El hombre, al ser arrestado la semana pasada por los agentes.

El hombre, al ser arrestado la semana pasada por los agentes. Policía Nacional

España INVESTIGACIÓN POLICIAL

La Policía localiza tras cuatro años encerrado en su casa al violador de un niño discapacitado

Estaba condenado a once años de prisión por su delito. Permaneció todo el tiempo en casa sin asomarse siquiera a la ventana.

11 diciembre, 2021 10:24

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Llevaba 4 años sin poner un pie en la calle, enclaustrado en su vivienda. Cuando entraron, los agentes casi no le reconocieron. Estaba gordo, mucho más gordo de lo que recordaban de él. Parecía otra persona. Les contó a los agentes que, por miedo a que lo encontrasen, ni siquiera se asomaba a las ventanas del apartamento. El fugitivo tenía miedo de que le atrapasen por sus cuentas pendientes con la justicia. Había huido en 2017 después de que la Audiencia Provincial de Madrid le condenase a once años de prisión por violar a un niño discapacitado. 

Ya arrestado, a finales de la semana pasada, este hombre, sentado en el sofá de su casa, confesó a los agentes que a diario se preparaba porque sabía que en cualquier momento podían encontrarle. "Yo sabía -les dijo- que acabarían viniendo por mí, me duchaba todas las mañanas por si venían ustedes. ¿Cómo lo hicisteis? ¿Cómo lograsteis encontrarme?". 

Nunca nadie desde entonces le había vuelto a ver. Ahora, tras una ardua investigación, de la cual ha podido saber en exclusiva EL ESPAÑOL, el grupo de Localización de Fugitivos de la UDYCO (Unidad de Drogas y Crimen Organizado) de la Policía Nacional ha logrado dar con este hombre reclamado por las autoridades para cumplir su pena de prisión. 

El hombre permaneció todo este tiempo escondido en su domicilio de Torrejón de Ardoz tras ser condenado por abusos sexuales a un menor. Nunca se movió de allí. Nunca se había asomado a la ventana. Las autoridades sabían cuál era su domicilio y por ello monitorizaron desde bien pronto el inmueble tras su huida para poder obtener una prueba que les permitiera constatar al cien por cien que estaba allí. Pero el tipo era tan cuidadoso que no han podido recopilar hasta ahora toda esa información.

Como si de una cárcel se tratara, allí se recluyó tras su huida y allí permaneció hasta ahora. Por eso, según relatan fuentes de la investigación, el arrestado no podía comprender cómo habían logrado localizarle si nunca se había asomado a la ventana. Si nunca había puesto un solo pie en la calle. Eran sus familiares los que le hacían la compra, quienes le llevaban todo cuanto podía necesitar. 

Había sido condenado a once años de prisión por un delito reiterado de agresión sexual llevada a cabo contra un niño de 13 años con el que mantenía vínculos familiares. El menor, además, tenía una discapacidad psíquica, un retraso madurativo grave del 38%.

Tras ser detenido, reconoció que en todos esos años solamente salió de su vivienda al sufrir un episodio muy grave de Covid-19, por el que estuvo hospitalizado, haciéndose pasar por su hermano y usando su DNI.

Experto en fugas

El menor estaba siendo sometido, además, en aquel momento, a un estudio para determinar la existencia de algún otro déficit de mayor gravedad.

Se trataba de un individuo con acreditada habilidad para eludir la acción policial. Se servía de las dificultades que ofrecía el entorno en el que se ocultaba para evitar cualquier tipo de vigilancia o control, y se apoyaba en la cobertura que le ofrecía su familia para mantenerse oculto.

De las gestiones iniciales realizadas en 2019, se desprendió que todo su entorno residía en un domicilio sospechoso de Torrejón de Ardoz. Si bien, la persona buscada no figuraba como propietario de ningún bien mueble e inmueble, al igual que de ningún vehículo ni línea telefónica en territorio español, averiguándose que utilizaba a determinadas personas de su entorno familiar con el fin de pasar desapercibido para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y no dejar rastro alguno que permitiera identificar su presencia.

Durante los dos últimos años se han realizado numerosas indagaciones y gestiones en colaboración con diferentes fuentes, además de vigilancias casi ininterrumpidas sobre su entorno familiar y sobre la vivienda sospechosa. A contrario que el resto de miembros de su familia, en ningún caso se observó al fugitivo salir del domicilio.

Pudieron comprobar que todos los miembros de su núcleo familiar accedían a la casa con normalidad. Llamaban al timbre, nunca llevaban llave. Esto evidenciaba que siempre había una persona encerrada dentro del piso. Más tarde se comprobó que esta persona era el fugitivo.