Pablo Iglesias, en el acto celebrado en la Universidad Complutense.

Pablo Iglesias, en el acto celebrado en la Universidad Complutense. Javier Lizón EFE

La tribuna

Se empieza con los abrigos y se acaba con las personas

21 abril, 2016 22:50

Este jueves le ha tocado a mi colega Álvaro Carvajal, el periodista de El Mundo que según Pablo Iglesias tiene aspecto de “epistemólogo” (filósofo que estudia la teoría del conocimiento). Hace tres meses, el viernes 22 de enero, fue el turno de mi abrigo, colocado en el respaldo de la silla en la primera rueda de prensa de Iglesias después de ver al Rey, ante quien el líder de Podemos se postuló como vicepresidente del Gobierno.

“Precioso abrigo de pieles el que trae usted”, me contestó Iglesias rodeado de su plana mayor cuando le pregunté por el “Gobierno de perdedores” que había planteado al monarca y por la forma de encarar la deuda española con Bruselas. Entonces, no le di mayor importancia a ese intento de ridiculizarme de forma pública y lo achaqué a su falta de experiencia. Unos días más tarde, Pepa Bueno, en la SER, le afeó la conducta y le arrancó una disculpa envuelta en cinismo: “Elogié un abrigo muy bonito que llevaba”.

Este jueves, Iglesias ha ido a más, a mucho más. “Tengo que evitar que Álvaro Carvajal, que tiene aspecto de epistemólogo pero es un periodista de El Mundo, me saque el titular “Vamos a hacer que España se masturbe con nosotros”, ha dicho en la Universidad Complutense provocando la risa de los oyentes. La diatriba contra Carvajal y contra El Mundo ha durado casi tres minutos.

Al ver el vídeo -esta tarde #Iglesiascontralaprensa se ha convertido en trending tropic- me he sentido mal. ¿Critica a Carvajal porque tiene cara de filósofo? ¿Porque lleva gafas? Me ha hecho recordar ese viaje a Camboya precisamente como enviada especial de ese gran periódico que es El Mundo para cubrir el final de los horrores de los jemeres rojos. Allí, en Phnom Penh, está el museo en el que se describe la locura de Pol Pot, el dictador maoísta que acabó liquidando a abogados, médicos, profesores, y gente con lentes.

Menos dramático que el de Pol Pot es el caso de Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia de los EEUU. Trump se enfrentó el verano pasado a Megan Kelly, la periodista de Fox News a la que tiene vetada, porque ésta le echó en cara que hubiera llamado a determinadas mujeres periodistas “cerdas gordas”. Megan le preguntó si podía ser presidente del Gobierno un hombre que en su cuenta de Twitter escribe comentarios así dirigidos a una mujer: “A ti me gustaría verte de rodillas, no de pie”.

Peor es el vídeo -véanlo- de Donald Trump burlándose de Serge Kovaleski, el periodista del New York Times con una minusvalía que le impide mover bien los brazos. De las gafas de Carvajal a la artogriposis de Kovaleski va un cuarto de hora.

Hugo Chávez, que empezó señalando a los periodistas con nombre propio, transformó Venezuela en un país con solo tres periódicos no revolucionarios: El Nacional (papel) y los digitales Tal Cual y La Patilla. El resto fue cerrando o los fueron comprando los bolivarianos.

En Madrid, los periodistas este jueves han dicho basta. Con dignidad, han abandonado la sala donde Iglesias seguía atacando a Carvajal. La Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP) y la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (APE) han criticado la conducta de Iglesias. Se empieza con los abrigos y se acaba con las personas.

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