
En 2021, Daniel Albero consiguió cruzar la meta del Rally Dakar. Cedida
La historia de superación de Daniel Albero, el primer diabético que participa en moto en el Rally Dakar
Con su proyecto 'Un Diabético en el Dakar' ha superado muchas barreras, contribuyendo a que personas con su misma enfermedad las superen también.
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La de Daniel Albero es una historia de superación y también un ejemplo de que los sueños se cumplen. Este valenciano de 53 años es un apasionado de las motos desde pequeño, cuando se quedaba pegado a la televisión viendo por La 2 las carreras del Rally París-Dakar y soñando con estar allí algún día.
A los ocho años, le diagnosticaron diabetes tipo 1 y su vida cambió radicalmente, limitando al mínimo su actividad y su práctica de deporte. "Entonces había muy poca información y muy poca autonomía para los enfermos como yo".
Cuando sumó unos años más, y con un mayor conocimiento sobre la enfermedad, empezó a ser un poquito más libre. Había practicado motocross desde pequeño, pero fue con 19 años cuando empezó a participar en rallys y, esporádicamente, en algún campeonato de España.
Llegó la crisis de 2008, con varias desgracias personales y profesionales, y una recaída importante en su enfermedad que desembocó en neumonía.
Esto le llevó a estar postrado en una cama durante meses, en los que tuvo mucho tiempo para pensar si quería quedarse anclado en el sofá o salir adelante.
De repente, un día estaba viendo una entrevista al mítico Rafa Tibau, a quien le preguntaban si una persona con diabetes podría correr el Rally Dakar. Su respuesta fue un rotundo "claro que sí, con más esfuerzo, pero podría".

Daniel Albero es un apasionado de las motos desde pequeño. Cedida
En ese momento a Daniel se le encendió "la bombilla" y recuperó el sueño de competir algún día en esa prueba. No tardó en ponerse en contacto con este piloto y contarle su historia. A Tibau le faltó tiempo para animarle a trabajar.
"Entonces no tenía moto, me dejaron una, empecé a trabajar duro y a esforzarme a tope. Todo esto, unido a las ganas y la ilusión que tenía, conseguí, seis años después, disputar mi primer Dakar, siendo el primer diabético en moto que lo lograba, bajo el paraguas del proyecto solidario 'Un diabético en el Dakar'", explica un ilusionado Daniel.
"Fue en 2019, en Perú, donde me fui solo, sin conocer a nadie, con mi moto y con un buen resfriado. Reconozco que fue muy duro, no conseguí controlar la diabetes, pero lo viví muy intensamente y lo disfruté al máximo", recuerda Albero.
"Sólo conseguí correr tres etapas, porque recaí con fiebre y decidí abandonar. Y a pesar de ello, obtuve la satisfacción de ser la primera persona con diabetes que participaba en esta prueba. Aprendí mucho y me fui con las pilas cargadas para afrontar la siguiente edición", añade.
De cara a la prueba de 2020, en Arabia, Daniel trabajó más duro aún, aprendiendo de los errores de su primer Dakar.
Esta vez llegó a la 4ª etapa y por problemas mecánicos tuvo que abandonar para poder reengancharse después y finalizar en la 9ª etapa. "En ese momento la moto se rompió y tuvimos que volver a casa, pero con otra lección aprendida y la ilusión intacta para volver a intentarlo".
Y allí volvió en 2021, mucho más preparado si cabe, con un trabajo mucho más duro a sus espaldas, con una moto nueva y con la intención de conseguir llegar hasta la meta. Esta vez sí lo consiguió.
En 2022 Daniel cambió la moto por el coche y corrió el Dakar Classic con un Toyota Land Cruse del 99 con el que siguió dando visibilidad a su proyecto y difundiendo la enfermedad, también durante las ediciones de 2023 y 2024.
Preparación a fondo
Daniel reconoce que correr una prueba tan exigente como el Rally Dakar no es sencillo: "Los pilotos sanos solo tienen que preocuparse de ponerse a los mandos del vehículo que lleven y tirar. Yo tengo que estar pendiente de muchas más cosas. La glucemia sube o baja y en función de eso cambia el estado físico, la motivación, la visión, las fuerzas…".
Asegura que "para que no ocurra todo eso tengo que estar pendiente de los parches, que no se despeguen y no tener que parar para colocarlos, con la dificultad que eso entraña en medio de un desierto de arena".
Explica que "para que no haya ningún imprevisto, el trabajo previo es muy importante, durante todo el año salimos al campo, entrenamos mucho la fuerza, y también el cálculo glucémico. A esto se une que una prueba como el Dakar es imposible de entrenar hasta que no llegas a la propia carrera".

