Pedro Sánchez, en uno de los salones de Moncloa.

Pedro Sánchez, en uno de los salones de Moncloa. Moncloa

Política CRISIS EN EL PSOE

Dirigentes fieles a Pedro Sánchez plantean por primera vez que "el problema" puede ser él

"La decisión del Sáhara no tuvo sentido", explica un diputado cercano al presidente, "y anunciamos medidas económicas sin haberlas trabajado".

23 julio, 2022 02:54
Fernando Garea Alberto D. Prieto

Los cambios que Pedro Sánchez ha ejecutado esta semana en el PSOE y en el Gobierno han cambiado algo más que la estructura del partido, el organigrama o los protocolos de funcionamiento.

Han cambiado también la percepción que muchos diputados o dirigentes socialistas tienen de su líder y, sobre todo, del proyecto político que representa. Hasta el punto de que algunos empiezan a pensar que tal proyecto no existe y que, finalmente, se va improvisando casi cada día.

"La decisión del Sáhara ni tuvo sentido ni se logró explicar", explica un diputado cercano a Sánchez, "y vamos anunciando medidas económicas para salvar la semana, sin haberlas trabajado". Por primera vez, hay voces del círculo próximo al presidente que ven que "el problema no se arregla con cambios, el problema es él" y su proceder errático y sin rumbo.

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Eso no quiere decir que vaya a haber críticas públicas de socialistas al secretario general, o que este sábado en el Comité Federal se vayan a escuchar objeciones a los pasos dados por el presidente del Gobierno.

Aplaudirán, a todo lo que dan los brazos, como aplaudieron hace nueve meses en el Congreso Federal de Valencia, cuando hizo aprobar un diseño de partido que ahora se ha rectificado. O como aplaudieron con intensidad cuando hace justo un año relevó a referentes de la etapa de Sánchez en el partido como José Luis Ábalos o Carmen Calvo.

Porque el nuevo esquema de partido y de coordinación con el Gobierno no tiene nada que ver con el aprobado en octubre en Valencia. Ni tiene nada que ver con el que había hace poco más de un año.

Cuándo cambió todo

"Todo cambió después del 19-J", explica otro alto socialista, en conversación con este periódico. "El presidente se encerró en sí mismo, y dejó de tener reuniones. Estaba visiblemente enojado".

Tres derrotas electorales (Madrid, Castilla y León y Andalucía) han ido provocando giros radicales de Sánchez que, según algunas voces internas -incluyendo barones regionales-, muestran que lo que falta en realidad es una estrategia clara. "Los cambios eran necesarios, pero la precipitación ha sido sorprendente", se explica desde una de las baronías. "Se han hecho cosas muy feas, filtraciones interesadas, para forzar situaciones".

También hubo giros en su propio entorno, pasando hace un año de un jefe de Gabinete (Iván Redondo) ajeno al partido a otro (Óscar López) con trayectoria orgánica en el pasado... y ahora llevando a este último, de nuevo, a Ferraz en una comisión que entierra la Ejecutiva nombrada hace sólo nueve meses en el congreso de Valencia.

Ante esa Ejecutiva, Sánchez ya expresó su enfado con el funcionamiento del partido, sólo dos días después de la derrota en Andalucía. Según un miembro de esa Ejecutiva, en realidad estaba expresando el enfado consigo mismo por haber constatado que no había acertado con los sucesivos cambios.

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Esa constatación es aún más grave si se tiene en cuenta la difícil situación económica que se presenta, con la sombra de una recesión en 2023 y la posibilidad de recortes en suministro de gas a Europa.

Medidas económicas sobrevenidas

Y esas rectificaciones continuas son también detectables en las decisiones del Gobierno para hacer frente a la inflación y sus consecuencias. Por ejemplo, el 29 de marzo se aprobó un decreto con medidas para mitigar el efecto de la inflación y para lograr votos en la convalidación se tramitó como proyecto de ley.

Pero el 25 de junio el Consejo de Ministros aprobó otro decreto que rectificaba algunas medidas del anterior y dejaba en papel mojado la tramitación como proyecto de ley. Y, por si fuera poco, tres días antes de convalidar este último decreto, Sánchez anunciaba en el Debate sobre el estado de la Nación una nueva rectificación a esas medidas, aumentando, por ejemplo, del 50% al 100% la bonificación de tarifas de trenes de cercanías.

Es decir, se anunciaba una rectificación de una medida que no sólo no se ha convalidado, sino que ni siquiera entró en vigor porque se aplicará desde el 1 de septiembre.

De aquí a entonces aún puede haber más decretos que rectifiquen esas medidas. Sobre esto muestran también notable estupor algunos de los socios parlamentarios del Gobierno que van convalidando estas iniciativas, con la sensación de que Sánchez da manotazos de ahogado y sin saber cuál es el criterio concreto.

Estos socios explican que su interlocución seguirá siendo con el ministro Félix Bolaños y el secretario de Estado de relaciones con las Cortes, Rafael Simancas. En esto no hay cambio.

Relevo generacional decapitado

Respecto a los cambios que comunicará hoy al Comité Federal, hay dos claros damnificados: Adriana Lastra y Héctor Gómez. Sobre la primera queda ya muy claro que no es una dimisión que desencadene los demás cambios, entre otras cosas porque antes de que ella comunicara a Sánchez su renuncia ya se habían publicado reiteradamente crónicas en diferentes medios sobre esos cambios.

Es decir, ella saltó antes de ser destituida y eso también deja la impresión en muchos dirigentes socialistas de falta de proyecto. Lastra se va con un portazo, aunque nunca lo dirá públicamente, de la misma forma que Sánchez echó hace un año a Ábalos con un sonoro portazo, aunque él sea disciplinado y no abra la boca en público. En un año ha echado al número tres y a la número dos del partido.

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En el caso de Héctor Gómez el mensaje es el de haber abortado el único atisbo de relevo generacional de los últimos años en el PSOE. Sánchez le comunicó el miércoles por la tarde por teléfono la sustitución cuando ya estaba publicada era muchos medios, sin que le temblara el pulso y sin que se haya producido ningún conflicto en el Grupo Parlamentario o se hayan perdido votaciones en el Congreso.

En la nueva estructura, Sánchez da protagonismo al Gobierno dentro del partido y, de facto, hace que haya cuatro portavoces que le hagan de cortafuegos: Pilar Alegría en el partido, Isabel Rodríguez en el Gobierno, Patxi López en el Congreso y María Jesús Montero en todos esos ámbitos.

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La duda es si se puede confrontar con la oposición manteniendo un cargo institucional de ministra. O si es fácil de entender que la responsable de Hacienda en tiempos de zozobra económica, gestión del proyecto de Presupuestos e implementación de nuevos impuestos a energéticas y bancos pueda añadírsele la función que antes tenía Lastra con exclusividad.

Si en pocos meses Sánchez vuelve a cambiar ese funcionamiento se constatará si ha sido un acierto esta nueva rectificación.