerza y responder con nuestros propios aranceles"

¿Qué recorrido tiene esa idea de un ejército europeo del que, realmente, se lleva hablando desde no mucho después de la Segunda Guerra Mundial? 

Creo que tenemos que empezar la casa por los cimientos y no por el tejado. Creo que este no es nuestro problema hoy, porque ya somos capaces de desplegar fuerzas de los ejércitos nacionales, como están ahora mismo desplegadas en el flanco este de la Unión Europea bajo bandera de la OTAN.

Tenemos que invertir en inteligencia o defensa aérea. Y abordar esa discusión que la Comisión Europea ya ha puesto sobre la mesa de flexibilizar las reglas fiscales y mutualizar la deuda para invertir en defensa.

Hablando de cifras y de objetivos concretos. La semana pasada había un informe del Instituto Kiel y del Centro Bruegel que calculaba que necesitamos 250.000 millones de euros y 300.000 tropas extra en un año para defendernos de Rusia sin la ayuda de Estados Unidos. ¿Estamos preparados para un esfuerzo tan mastodóntico?

Está bien que institutos de investigación pongan estas cifras sobre la mesa, eso puede ayudar a las decisiones de los dirigentes, pero los países europeos ya entienden que tienen que mejorar sus capacidades. 

El Reino Unido ha anunciado un aumento del gasto al 2,5%, en Alemania hay un plan para construir un fondo de 200.000 millones destinados a defensa, el Gobierno español ha anunciado otros 1.000 millones para ayudar a Ucrania… Esto va a ser un viaje de medio o largo recorrido, pero las señales que demos van a definir la seriedad con la que nos tomamos nuestra seguridad.

Los expertos hablan de un plazo de entre cinco y diez años para llegar a esa autonomía estratégica. Pero en ese tiempo ya no estará Trump, quién sabe si Putin… Lógicamente, una infraestructura militar no se construye de un día para otro, pero el problema lo tenemos ahora.

Tenemos que ver lo que estamos haciendo, construyendo la capacidad para defendernos frente a los ataques híbridos constantes de Rusia sobre nuestras infraestructuras de energía, de comunicación o tecnológicas. O ver cómo vamos a apoyar a Ucrania en el momento en el que haya un cese de hostilidades.

Con respecto a España, parece claro que ese objetivo del 2% que se marcó la OTAN en 2014 se ha quedado desfasado. De hecho, en la próxima cumbre de la OTAN es previsible que se suba el objetivo. La UE está debatiendo esta cuestión como bloque y no se podrá exigir a todos que lleguen al esfuerzo, por ejemplo, de Polonia, que supera el 4%. Pero, ¿hasta dónde puede llegar España? Porque somos los últimos de la lista.

España también ha hecho inversiones en defensa en los últimos años y ha aumentado su presupuesto. Y no lo hemos hecho porque queramos que Europa o España se conviertan en un proyecto de guerra, sino porque sabemos que defender la paz y garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos pasa hoy también por aumentar nuestro gasto en seguridad y defensa. Invertir en esto es protección frente a infraestructuras, frente al cambio climático o frente al terrorismo internacional. 

La clave no es que todos den el mismo salto en el mismo momento, sino que todos se comprometan a llegar a un punto común y que vayan dando pasos adelante como los ha dado España y los va a seguir dando. 

Arancha González Laya, en la sede de Madrid del European Council of Foreign Relations.

Arancha González Laya, en la sede de Madrid del European Council of Foreign Relations. David Morales

España ha hecho esfuerzos, pero su tasa continúa siendo la más baja. Seguimos por debajo del 1,3% del PIB, este año se proyecta un aumento del 0,04%. Insisto, ¿hasta dónde podemos llegar para posicionarnos como un actor fundamental dentro de esta estrategia europea?

Yo creo que ya estamos posicionados de una manera fundamental en la estrategia europea, no creo que nos hayamos quedado fuera de la foto. 

La OTAN nos ha regañado ya varias veces…

Sí, está bien, pero esa es su tarea. No es regañar, es pedir que se rindan cuentas y creo que España las ha rendido. Y está claro que tenemos que seguir haciendo un esfuerzo mayor, pero también reconozcamos que estábamos en el 0,9% y hemos mejorado, con nuestras capacidades y a nuestro ritmo. Tenemos que ser serios y no zigzaguear.

