Ana Pastor, junto a Mariano Rajoy, con el vestido que utiliza para los actos importantes.

Ana Pastor, junto a Mariano Rajoy, con el vestido que utiliza para los actos importantes. Paco Campos Efe

Política LA NUEVA LEGISLATURA

Por qué Ana Pastor: radiografía de la versión femenina de Rajoy, pero sin tacha

Para el PP, la candidatura de la ministra, marianista de acero, es la antesala de la formación de Gobierno. 

19 julio, 2016 01:31

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Cada semana, a eso del martes o el miércoles, Ana Pastor saca su vestido de topitos negros. En el ministerio lo conocen como el de los actos importantes. La ministra de Fomento, 59 años, no es solo austera: le gusta que se note que lo es. Usa zapatos 24 horas, nunca cambia de peinado y cuando tiene que taparse el pelo en Arabia Saudí jamás luce pañuelo de seda a lo Rania de Jordania. Nada que ver con los estilos sureños de su ante-antecesora, la cañaílla Magdalena Álvarez, o de la extremeña María Dolores de Cospedal, que durante la primera parte de este lunes sonó fuerte para ocupar su puesto.

Al final del día, Cospedal no superó el veto de C's, y no lo hizo por muchas de las razones por las que Pastor sí fue aceptada. La secretaria general, sin embargo, tiene consuelo: al tiempo que se caía del Congreso, se subía con fuerza a las quinielas de un Gobierno aún inexistente.

Felipe VI, Mariano Rajoy y Ana Pastor. Por este orden. Si todo sale bien este martes -el portavoz del PP, Rafa Hernando, ha prometido generosidad a CDC- la ministra de Fomento se convertirá en la tercera institución del Estado. Primero tendrá que superar el brete en el que Podemos pondrá al PSOE, pero este comienzo de legislatura no es más que un aperitivo de lo que está por venir: mucha negociación, mucha llamada telefónica, toda la discreción posible y emoción hasta el último minuto.

¿Quién es y qué significa la candidatura de Ana Pastor? En el ministerio de Fomento y en el PP te lo cuentan de forma más elaborada, pero José Manuel Villegas, el número dos de Ciudadanos, lo resumió así de claro: “Tiene carácter institucional y está alejada de las sombras de sospecha?”. El primer acuerdo de la XII legislatura lleva el nombre de una mujer con estas señas de identidad, según fuentes de su propio partido: “número uno por Pontevedra, leal, seria, experimentada y buena negociadora”. A lo que añaden otros, también del PP: “Buena tía”. Muy castizo, muy ilustrativo.

RELIGIOSA Y MUY DE PONTEVEDRA

Un retrato seguramente acertado pero incompleto. En el ministerio añaden rasgos esenciales de su persona: “religiosa, muy pepera, muy de Pontevedra y marianista a tope”. Los adjetivos se agolpan en la mente de los que la conocen: cercana, educada, natural (le sale su acento gallego) y trabajadora. Hasta tal punto que, bromas excluidas, Pastor empieza el día en la Cope con Carlos Herrera y lo acaba en 13Tv después de haber firmado absolutamente todo, viajes de altos cargos al extranjero incluidos. Después también de haber comprobado hasta el último detalle de la obra visitada, ya sea “el túnel de Pajares, la marquesina del apeadero o el último cerramiento”. A Ana Pastor no se le va una y por esa manía de no delegar dicen que se ha ahorrado disgustos con empleados (o tesoreros) de dudoso comportamiento.

Viaja mucho, y ahí es cuando se agradecen los zapatos 24 horas. En el ministerio ha demostrado que tiene cintura: Fomento es un sitio normalmente atractivo en el que esta legislatura no se ha podido invertir. Lo más glamouroso que ha podido inaugurar Pastor ha sido el AVE de Palencia y de León. “Pero no ha parado nada, se ha limitado a ralentizarlo todo”, señalan personas que conocen su trabajo en Fomento. Esta última característica nos lleva a una en la que todos, absolutamente todos, coinciden: Ana Pastor es como Mariano Rajoy en chica. Fiel a muerte, amiga persona y mujer de amigo personal, Ana Pastor se cortaría un brazo antes que ser desleal a Rajoy.

“Si ha sabido torear todo eso -falta de dinero, constructores, contratistas y trabajadores- lo hará bien en el Congreso”, señalan personas que han conocido su trabajo en referencia a su presumible trabajo como presidenta de la mesa del Congreso de los Diputados, donde no es nueva: ya en tiempos de José Bono ocupó la vicepresidencia. Ni grandes obras faraónicas ni grandes errores: así ha sido su paso por Fomento. Algunos de sus compañeros de Gabinete, celosos de su cercanía al gran líder, lo usan como muestra de su poca valía.

HABRÁ GOBIERNO

Ella no habla mal de sus otros colegas, no le hace falta: es uña y carne con el que manda, y su nombre ha sonado incluso para ser sucesora. Hasta tal punto, que este lunes a algunos le ha sabido a poco este puesto pensando que estaba destinada a mayores designios. José Manuel García-Margallo, el ministro de Exteriores, no quería el puesto ni atado, y así lo hizo saber tan pronto como sonó su nombre. Puede que se equivocara el canciller. Esta presidencia del Congreso no es un florero: se trata de la primera y crucial decisión de la XII legislatura, y la música que suena es muy diferente a la que empezó a sonar tras el 20-D.

El centroderecha se ha puesto de acuerdo y ha echado a andar. En el PP lo interpretan como “la señal más clara de que habrá Gobierno”, el claro aperitivo del almuerzo que está por venir: uno que servirá el PP en solitario pero que estará condimentado por Cs y donde estarán prohibidas las manzanas podridas. La primera prueba de ello es la propia, Ana Pastor, con sus zapatos 24 horas, su limpieza y su marianismo endémico.