Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en el Parlamento de Cataluña

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en el Parlamento de Cataluña EFE Barcelona

Política EL ROMPECABEZAS CATALÁN

La ANC se convierte en falange de Puigdemont en su pulso con Junqueras

La entidad independentista, que lidera en estos momentos junto a TV3 al sector duro del nacionalismo, alienta la movilización callejera.

13 febrero, 2018 02:25

Semana de tregua en la guerra civil que enfrenta a ERC y JxCAT por el control de la Generalidad. Ninguno de los dos partidos hará o dirá nada durante los próximos días que pueda empeorar el horizonte penal de los seis líderes procesistas (Mireia Boya, Marta Rovira, Marta Pascal, Artur Mas, Neus Lloveras y Anna Gabriel) llamados a declarar a partir de este miércoles por el juez instructor del Tribunal Supremo Pablo Llarena. Eso en Cataluña. El sector bruselense, es decir Carles Puigdemont, va por libre. 

El perfil bajo de ERC y JxCAT no oculta en cualquier caso lo que es ya un secreto a voces en Cataluña: el procés ha muerto y el independentismo está roto. Y más que roto, enfrentado a cara de perro. Otra cosa diferente es ese régimen nacionalista que sigue funcionando a pleno rendimiento, con TV3 y la asociación civil ANC a la cabeza, gracias a un artículo 155 que ni está ni se le espera.

De hecho, son la ANC y TV3, que se sabe impune y protegida por el Gobierno del PP, los que lideran en estos momentos al sector duro del nacionalismo. Es decir el de Carles Puigdemont.

La "traición" de ERC 

El nacionalismo lo niega pero guerra, haberla, hayla. ERC, en particular, ha empezado a ser laminada por JxCAT y señalada como la traidora del procés en los medios de estricta obediencia nacionalista, que en Cataluña son todos los que escriben o hablan en catalán y algunos de los que escriben en castellano. Pero el partido de Oriol Junqueras no se ha quedado con los brazos cruzados tras la filtración interesada por parte de JxCAT del nombre de Elsa Artadi como hipotético plan B de consenso para la presidencia de la Generalidad. 

El pasado sábado, Francesc Riera, el cuñado de Oriol Junqueras, reveló en TV3 que Carles Puigdemont no ha llamado ni una sola vez a Neus Bramona, la mujer del todavía líder de ERC, para interesarse por su situación desde que este ingresó en prisión. El puigdemontismo reaccionó en las redes sociales a las declaraciones de Riera como las adolescentes frente a la noticia de que su cantante preferido ha sido detenido mientras intentaba contratar los servicios de una prostituta transexual: negando la realidad

Cuarenta días sin acuerdo

La sensación de atasco es ya generalizada y las conversaciones para la investidura se asemejan más a una guerra de trincheras, donde los avances se miden en palmos, que a una batalla a campo abierto. Los dos principales partidos independentistas llevan cuarenta días trabajando infructuosamente en un acuerdo que logre la imposible cuadratura del círculo: una presidencia efectiva, el levantamiento del 155 y la prolongación de las mentiras del procés. Ni ERC ni JxCAT quieren ser el primero que le diga a sus votantes que la independencia jamás ha sido ni será posible y que su único objetivo ahora es recuperar la autonomía, salvar los muebles y evitar como gatos escaldados cualquier posibilidad de ser imputados por la justicia.  

Ese acuerdo, por razones fácilmente comprensibles, no ha sido posible hasta ahora puesto que pretende un imposible: violar la ley sin que haya represalias penales. En este juego de yo sé que tú sabes que yo sé que tú sabes, los líderes independentistas dicen una cosa en público mientras reconocen la contraria en privado. Algo similar a lo que ocurre con muchos periodistas del ámbito nacionalista que mientras aparecen en TV3 criticando el inmovilismo del Gobierno reconocen en petit comité que cuanto más se tarde en formar Gobierno, mejor: en Cataluña se vive mejor cuanto más lejos esté el nacionalismo del Palacio de la Generalidad. 

La ANC toma partido y desequilibra la balanza 

Este lunes, Sergi Sabrià, portavoz de ECR, apareció en público para desmentir lo declarado apenas unas horas antes por Oriol Junqueras en El programa de Ana Rosa de Telecinco: que su candidata a la presidencia es Marta Rovira y no Carles Puigdemont o Elsa Artadi. "Nuestro candidato sigue siendo Puigdemont" mintió Sabrià.

Pero las fuerzas enfrentadas son muy desiguales. En una orilla del río se encuentran Oriol Junqueras, las huestes de ERC y una parte del PDeCAT, el viejo partido de Puigdemont. También Artur Mas, cuyo futuro penal y financiero aparecería menos oscuro en el horizonte si se invistiera a un presidente sin cuentas pendientes con la justicia y con escasas, por no decir nulas, ambiciones procesistas.

En la otra orilla, Carles Puigdemont, JxCAT, la CUP, TV3 y el cuarto partido independentista catalán, el único que no se presenta a las elecciones pero manda como si las hubiera ganado con mayoría absoluta: la ANC, la vanguardia del sector menos realista de un independentismo escasamente realista. Porque es la ANC, y no los partidos independentistas, la que ha llamado a la movilización callejera en defensa de Carles Puigdemont y su aparentemente incontestable derecho a la presidencia.

La ANC ha pedido también a los líderes políticos catalanes que "asuman los riesgos que conlleva el liderazgo hacia la independencia". Traducido a lenguaje llano, esos "líderes" son sólo uno: Roger Torrent, el presidente del Parlamento catalán, al que la ANC exige que acepte ir a la cárcel para que Puigdemont pueda ser investido presidente… aunque sea por unas horas y hasta que el Tribunal Constitucional tumbe su investidura. Torrent no parece mostrar de momento demasiado interés por ser condenado a varios años de cárcel a cambio de la minúscula victoria simbólica de un tercero

Las tornas, en definitiva, se han girado desde el 27 de octubre. Aquel día, Carles Puigdemont se resistió a una declaración de independencia unilateral y sufrió las presiones de una ERC que le pidió ir a por todas. Hoy es ERC la que aboga por un presidente catalán sumiso a la cabeza de un Gobierno cuyo objetivo no vaya mucho más allá de la recuperación de la autonomía. La cárcel ha atenuado el ardor guerrero de Junqueras y los que arriesgan décadas de cárcel mientras que ha exacerbado la beligerancia de aquellos que han huido de la justicia o que no tienen, de momento, cuentas pendientes con ella.

La ANC es la única que no se ha movido de dónde estaba. El 27 de octubre pedía asaltar el Palacio de Invierno de la democracia y hoy, 13 de febrero, sigue exactamente en el mismo lugar.