En las ediciones de 2022, 2023 y 2024, Albero participó en coche en el Rally más exigente del mundo. Cedida
Es por eso que en su mochila nunca faltan parches, sensores de repuesto, bolis, agua, azúcar… todo lo necesario para que, en caso de que haya una descompensación en su glucosa, poder poner solución lo antes posible.
Comenta Daniel que en alguna ocasión le han preguntado si durante la prueba, disfrutaba o padecía, algo que no se había planteado, pero después de pensarlo mucho reconocía que padece más que disfruta.
"Disfruto cuando se termina todo, durante la carrera son muchas cosas de las que tengo que estar pendiente, pero cuando llego a meta, paro y veo lo que he conseguido, es el mejor momento", añade.
Cambio de rumbo
Ya en este 2025, a sus 53 años, Daniel consideró que era el momento de dar un cambio a su vida. "No sentía la motivación de años anteriores por participar en la prueba y decidí no hacerlo", asegura.
Sin embargo, este valenciano no ha dejado de participar en otras pruebas a nivel nacional como la Baja España Aragón, en Teruel.
Y a pesar de que Daniel ya no compite en pruebas extremas como el Dakar, su vida sigue ligada al deporte. En su pueblo, Carcaixent, con el apoyo del Ayuntamiento, a quien agradece su colaboración, ha creado una escuela de motocross para niños entre 4 y 11 años en un circuito para motos eléctricas dentro de un polideportivo.

Daniel Albero es el vivo ejemplo de que con diabetes tipo 1 se puede tener una vida normal y cumplir sueños. Cedida
"Es el primero que hay en España y creo que apostar por este tipo de propulsiones, cero contaminantes, es el futuro. En una parte están las pistas de tenis y en otras las de básquet y nosotros practicamos motocross sin molestar a nadie y sin contaminar", comenta.
Por otro lado, este valenciano no para de dar conferencias por distintos puntos de España, dando visibilidad a la diabetes y siendo ejemplo de que padeciendo esta enfermedad se puede tener una vida normal.
Recuerda como anécdota que, tras dar una conferencia en Murcia, se le acercó una mujer, que tenía a tres hijos con diabetes, "me dio las gracias y un abrazo por ser ejemplo para sus hijos y hacerles ver que, a pesar de tener diabetes, se pueden lograr muchas cosas. Gestos como este son los que reconfortan, ver que con tu ejemplo eres capaz de ayudar a otras personas".
Compensación de la huella
A pesar de ser un deportista ligado al mundo del motor, la gasolina y el diésel, Daniel Albero también está concienciado con el cuidado del medio ambiente, y por ello puso en marcha el proyecto de 'Compensación de Huella de Carbono' en su localidad natal.
Explica que, durante un año, midieron la huella de carbono que ocasionaba su participación en el Dakar y todo lo que conllevaba su preparación, desde entrenamientos, trasporte, kilómetros anuales, consumos de gasolina y gasoil, desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre.
"Para compensar todo lo que habíamos emitido al medio ambiente, calculamos que había que plantar 400 árboles, para que finalmente sobreviviesen unos 80 o 90 que serían los que compensarían dichas emisiones. Hicimos una quedada a la que acudieron medio centenar de personas y plantamos pinos y carrascas que son los árboles autóctonos de la zona que nos cedieron algunos viveros".
"Fue una experiencia muy bonita y, sobre todo, reconfortante, saber que la contaminación que habíamos emitido durante un año, era compensada con la plantación de estos árboles", recuerda Daniel.
Actualmente, la vida de este valenciano es un no parar, pero reconoce que su enfermedad, la práctica de deporte y todo lo que ha conseguido con su proyecto 'Un Diabético en el Dakar' le ha ayudado a aumentar su autoestima, a tener capacidad de superación, de trabajo y, sobre todo, a superar muchas barreras y a conseguir que otras muchas personas las superen también.