¿No hay un punto de autocrítica, de pensar que teníamos que haber abordado antes esta cuestión?

Seguramente podemos hacer autocrítica, pero también podemos mirar un poquito a nuestra capacidad económica en el pasado y ver el golpe que supuso para la economía española la crisis del 2009. El impacto que tuvo esa crisis en el sur de Europa fue muy diferente al del centro y el norte de Europa. Lo que sí me parece fundamental hoy es construir un gran consenso, tras un debate con la ciudadanía, acerca de por qué esto es importante y por qué nos dará fuerza y legitimidad política para seguir avanzando.

¿Cómo se articula ese consenso en el Congreso de los Diputados, donde los socios del Gobierno, los partidos de izquierdas, tradicionalmente han rechazado incrementar el gasto militar porque consideran que hay otras cuestiones más urgentes? 

Como usted sabe, evito con mucho cuidado entrar en debates nacionales. Pero quiero poner en valor lo que se ha hecho. En los últimos cinco años España ha pasado del 0,9% al 1,3%, ha mejorado las capacidades de las Fuerzas Armadas, ha mejorado en su compra de equipamientos y en la resiliencia de sus infraestructuras, incluyendo las digitales. ¿Hemos hecho lo suficiente? No, hay que hacer más. 

Hay que tejer acuerdos de todos, de la extrema izquierda a la extrema derecha. No quiero poner el dedo sobre nadie en particular, es una gran responsabilidad de todos.

¿Es una cuestión de la izquierda contra la izquierda?

Es una cuestión de país, lo mismo que el apoyo a Ucrania o la defensa ante la agresividad de la Administración de Estados Unidos.

Volviendo al ámbito europeo, ¿se imaginaba hace unos años que un futuro canciller alemán dijera que hay que desconectarse de Estados Unidos y tener una autonomía plena ante ellos? 

No lo hubiera imaginado ni en mis peores pesadillas, pero tampoco hubiera imaginado el alineamiento ideológico de Estados Unidos con Rusia. Tampoco hubiera imaginado a un vicepresidente de los Estados Unidos viniendo a Alemania a decirles a los partidos comprometidos con la democracia que lo estaban haciendo mal, que la que lo estaba haciendo bien era la representante del partido más filonazi en el espacio político alemán. 

Se trata de nuevo de la dualidad entre la Europa que conocimos en el pasado y la que tenemos hoy. Porque en la actual están presentes todas esas fuerzas, en el Parlamento alemán y en muchos otros. En algunos casos, incluso en gobiernos. ¿Cómo va a contaminar ese discurso unitario la presencia de esas fuerzas antisistema que se posicionan del lado de Trump? 

Llega el momento de la verdad y no va a ser posible nadar y guardar la ropa. Habrá que ponerse del lado de Europa o del lado de Donald Trump, esas son las opciones. No vale ponerse del lado de Trump y pretender ser un patriota en Europa. 

Pero, insisto, estamos hablando de un discurso unitario europeo cuando todas estas fuerzas crecen en Europa, cuando gobiernan en un país tan importante para la UE como Italia. Aunque haya que posicionarse, ¿de qué manera nos resta fuerza como bloque?

La democracia es esa batalla. Por eso el mayor peligro que tenemos hoy es corromperla con injerencias extranjeras, con redes sociales que nos están anestesiando, con la propaganda de Elon Musk en X o con una injerencia electoral en Alemania o, aún más preocupante en Rumanía, donde ha habido un intento de Rusia de colocar un gobierno títere.

En los países donde existe un sistema parlamentario proporcional, como en España, la realidad es que los partidos conservadores saben que dependen en muchos casos de los partidos de extrema derecha para gobernar. Ocurre donde hay parlamentos fragmentados, que ya es casi en todas partes. ¿Qué actitud deberían tomar entonces esos partidos conservadores? 

La gran cuestión es que estamos ante un ataque al proyecto europeo, a las democracias liberales. No es un interrogante sobre cómo regatear el debate doméstico. En este debate hay europeístas por un lado o nacionalotrumpistas por el otro. Y en Alemania eso lo han entendido muy bien, es el momento de la gran unidad. 

