El dirigente de EH Bildu, Arnaldo Otegi, y el presidente de Vox, Santiago Abascal.

El dirigente de EH Bildu, Arnaldo Otegi, y el presidente de Vox, Santiago Abascal. E.E.

Política

¿Vox como Bildu? Cinco razones que desmontan la tesis de la izquierda de que Abascal es peor que Otegi

El discurso sobre la violencia, el respeto a las instituciones y la presencia de víctimas de ETA frente a la de victimarios imposibilita cualquier equivalencia.

22 noviembre, 2020 02:59

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La izquierda política y mediática española considera a Bildu como un partido más respetable que Vox. Así se desprende de sus hechos y palabras: mientras defienden la imposición de un "cordón sanitario" a los de Santiago Abascal, subrayan las bondades de pactar con diferentes, como con los de Arnaldo Otegi, a quienes califican como "demócratas".

Es un debate que lleva tiempo en la palestra, pero que se ha intensificado a raíz del acuerdo entre el Gobierno y Bildu -anunciado por Otegi y celebrado por Pablo Iglesias- para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Adriana Lastra, portavoz del PSOE y una de las voces más críticas contra la "extrema derecha", defendió pactar con los herederos de Batasuna -brazo político de ETA-, a los que se refirió como "demócratas".

Esto, después de lo sucedido durante la moción de censura al Gobierno presentada por Vox. Ahí, todos los partidos de la izquierda del Hemiciclo -junto a los nacionalistas- se unieron para cerrar un cordón sanitario a través de un "manifiesto por la democracia".

Esta semana el debate llegaba, incluso, al Parlamento andaluz. Ahí, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, criticó que el Gobierno de Pedro Sánchez haya "pactado con Bildu", mientras que la secretaria del PSOE-A, Susana Díaz, le reprochó que él haya pactado los Presupuestos andaluces de 2021 con Vox, los "herederos del franquismo".

A todo esto respondía la vicesecretaria de Organización del PP, Ana Beltrán, que aseguró que poner a Vox "al mismo nivel que Bildu es una canallada".

¿Es razonable sostener que Bildu es más respetable desde el punto de vista democrático que Vox? ¿Son, de hecho, ambos partidos realmente equiparables? Hay, al menos, cinco razones que desmontan la tesis de la izquierda de que el partido de Abascal es peor que el de Otegi.

1. Víctimas y victimarios

Sostener que Vox y Bildu son formaciones equiparables implicaría poner en el mismo nivel a las víctimas de ETA y a quienes justificaron sus asesinatos. Y es que mientras que la formación de derecha radical está conformada por multitud de personas que sufrieron la violencia de la banda terrorista, la coalición abertzale aún acoge en su seno a condenados por terrorismo. Sin ir más lejos, su líder.

Esta diferencia es quizá la más paradigmática. El presidente de Vox, Santiago Abascal, tuvo una dura adolescencia en Amurrio, marcada por la persecución de la banda terrorista. Él y su familia fueron perseguidos y amenazados hasta el punto de que ETA intentó matar tres veces a su padre.

Arnaldo Otegi, por su parte, fue condenado a 10 años de cárcel por pertenencia a banda terrorista. Concretamente, los jueces le atribuyeron la voluntad de reconstruir la ilegalizada Herri Batasuna bajo órdenes de ETA. De hecho, Otegi continúa inhabilitado para el derecho de sufragio pasivo y para ejercer cualquier empleo o cargo público hasta febrero de 2021.

Pero el dirigente abertzale no se arrepiente de nada. Y continúa sin condenar la violencia de ETA. Así se justificaba en una entrevista concedida a Jordi Évole en 2016: "¿Cómo me puedes pedir a mí ahora que yo condene una cosa del pasado cuando yo no la condenaba cuando se producía? Además, he pagado claramente por no hacerlo porque yo he sido ilegalizado, he sido detenido, he sido encarcelado".

En el seno de EH Bildu también destacan otras figuras de marcada ligazón con la banda terrorista: Iker Casanova (parlamentario abertzale en el País Vasco, que fue condenado a 11 años de prisión por pertenencia a banda armada), Arkaitz Rodríguez (líder de Sortu, que fue condenado junto con Otegi por pertenecer a ETA en el caso Bateragune) o Adolfo Araiz (parlamentario en Navarra, que fue miembro de la Mesa Nacional de Batasuna. En ella, aprobó e impulsó la ponencia Oldartzen, encaminada a "socializar el dolor"). Entre otros.

