Marta Llorente en granja.

Marta Llorente en granja. Cedida

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Marta Llorente triunfa con sus cerdos tras ser despedida por estar embarazada: "Nosotros sí somos sostenibles"

Su historia demuestra que el campo puede ofrecer futuro, innovación y oportunidades para las nuevas generaciones.

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Madrileña de nacimiento, pero zazuarina por vocación y herencia, Marta Llorente tuvo claro desde los 16 años que su futuro no estaba en la ciudad. Su vida estaba en Zazuar, un municipio burgalés de unos 200 habitantes del que procede su familia.

Tras estudiar Administración y Finanzas en Madrid y obtener el carné de conducir, no dudó en dar el salto definitivo. "Estoy convencida de que ha sido la mejor decisión de mi vida", asegura.

Aunque nunca se planteó dedicarse profesionalmente al campo, su vínculo con la agricultura le acompaña desde la infancia. "En casa siempre ha habido viñas, aunque nunca como actividad profesional, solo por hobby", recuerda.

Lo que sí tenía claro era que algún día pondría en marcha su propio proyecto. Y lo ha hecho: gestionar una explotación agropecuaria, insiste, "también es gestionar una empresa".

De un mal, una oportunidad

Su camino en la agricultura comenzó tras un momento difícil. "Al quedarme embarazada me despidieron, y mi marido y yo decidimos dar un vuelco a nuestra vida", explica. Entonces contaban apenas con ocho hectáreas de secano. A base de esfuerzo y reinversión, fueron comprando viñas y arrendando tierras hasta consolidar una explotación que les permitió vivir del campo.

Los animales llegaron después, en 2018. "Nunca hubo ganado en casa, pero nos pareció una buena opción para complementar la agricultura. Nos daba unos ingresos estables, nos evitaba depender tanto de la climatología y además nos proporcionaba abono orgánico para nuestras tierras", cuenta.

Llorente durante una vendimia.

Llorente durante una vendimia. Cedida

La decisión tuvo algo de casualidad. "Empecé con el cerdo porque vi un folleto en la sala de espera de Asaja [la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores]. Si hubiera sido de otra especie, igual hoy tendría otro ganado", bromea.

Campo, oficina y conciliación

Su rutina comienza cada mañana después de llevar a su hijo al colegio. "Voy a la granja y allí paso prácticamente toda la mañana. Luego, mi café (sagrado) y la compra en la tienda del pueblo. Antes de las dos siempre queda alguna llamada pendiente y por las tardes casi siempre toca oficina". Añade que, pese a haber estudiado Administración, "la burocracia es lo más duro, nos quita demasiado tiempo de nuestro trabajo real y efectivo".

La conciliación forma parte natural de su día a día: "Tenemos la suerte de que nuestro hijo nos acompaña mucho. Le hacemos partícipe de nuestra vida y de lo bonita que es esta profesión. Dice que de mayor quiere ser agricultor".

La gestión de su cebadero de porcino de capa blanca, con 2.000 animales, corre única y exclusivamente a su cargo. Asegura que "coger vacaciones es complicado, se tiene que juntar que la granja esté vacía entre lote y lote y que en el campo no haya labores urgentes que hacer".

Llorente con un lechón.

Llorente con un lechón. Cedida

Aun así, reconoce que "es algo que tampoco echo demasiado en falta, realmente las vacaciones son para desconectar y a mí me gusta mi trabajo, no me hace falta evadirme de él. Valoro más el hacer una pequeña excursión un día, después de atender a los animales, que marcharnos cuatro días fuera".

Sostenibilidad y bienestar

Para Llorente, la sostenibilidad y el bienestar animal es sinónimo de normalidad. "En nuestro trabajo somos sostenibles por naturaleza, tratamos de cuidar nuestro campo porque vivimos de él. Nadie mejor que un agricultor para cuidar su entorno. No nos hacen falta mil leyes para decirnos cómo tenemos que cuidarlo, llevamos haciéndolo miles de años y no nos ha ido tan mal", afirma.

Considera que, "tristemente, vivimos en una sociedad con exceso de información y poco espíritu crítico, donde es más fácil creerse las cosas malas sin investigar si es cierto o no. En todos los trabajos hay gente que lo hace bien y gente que no, pero eso no significa que haya que generalizar en un sector entero".

Desde su punto de vista, las granjas en sistema de cría en intensivo como el suyo "estamos muy demonizadas por la sociedad. Se piensa que es una aberración tener a los animales estabulados, pero al tenerlos en granjas garantizamos una exquisita bioseguridad, lo que nos permite tener una mejor sanidad y, por ende, una reducción tremenda del consumo de antibióticos".

Explica que en una explotación como la suya "los animales están en condiciones de bienestar, con agua y comida a su disposición, alojamientos adecuados a su tamaño, limpieza exhaustiva de las instalaciones, riguroso control ambiental, material de enriquecimiento para su distracción…".

Añade: "Somos capaces de producir más con menos. Cada vez hay más bocas que alimentar y sólo con la ganadería extensiva no se podría abastecer a toda la población. Son necesarios los dos tipos de cría, intensivo y extensivo, cada una con sus bondades".

Por todo ello, a esta ganadera le gustaría que la sociedad supiera "que hacemos todo y más para garantizar el bienestar animal, para cuidar nuestros campos de manera respetuosa, para garantizar una seguridad y trazabilidad alimentaria y que, además, lo hacemos con cariño y con orgullo".

Llorente con sus lechones.

Llorente con sus lechones. Cedida

También denuncia la desigualdad con respecto a países terceros: "Aquí cumplimos infinidad de normas que fuera no se exigen, y aun así se permite importar sus productos tirando por tierra los nuestros".

Su mensaje es claro: "Me gustaría que la gente valorara nuestro trabajo y apostara por los productos españoles".

Un futuro esperanzador

Aunque el relevo generacional en el campo es uno de los grandes retos para el sector, Llorente ve motivos para el optimismo. Lo comprobó recientemente participando en una mesa redonda sobre juventud y ganadería: "Me llevé un buen sabor de boca. Había muchos alumnos formados y motivados, algunos premiados por el Clúster del Porcino".

A quienes están pensando en incorporarse, les lanza un mensaje directo: "Que estudien, que se formen y que adelante. Es un mundo maravilloso, con inconvenientes como todos, pero muy gratificante".

Premio Mujer Emprendedora

En 2024, Marta Llorente recibió el Premio a la Mujer Emprendedora (de los Premios del Campo). "Cuando me llamaron para comunicármelo, ¡pensé que alguien me estaba gastando una broma! No sabía ni de lo que me estaban hablando porque ni siquiera fui yo la que presenté candidatura", asegura.

Aparte de la inmensa alegría por recibir un reconocimiento así, reconoce que "fue un orgullo tremendo el pensar que hay gente que cree en mí y en mi proyecto y que, además, es digno de recibir un premio".

Su sueño para los próximos años es "seguir teniendo, como mínimo, los buenos resultados que estoy teniendo hasta ahora, salud para poder seguir trabajando y acabar de pagar la hipoteca de la granja".