Pero en Alemania las reglas del juego son diferentes, allí están acostumbrados a las grandes coaliciones, han vivido con ellas durante años. En otros muchos países, incluido España, este debate de las ideas está muy bien, pero a la hora de la verdad sabemos que los conservadores dependen de la extrema derecha. ¿Deben romper definitivamente con ellos?

Miremos al Parlamento Europeo, la necesidad aprieta en todos los lugares. También lo vemos en Francia, donde están aprendiendo el arte de gobernar. Dejemos de denigrar la democracia y obliguemos a todos los responsables políticos a definir de qué lado está cada uno.

La exministra de Exteriores repasa la relación entre la UE y Estados Unidos.

La exministra de Exteriores repasa la relación entre la UE y Estados Unidos. David Morales

En estos momentos la otra alternativa real a Estados Unidos es China. ¿Cree que sería inteligente o hábil por parte de la Unión Europea acercarse a China, ponerle una velita a cada uno de ellos? 

Yo no creo que esto vaya de irse con uno para molestar al otro. Yo creo que la Unión Europea necesita una relación funcional con China, no porque se le haya oscurecido el panorama con Estados Unidos o porque se enfrente a una mayor agresividad de Rusia, sino porque China representa el 15% del PIB mundial, un 20% del comercio y el 32% de las emisiones de CO2 en el mundo. De ella depende la estabilidad o la inestabilidad financiera del planeta.

También representa acceso a materias primas y a baterías, y si queremos transformar el transporte y descarbonizar nuestro sistema dependemos de ellas. Su modelo de gobernanza es muy distinto del nuestro, pero los europeos debemos decidir esa relación. Lo peor que nos puede ocurrir es que los americanos y los chinos decidan por nosotros para estar a su servicio.

"La Unión Europea necesita una relación funcional con China. De ella depende la estabilidad financiera del planeta"

Muchas veces las alianzas internacionales se forjan así, por descarte o porque tu socio te ha abandonado.

China no es una alternativa. La hemos definido como nuestro socio, nuestro competidor y nuestro rival. Es así como nosotros vemos a China, aunque no hemos definido cuánto tiene de socio, cuánto de competidor y cuánto de rival. Y quizás éste sea el momento de hacerlo.

Otro de los grandes debates que existen ahora mismo es el desarrollo de la inteligencia artificial y de las nuevas tecnologías. ¿Cómo puede posicionarse Europa en otra batalla que lleva años perdida?

No estoy de acuerdo en que no hayamos desarrollado tecnología. Tenemos empresas como iGenius, que está desarrollando tecnología para empresas altamente reguladas. Tenemos a Helsing, que lo está haciendo en el sector de la defensa. 

Nos habían hecho creer que para tener un espacio en el mundo de la inteligencia artificial había que poner miles de millones de euros, pero de repente llega DeepSeek y demuestra que con mucha menor inversión y permitiendo a muchas más empresas emerger también puedes competir.

Pero, está mencionando una compañía china. Y nosotros ni siquiera hemos entrado en la competición ante los gigantes de uno y otro lado. ¿DeepSeek es el modelo? 

Nosotros debemos seguir el modelo europeo.

¿Y cuál es el modelo europeo? Porque creo que la mayoría de la gente lo desconoce.

Tenemos la reglamentación que nos permite construir una inteligencia artificial al servicio de nuestros valores, y así es como podemos integrar el mercado común. Debemos invertir en nuestras empresas y dejar de mirar a Estados Unidos y China.

Un par de cosas más. ¿Sigue creyendo que tiene recorrido la iniciativa de dos Estados para Israel y Palestina? 

Es que no veo otra. Porque lo contrario es un Estado, pero un Estado de apartheid. Creo que la solución de los dos Estados es la única que tenemos. ¿Es hoy más difícil que antes del ataque de Hamás y la respuesta desproporcionada de Israel sobre Gaza y Cisjordania? Sí, es cierto. Pero también es cierto que esto ha llevado a los países árabes a tener que involucrarse y a poner sobre la mesa su propio plan. Es bueno que la decisión no la tome Estados Unidos sino los países árabes de la región.