Iker Casanova, parlamentario de Bildu en el País Vasco, levanta el puño durante el juicio en el que fue condenado por pertenencia a banda terrorista.

Iker Casanova, parlamentario de Bildu en el País Vasco, levanta el puño durante el juicio en el que fue condenado por pertenencia a banda terrorista. EFE

En el seno de Vox, por otro lado, figuran víctimas de ETA como José Antonio Ortega Lara (exfuncionario de prisiones secuestrado por la banda terrorista durante 532 días entre 1996 y 1997), Francisco José Alcaraz (diputado, tenía 19 años cuando su hermano y sus dos sobrinas fueron asesinados en el atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza) o Antonio Salvá (diputado, padre de un guardia civil asesinado en el último atentado mortal de ETA).

2. Discurso sobre la violencia

El segundo rasgo diferencial puede entenderse a partir del primero. Y es que no se está en una situación idónea para condenar contundentemente el terrorismo cuando se incluye en las listas a quienes han sido condenados por colaborar con la banda terrorista o a quienes hacen una lectura exculpatoria del historial criminal de ETA.

No es casual que desde la coalición abertzale sigan refiriéndose a los etarras como "presos políticos" o que se nieguen a utilizar la palabra "condena". Y para ello utilizan todo tipo de ambages -como alegar que la palabra condena tiene "connotaciones religiosas"-.

El discurso oficioso de Bildu sobre los años duros del terrorismo es que en el País Vasco hubo un "conflicto" que enfrentó a "dos bandos": el Estado español y ETA, que tenía como objetivo la independencia de Euskadi.

Para más inri, el reducto más radical de la coalición abertzale defiende la tesis de que el fin de la violencia de ETA convenía sólo desde un punto de vista estratégico. Arkaitz Rodríguez (Sortu) sostiene que la banda dejó de asesinar porque "llegó a la conclusión de que el Estado español no iba a reconocer el derecho de autodeterminación de nuestro pueblo". Así lo explicó el año pasado en una entrevista concedida a la televisión venezolana.

Por otro lado, el discurso oficial de Vox no es sospechoso de ser connivente con la violencia, ni de ampararla bajo malabares retóricos. Y ahí media un mundo entre las dos formaciones. De hecho, los propios miembros de Vox han sufrido la violencia en algunos de sus mítines. En algunas ocasiones, precisamente, a manos de radicales abertzales.

El único punto controvertido al respecto es la negación de la "violencia de género". "La violencia no tiene género", promulgan una y otra vez los diputados de la derecha radical. En este sentido, su proyecto político es la derogación de la Ley Integral contra la Violencia de Género y su sustitución por una ley de violencia intrafamiliar "que proteja por igual a ancianos, hombres, mujeres y niños".

3. Defensa de España

En el programa electoral de ambas formaciones, la cuestión territorial tiene un peso enorme. De hecho, ambos programas electorales abordan esta cuestión antes que ninguna otra, pero con una diferencia fundamental: Vox defiende la "unidad" de España, mientras que Bildu defiende la "autodeterminación" del País Vasco.

La hoja de ruta de Vox para el país comienza por el apartado "España, unidad y soberanía", en el que plantean entre otras medidas la suspensión de la autonomía catalana "hasta la derrota del golpismo", la ilegalización de los partidos separatistas y la supresión de las policías autonómicas.

Aunque el partido de Abascal incluye medidas que pueden ser tildadas de maximalistas, como la supresión de las autonomías, todas son planteadas a través de una reforma constitucional que requeriría de una holgada mayoría parlamentaria. Y así lo admiten siempre desde la formación, que aspira a convencer al electorado de las bondades de su proyecto.

Los abertzales, por otro lado, tienen una hoja de ruta separatista bien marcada: autogobierno y autodeterminación. Esas son las dos primeras promesas que anidan en su programa electoral, en el que no existe ninguna referencia a España pero sí a los "ataques del Estado Español".

"Queremos construir un país libre, justo y democrático [en referencia al País Vasco]", comienza el programa, que pronto promete la primera medida: "EH Bildu se compromete a defender el derecho de autodeterminación de la ciudadanía vasca expresado a través de un referéndum".

