Recogida de pellets en las costas de España.

Recogida de pellets en las costas de España. EUROPA PRESS

España

Qué está pasando con los pellets en las costas de España y por qué no es lo mismo que el chapapote

Los peligros medioambientales de este producto de plástico están por ver, pero de momento están lejos de parecerse a los del vertido del 'Prestige'.

9 enero, 2024 17:48

Las fiestas navideñas también han traído un regalo a las costas españolas: desde hace unos días, miles de pequeñas bolas de plástico han inundado playas de Galicia o Asturias. Esta catástrofe medioambiental, por la que han saltado las alarmas y se han pedido medidas urgentes a los responsables políticos, han activado el recuerdo de otras épocas: estos kilos de pellets, unos gránulos de menos de cinco milímetros utilizados para la fabricación de productos con este material, traen reminiscencias del vertido del Prestige en 2002 y su derrame de petróleo, ese chapapote que aniquiló la vida de miles de especies en el mismo lugar.

Aquello fue uno de los desastres que ha marcado a la región en las últimas décadas. Lo que está pasando en estos momentos tiene un cariz distinto. El vertido, que tuvo lugar a principios de diciembre, tiene su origen en un buque que navegaba por la costa de Portugal. La Xunta de Galicia asegura que el 8 de diciembre, el navío Tocano perdió varios contenedores. Parte de su carga consistía en bolsas de 25 kilos de pellets de plástico que pertenecían a la empresa polaca Bedeko Europe. En total, 26.250, según las últimas estimaciones. También había carga de pasta de tomate, neumáticos o rollos de papel film.

Se espera que sus consecuencias no sean las mismas. Según los últimos análisis, este material no es tóxico. Aunque no sea algo inocuo. Como ya se explicó en EL ESPAÑOL, estos microplásticos blanquecinos, también llamados lágrimas de sirena, son viejos conocidos de las playas de todo el planeta. Se trata de perlas o gránulos de plástico del tamaño de una lenteja (entre 2 y 3 milímetros) y es en su diminuto tamaño donde reside su mayor peligro: no solo llegan a las costas, sino que los peces los ingieren y, a través de la cadena trófica, acaban en nuestras mesas. Están compuestos de polietileno (PE), polipropileno (PP), poliestireno (PS), cloruro de polivinilo (PvC) o resinas sintéticas.

Imagen del pellet llegado a las costas de Galicia.

Imagen del pellet llegado a las costas de Galicia. EUROPA PRESS

Todo esto ha creado un nuevo escándalo entre la ciudadanía y las personas al mando. De momento, la vicepresidenta primera y conselleira de Medio Ambiente de la Xunta, Ángeles Vázquez, ha indicado que los pellets vertidos no son "ni tóxicos ni peligrosos". En este sentido, sostiene la responsable que se trata de plástico que hay retirar y evitar que quede enterrado en la arena.

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha asegurado por su parte que sigue la evolución del vertido y ha ofrecido a la Xunta la "colaboración y ayuda que consideren necesaria". Y diversas personalidades del Gobierno Central, del autonómico o de asociaciones tanto ecologistas como sectoriales han levantado la voz, unos para enfatizar la importancia de este suceso y otros para rebajarla.

Peligros medioambientales

Sin embargo, el miedo existe. Y aunque las amenazas parezcan lejanas a las de aquellos días de "hilillos de plastilina" que salían del petrolero (tal y como los definió el expresidente Mariano Rajoy), sus consecuencias son patentes. Habría que empezar porque la presencia de pellets de plástico en el mar está documentada desde la década de los setenta. En su mayoría, provienen de derrames accidentales como el que ha tenido lugar en las aguas de Portugal y, dado que estos productos son tan pequeños como para ser arrastrados por el viento y las mareas, es frecuente que se muevan muy rápido y se desplacen hacia otras zonas.

A medida que estos pellets van degradándose, se vuelven cada vez más pequeños, pero tardan mucho en descomponerse por completo. Así es como pueden alterar los ecosistemas. En primer lugar, porque los animales marinos pueden confundir estos microplásticos con alimentos y acabar muriendo de inanición debido a la falta de nutrientes. Por otra, porque los gránulos pueden absorber toxinas que los animales ingieren. La captura de peces y moluscos para el consumo humano puede hacer que los microplásticos lleguen, también, a nuestros platos.

Mirando la tragedia del Prestige, las cifras son difíciles de igualar: en los seis meses después de que se hundiese el barco, los voluntarios encontraron 23.000 aves cubiertas de chapapote o crudo, en cuanto a fauna afectada. El vertido provocó, en total, la muerte de cerca de 230.000 aves marinas y de cientos de animales marinos. Además, durante el primer año de limpieza se sacaron cerca de 100.000 toneladas de arena y petróleo de las playas gallegas. Los datos oficiales elevaron el derrame a 63.000 toneladas y a 170.700 toneladas de desechos. Este acabó cubriendo 2.000 kilómetros de costa. En total, 1.137 playas y 450.000 metros cuadrados de roca se vieron afectadas.

Comparándolo con el derrame de pellets -del que aún no hay muchos datos, aunque ya se ha registrado su presencia en playas de Galicia, Asturias y Cantabria- algunos expertos han querido calmar el pánico. El biólogo Ricardo Beiras, del Centro de Investigación Mariña de la Universidade de Vigo, ha declarado que no es igual. "Una cosa es la toxicidad en los seres humanos y otra en los organismos marinos. Hay muchas sustancias que son inocuas para los humanos y perjudiciales para los organismos marinos", apuntaba a EL ESPAÑOL. Aún se desconoce, en cualquier caso, el desenlace, tanto en el espacio marítimo como en la fauna. "En principio no debería ser un problema, a no ser que se ingieran cantidades inmensas que obstruyan el aparato digestivo", esgrimía Beiras.

Quejas desde el sector pesquero

Desde la Asociación Española de Titulados Náutico Pesqueros (Aetinape), en cualquier caso, han incidido en un comunicado en que "la marea plástica que está llenando las playas de Galicia de pellets de plástico es una demostración más de la escasa operatividad del sistema de vigilancia costera del Estado". También han puesto la lupa sobre la labor de "observación medioambiental de la costa y aguas interiores que desde tierra y mar debería ejercer la Xunta de Galicia". Precisamente por ello, Aetinape ha pedido una revisión de los "protocolos ambientales" para proteger la costa de futuros vertidos similares.