Susana Díaz, en una visita este mes de diciembre a Medina Azahara.

Susana Díaz, en una visita este mes de diciembre a Medina Azahara. Rafa Alcaide Agencia EFE

España ANDALUCÍA

Susana Díaz, alarmada por las cesiones al separatismo: expectación ante su comparecencia navideña

24 diciembre, 2018 21:11

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Susana Díaz cree que ha llegado el momento de alzar la voz frente al independentismo catalán. La presidenta en funciones de la Junta de Andalucía afronta unas semanas frenéticas pendiente de las negociaciones para formar un nuevo Ejecutivo en Andalucía y del rumbo de la política nacional en España, a la que en parte achaca tener un pie fuera de la Junta. 

Díaz cree que ha sido el contexto nacional y la política del Gobierno de Pedro Sánchez hacia Cataluña la que ha determinado el resultado electoral que ha permitido al centroderecha superar por primera vez en democracia los 55 escaños en los que se fija la mayoría absoluta.

Esta semana, la también líder del PSOE ha asistido con preocupación a la puesta en escena de la reunión entre Sánchez y Torra, rodeada de suspense hasta el final, y que fue acompañada de una reunión paralela en la que participaron los vicepresidentes del Gobierno y Generalitat, además de la consellera de Presidencia y la ministra de Política Territorial, con la parafernalia de una cumbre entre dos Gobiernos que acabó con una resolución pactada. 

Según fuentes cercanas a Díaz, la presidenta cree que permitir que la Generalitat proyecte una imagen de dos Gobiernos en pie de igualdad, como si se tratase de dos Ejecutivos de dos países diferentes, es una gran equivocación. El reconocimiento institucional desde la Moncloa de un conflicto político es, para Díaz, un enorme error histórico porque es tanto como asumir la insuficiencia del Estado para defender el sistema y neutralizar cualquier duda sobre el orden constitucional.

Díaz no tiene claro cuál será su lugar en la política andaluza y nacional, pero está decidida a seguir en primera línea, aunque sea liderando la oposición a una en teoría frágil Junta de Andalucía con la intención de recuperarla en las siguientes elecciones. 

Más presente en los asuntos nacionales

Además, también quiere hacer más audible su voz en los temas nacionales, algo que podría notarse ya en la tradicional entrevista navideña que este martes emite la Cadena Ser. Según ha comentado con su círculo más próximo, sus acciones y reflexiones no están concertadas con las de otros barones, entre los que destaca el presidente de Aragón, Javier Lambán. Pero Díaz no está dispuesta a dejar solos a los que el 26 de mayo se enfrentan al examen de las urnas ante el riesgo ya comprobado de que puedan ser desalojados por una derecha que de lo que más habla es de España. Es más, Díaz cree que el futuro del PSOE pasa por la la reorientación en las cuestiones nacionales y del alejamiento de las tesis que Sánchez impulsa desde la Moncloa. 

Hay otros barones que coinciden con las tesis de Díaz, como el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, pero ya no hay en marcha ninguna alianza de barones como la que la apoyó en las primarias del PSOE. Guillermo Fernández Vara, el presidente de Extremadura, una comunidad sociológicamente no muy distinta de Andalucía, lleva meses trabajando con Sánchez. La identidad de la Comunidad Valenciana hace que Ximo Puig muestre una sensibilidad diferente respecto a la afirmación de la idea de España (lo mismo, más acentuado, pasa con Francina Armengol, presidenta de Baleares) y en Asturias, el gran aliado de Díaz, el presidente Javier Fernández, no se presenta a la reelección. 

Díaz lucha, por el momento, por no ser desalojada del Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la comunidad. Eso pasa por mostrarse disponible para un pacto sobre la conformación de la Mesa del Parlamento andaluz, esto es, la composición de su órgano de gobierno, incluyendo a su presidente. La líder del PSOE andaluz tiende la mano a Ciudadanos para evitar que la legislatura no comience con un pacto, más explícito o más tácito, entre PP, Ciudadanos y Vox que pudiera repetirse para la investidura del líder popular, Juanma Moreno.

Al mismo tiempo, Díaz trata de desgastar desde el principio esa posible alianza de centroderecha. "No es un acuerdo a dos. Es un acuerdo a tres, porque no tienen votos suficientes para nada y no pueden tomar ninguna decisión en Andalucía que no cuente con el visto bueno de Abascal", asegura en un avance de la entrevista que este martes emite la Ser. Según ella, queda claro "lo que para ambas fuerzas significa la regeneración: Que aquí se cobraba poco y había que cobrar más".

El partido naranja sigue negociando con el PP, con el que ha llegado a acuerdos sobre medidas que deberían aplicarse durante la nueva legislatura, sin descolgar el teléfono para permitir que Díaz entre en escena. En principio, y aunque los votos de Vox sean imprescindibles si el PSOE es excluido de toda fórmula de gobierno, el partido de Santiago Abascal sigue mirando los toros desde la barrera. 

Cacería de Díaz

La presidenta andaluza es consciente de que, si pierde la Junta de Andalucía, muchos en el PSOE afilarán sus cuchillos para tratar de desalojarla también del liderazgo del partido. La relativa calma que se vive estas semanas podría ser, sencillamente, el compás de espera mientras PP y Ciudadanos negocien. Una vez que haya nuevo presidente, llegará el turno de lo orgánico. 

Díaz ve en algunos artículos en prensa el comienzo de una campaña contra ella que contaría con el beneplácito de Ferraz y se serviría, en principio, de la oposición interna en Andalucía, a la que ella ha relegado en todos los órganos de poder. Según su entorno, Díaz tiene claro que van a por ella y por eso se está asegurando de que su equipo de confianza le sigue siendo fiel en caso de que haya que librar una batalla por sobrevivir. 

Al día siguiente de las elecciones andaluzas, el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, le enseñó desde Ferraz la puerta de salida, aunque al día siguiente matizó sus declaraciones asegurando que aludía a principios generales socialistas. Díaz no se fía del delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, uno de sus enemigos más íntimos y hombre de Sánchez en Andalucía durante las primarias, y sigue con el ojo arqueado los movimientos de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, una de las estrellas del Ejecutivo de Sánchez.