Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y candidato socialista, en un mitin esta semana.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y candidato socialista, en un mitin esta semana. PSOE / Flickr

España ELECCIONES GENERALES 10-N

El voto por correo se desploma y pone en cuestión la estrategia de movilización del PSOE

Preocupación en Ferraz por la bajada de casi un tercio en las solicitudes de voto por correo. 

1 noviembre, 2019 02:11

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"Nuestro reto es que vayan a votar la mayor parte de los que nos votaron el 28 de abril". La frase, de uno de los más altos dirigentes del PSOE antes de comenzar la precampaña, puede parecer poco menos que una obviedad. El PSOE ganó las últimas elecciones con 123 escaños (frente a los 90 de 2016) y, en un contexto de una menor participación que se da por hecha, los socialistas no necesitan mirar muy lejos. Basta con apelar a aquellos que ya confiaron en el partido hace unos meses. 

Pero las orientaciones de una y otra campaña son muy diferentes. Entonces se trataba de hacer frente a la extrema derecha, utilizada en ocasiones poco menos que como vivo reclamo. Había una expectativa real de que PP, Ciudadanos y Vox pudiesen sumar. Ahora, el partido de Santiago Abascal está en muchas instituciones, el lobo es fiero, pero no tan feroz como se pensaba, y contribuye a la estabilidad institucional en pactos de derechas sin pisar los mandos de ninguna administración.

Ya no se puede proyectar en Abascal miedos desconocidos, que son los más potentes, del mismo modo que no hay en el ambiente una verdadera tensión por la victoria entre el PP y el PSOE. Los socialistas dan por hecho que ganarán y, además, casi todos los demás partidos también. La campaña socialista gira en torno a la moderación, el no bloqueo, y la proporcional firmeza en la gestión de la crisis en Cataluña. 

Preocupación en el PSOE

En el PSOE hace tiempo que hay preocupación. Oficialmente, el partido defiende la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que otorga hasta 150 escaños al PSOE y una ventaja de más de 12 puntos entre el llamado bloque de izquierdas (PSOE, Unidas Podemos y Más País) y el de derechas (PP, Ciudadanos y Vox). Entre los argumentos de los socialistas están las 18.000 entrevistas del sondeo, más que el resto de casas de encuestas juntas, y el supuesto acierto del estudio previo a las últimas elecciones. 

Y, sin embargo, el PSOE maneja sus propios sondeos y seguimientos demoscópicos (conocidos como trackings), que sitúan al partido ligeramente por debajo de los 130 escaños. Incluso ese sería un resultado que firmaría el PSOE con los ojos cerrados en este momento. 

Todo reparto de escaños es, en estos momentos, un castillo en el aire, porque la participación es, como en todos los procesos electorales, un dato determinante. Un 32,3% del electorado no ha decidido a quien votar. 

En ese contexto, el dato de las solicitudes del voto por correo, adelantado este jueves por EL ESPAÑOL, casa mal con las pretensiones del PSOE. Unas 918.000 personas pidieron votar por correo, a falta de contabilizar el último día (este jueves), frente a las 1.350.000 de abril. Es decir, más de un 30% de desplome. 

En el PSOE no tienen claro que esa bajada vaya a perjudicarles. Argumentan que en abril los comicios coincidieron con la Semana Santa y muchos españoles decidieron pedir el voto por correo. Razonablemente, la cifra puede ser menor porque muchos de los que no han pedido el voto a Correos irán a las urnas, confían en Ferraz. 

Los precedentes

Sin embargo, entre las elecciones de diciembre de 2015 y las de junio de 2016 se disparó el voto por correo. Y se trataba de una repetición electoral, como ahora. Es más,  en las elecciones repetidas (2016) hubo más voto por correo que en abril de 2019, con unos datos de participación global nueve puntos más baja. 

En el PSOE no las tienen todas consigo y sencillamente esperan que la última semana sirva para decantar las cosas. El debate electoral del lunes 4, el único entre cabezas de lista, es una dura prueba para un Sánchez al que no se le dan especialmente bien ese tipo de citas. Asesores del candidato creen que basta con resistir, colocar algún mensaje clave y visibilizar después que todos están contra el presidente del Gobierno, el único que puede intentar la investidura después del 10-N. De nuevo, estabilidad o bloqueo.

En Ferraz confían en que el electorado más moderado sepa apreciar la estrategia en Cataluña, donde no se adoptaron medidas de emergencia como las que pedían PP y Ciudadanos pero se controló la situación. Y que aspectos como la exhumación de Franco aporten su granito de arena. Aunque sea pequeño, podría decidir escaños en provincias poco pobladas. De momento, eso no son más que deseos. La caída en el número de solicitudes del voto por correo es muy desalentadora para una campaña que persigue, más que nunca, la movilización.