Pasará el fin de la guerra en Ucrania y este tema volverá a emerger. ¿Tiene capacidad España para seguir presionando a Israel, después de que Estados Unidos defienda prácticamente que Gaza desaparezca? 

Yo creo que la postura española es coherente en Oriente Próximo, como lo es en Ucrania. España se posiciona para que exista Palestina, para que Palestina e Israel puedan vivir en paz y con seguridad. España debe acompañar a los países árabes de la región en esa solución de los dos Estados y mantener este mensaje a través de la Unión Europea. Y, si no es posible con la UE, con los Estados miembros que lo vean como España. 

"España debe acompañar a los países árabes de la región en esa solución de los dos Estados. Lo contrario es un Estado, pero un Estado de apartheid"

¿Y en el Sáhara Occidental, qué solución viable hay ahora mismo?

Pues la que encuentren las partes bajo los auspicios de Naciones Unidas, que es quien les ha acompañado para que se puedan poner de acuerdo. En cualquier lugar donde hay un conflicto las soluciones deben ser las que se puedan anclar a largo plazo y esté decidida por ellos. 

El problema es que las partes son muy desiguales entre sí. También los apoyos con los que ambos cuentan.

Cierto.

Esta semana hemos visto en el Congreso de los Diputados una votación en la que se pedía la nacionalidad para los ciudadanos saharauis con un solo un partido en contra, que es el PSOE. ¿Les hemos dejado de lado, nos hemos olvidado del pueblo saharaui? 

Yo creo que también aquí hay que ser congruentes.

¿Cómo se es congruente en esto?

Tenemos que apoyar siempre la solución pacífica de los conflictos, esa es nuestra única guía.

¿Qué tal se vive en París?

Se vive bien. Trabajo con jóvenes que estudian asuntos internacionales y que ven cómo se desmorona un sistema que creíamos sólido. Buscan entender cómo pueden influir en el sistema, en la economía, en la protección de los derechos humanos, en la seguridad internacional, en la protección del medio ambiente, en la lucha contra el cambio climático y en la gobernanza de la tecnología. Me da mucha esperanza trabajar con ellos.

¿Y ellos sienten también un poco esta zozobra de un mundo en cambio o de alguna forma están contagiados por ese nihilismo francés que siempre ha existido?

Yo procuro insistir en que todos ellos tienen capacidad de acción, están empoderados, porque lo contrario y es lo que veo que está ocurriendo con muchos jóvenes en nuestra sociedad es el discurso del todo está roto y no se puede hacer nada. Eso es lo que lleva al nihilismo. Quien se encuentra en esta situación frente a un sistema que ve injusto, sólo le queda una salida, que es la violencia. 

González Laya reflexiona acerca del futuro de la UE.

González Laya reflexiona acerca del futuro de la UE. David Morales

Pero, discúlpeme, usted trabaja con un sector que forma parte de una élite. Probablemente el sentimiento de una buena parte de la población sea otro, quizás ese que defiende que el sistema está roto y además no le da lo que le prometieron. ¿Qué podemos hacer para hacer extensivo ese mensaje del que habla?

Mis estudiantes pueden ser élites intelectuales, no económicas, pero es verdad que son una pequeñísima parte de la sociedad. Le respondo como les respondo a ellos cuando me preguntan: allá donde estemos, en política, en la empresa, en la sociedad civil, en los medios de comunicación, en la acción social… todos tenemos la responsabilidad de entender que el futuro será lo que queramos que sea. Más aún cuando vivimos en democracia; tenemos esa capacidad para que no nos lo confisquen.

¿Cuál es la cumbre más alta a la que se ha enfrentado? 

Tengo pendiente subir un día nublado al Monte Perdido, en los Pirineos. Y la otra que tengo entre ojo y ojo es el Kilimanjaro. Subir una montaña es enormemente terapéutico, porque además de enfrentarte a ti mismo y superar tus obstáculos, lo que cuenta es la resiliencia, la lucha. 

Esas son las naturales. ¿Y las metafóricas? 

De momento me quedo con las físicas. 

Porque de política, nada…

Yo hago política, pero desde otro balcón, otro lugar y otro país. Estoy en la batalla intelectual, la de convencer. Porque creo que nuestro futuro depende de que Europa se crea sus propias capacidades.