El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, este viernes en Moncloa. Efe

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, este viernes en Moncloa. Efe

Política EXTERIORES

Stoltenberg agradece a Sánchez su "liderazgo en la seguridad global" y en la evacuación de Kabul

El presidente recibe al secretario general de la OTAN ante la cumbre que del 29 y 30 de junio de 2022, que definirá la "nueva estrategia" de la Alianza.

8 octubre, 2021 13:57

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Pedro Sánchez ha recibido en Moncloa al secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, con quien ha preparado la cumbre del año que viene, que se celebrará en Madrid el 29 y 30 de junio. 

La cita celebrará los 40 años de la entrada España en la Alianza Atlántica y diseñará la estrategia con que los aliados afrontarán el nuevo orden mundial. "Es un momento histórico de la OTAN y nos vamos a volcar en la definición de las nuevas prioridades de una asociación que es la historia de un auténtico éxito de seguridad", ha dicho Sánchez. 

Sánchez y Stoltenberg -que en su solapa lucía un pin con las banderas de España y la OTAN entrelazadas-  también han hablado sobre la "autonomía estratégica de la Unión Europea", ese embrión de un ejército de la UE que apadrina el Gobierno español y que el ministro José Manuel Albares ya esbozó este lunes con Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos.

Madrid albergará la cumbre de la OTAN los días 29 y 30 de junio de 2022.

Nuestro país trata de que los socios europeos apoyen la creación de una especie de Unidad Militar de Emergencias (UME) a la europea, basada en el cuerpo que creó en España el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero "y en la lección aprendida en Afganistán", explican fuentes del Gobierno a este periódico. Esto lo definió Sánchez como "las complementariedades que ofrecerá Europa a los aliados", es decir, esencialmente Canadá y EEUU. "Tenemos que complementar a la Alianza", dejó establecido el presidente.

La llegada de Albares al Ministerio de Exteriores, el pasado mes de julio, ha dado la vuelta a la política exterior española como a un calcetín del revés. El nuevo titular de la diplomacia española ha viajado a Argelia, a Pakistán, a Qatar, a Estados Unidos... es decir, no sólo a plazas cómodas ni aliadas, sino adonde había que ir para "asegurar los intereses de nuestro país".

Arreglando el pasado

La relación con Washington llevaba años basada en la colaboración militar y nada más. A nivel político, España ha sido un paria desde que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero se estrenó en Moncloa ordenando la salida de las tropas de Irak sin avisar al Pentágono y sin plazos de transición negociables.

Después, la etapa de Donald Trump no ayudó en nada, sobre todo desde que Mariano Rajoy fue desalojado del poder y llegó un Sánchez que tenía que afianzarse frente a su competencia a la izquierda, Podemos, gastando un discurso duro.

Y no digamos nada de las tensiones crecientes con Marruecos, vecino del sur, emisor de migrantes por goteo o a manguera abierta, según le convenga, y aliado histórico de EEUU en la región. Había mucho que arreglar, y Albares pasa menos tiempo en el Palacio de Santacruz que de gira mundial.

"Tenemos que afrontar el mundo más impredecible y peligroso que hemos conocido, tenemos que abordar estos desafíos juntos, la inestabilidad en el Sahel, Magreb y Oriente Próximo", apuntó Stoltenberg. El líder de la Alianza citó la "competencia estratégica" de los rivales globales, "una conducta más agresiva de Rusia, y una expansión económica de China en actitud intimidatoria".

Stoltenberg, en todo caso, no hizo referencias explícitas a Turquía, el país aliado y también musulmán que más problemas está causando a la Alianza. Sólo para citarlo como país protegido "con la colaboración española" frente a sus rivales y desafíos regionales.

"Durante cuatro décadas España ha trabajado por un mundo más pacífico y seguro", afirmó, "y es un aliado muy valioso para ello". Nuestro país no es, en realidad, el que más dinero aporta, pero sí uno de los que más tropas despliega, acepta misiles balísticos en Morón, mantiene la base de Rota.

Hay una Agenda 2030 distinta en lo militar, más allá de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aunque todavía en desarrollo de cara a esa cumbre de Madrid. Ahí se definirá "el nuevo concepto de seguridad y de unidad para la Alianza Atlántica, que debe prepararse para el futuro". Como sin duda se vio en el desalojo de Kabul, en el que ni la OTAN ni la UE no tuvieron ningún papel. Todo dependió de las tropas estadounidenses y el apoyo logístico español, como reconocieron Washington, Bruselas y el propio Stoltenberg.

Este lunes mismo se pasó por París, un día antes de la ministerial de la OCDE para hacer gestiones de amistad -o de distensión en la enemistad- entre Rabat y Argel. O para invitar -e incluir- a París en el acuerdo global del 15% de suelo en el Impuesto de Sociedades o en el pacto europeo para mancomunar la compra de gas y luchar así contra el alza especulativa de los precios que sube imparablemente nuestra inflación.

Pero para los encuentros de alto nivel, claro, queda Pedro Sánchez, que este viernes recibía en Moncloa al secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg.

Las relaciones internacionales españolas no eran las mejores el año pasado, pero la ministra de Defensa, Margarita Robles, logró confirmar que el 40 aniversario de la entrada de nuestro país en la Alianza Atlántica se celebraría con una cumbre de la OTAN en Madrid.

Y que ésta serviría para "diseñar la nueva estrategia de los aliados frente al desafío chino y la amenaza rusa", unos matices clave atribuidos a cada rival protagonista en el nuevo orden mundial.