En cuanto al autogobierno, Bildu plantea defender "todas sus herramientas de los ataques del Estado Español": "Exigiremos la transferencia inmediata de todas las competencias pendientes, sin negociación ni mercadeo".

Por todo lo anterior, Borja Sémper -exlíder del PP en el País Vasco- sostuvo en una entrevista a este medio que Vox y Bildu "no son equiparables" en términos de nacionalismo: "Vox es nacionalista. Bildu no es nacionalista, es una formación totalitaria, revolucionaria y socialistaEn términos de radicalidad, los dirigentes de Vox son ursulinas en comparación con los dirigentes de Bildu".

4. Respeto a las instituciones

Un repaso al programa electoral de Bildu basta para comprender el poco respeto que los abertzales sienten por las instituciones del Estado democrático. Esto es, por la Justicia, por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado o por la Monarquía.

Resulta perfectamente comprensible a partir de un principio: su objetivo es, como expuso Arkaitz Rodríguez en el Parlamento Vasco, "tumbar el régimen". Y así lo refleja su programa electoral, que habla de "combatir el Régimen del 78 defendiendo las libertades, confrontando la represión política y social y el recorte de libertades".

¿En qué se manifiesta esta pretensión? En acabar con "la impunidad de las fuerzas policiales, con los juicios políticos y la venganza de jueces y tribunales, combatiendo la corrupción sistémica y plantando cara a los intereses de las élites económicas y el Ibex 35, y declarándonos en rebeldía frente a su Rey y su Casa Real".

Su desprecio por el sistema que los españoles se dieron en 1978 se explica también a partir de su lectura de la Transición. El pasado mes de junio, Arnaldo Otegi resumió de este modo el tránsito de la dictadura a la democracia: "Un rey designado por Franco que cobraba comisiones por la compra de petróleo, miles de vascos torturados y un presidente del Gobierno que organizó una trama policial para matar gente".

No hay, sin embargo, indicios de desprecio a las instituciones en el programa electoral de Vox. Tampoco en sus declaraciones ni en su manera de proceder. Sus diputados respetan a la Justicia y rinden pleitesía a la Corona.

5. Actos de exaltación

Una de las críticas recurrentes que la izquierda hace de Vox es que son, en realidad, los "herederos del franquismo". Una acusación que antes de la irrupción del partido de derecha radical-y todavía muchas veces- iba a parar a los diputados del Partido Popular. Y es cierto que entre sus filas, los de Abascal acogen a personajes que exaltan la figura del dictador.

La posición oficial del partido con respecto al franquismo siempre ha sido tratada con tibieza, pero sin llegar a la apología de la dictadura. Un buen ejemplo de ello fue la intervención de Santiago Abascal en el Congreso de los Diputados calificando al Gobierno de Sánchez como "el peor de los últimos 80 años".

Pero Vox sí califica el régimen de "dictadura" y no participa en ningún tipo de acto litúrgico del franquismo. Este pasado viernes transcurrió sin pena ni gloria el 45 aniversario de la muerte de Francisco Franco, en el que no hubo ningún tipo de acto ni de pronunciamiento político por parte de los de Santiago Abascal.

Un silencio que resulta impensable cuando hablamos de Bildu y los presos de ETA. Y es que no sólo se refieren a ellos como "presos políticos", sino que celebran abiertamente sus excarcelaciones. E incluso les organizan bienvenidas, los Ongi etorris, con toda grandilocuencia.

Homenaje al etarra Xabier Ugarte, uno de los secuestradores de Ortega Lara, en la localidad guipuzcoana Oñate.

Homenaje al etarra Xabier Ugarte, uno de los secuestradores de Ortega Lara, en la localidad guipuzcoana Oñate. EFE

El partido de extrema izquierda abertzale participa habitualmente en estos actos que tienen un componente casi litúrgico. En ellos, se da la bienvenida a terroristas que han cumplido sus condenas cuando regresan a los municipios en los que residen.

Arnaldo Otegi siempre ha amparado estos homenajes, acusando a quienes "se escandalizan" de buscar la "crispación y la confrontación" en lugar de facilitar la convivencia. "Hay 250 presos de ETA y habrá 250 recibimientos", desafió el líder de EH Bildu.

Una estampa que las víctimas de ETA -algunas de ellas, en Vox- tienen que soportar como una humillación impune a su memoria. Un ejemplo nítido de cómo ambos partidos no son equiparables.