Hay una razón por la que el sector de la ayuda humanitaria ha crecido en los últimos años: el número de crisis mundiales ha aumentado drásticamente junto con la necesidad urgente de asistencia para salvar vidas.
En la actualidad, 305 millones de personas (1 de cada 26 personas) en todo el mundo necesitan asistencia humanitaria, lo que supone un marcado aumento con respecto a hace unos años y una llamada urgente a la acción para la comunidad internacional.
Personas y naciones de todo el mundo han respondido históricamente a las crisis con generosidad, proporcionando los recursos cruciales para las operaciones en algunos de los lugares más frágiles del planeta.

Reuters Washington
Desde mi puesto en el equipo de Gestión de Catástrofes de World Vision International, he trabajado con colegas en lugares como Sudán, Líbano y Haití para garantizar que los fondos que recibimos lleguen a las personas que más los necesitan, personas a las que circunstancias inimaginables impiden otras opciones para satisfacer sus necesidades básicas.
Solo en 2024, World Vision llegó a 35,2 millones de personas en crisis, al tiempo que trabajaba incansablemente para buscar soluciones a las catástrofes que obligan a las personas a vivir en situaciones desesperadas.
Al mismo tiempo, he observado con horror durante los últimos cinco años, cómo el número de personas necesitadas seguía aumentando; los conflictos armados, la volatilidad económica y las variaciones climáticas evitables permanecían en gran medida sin control.
Además de estos retos, en un momento de tanta necesidad sin precedentes, las drásticas reducciones de la ayuda exterior y la disminución del espacio humanitario están limitando aún más la capacidad de las organizaciones para llegar a millones de niños y niñas necesitados. Esto está poniendo en peligro la vida de la infancia.
En este panorama humanitario en rápida evolución, hace apenas dos semanas tuve la oportunidad de presenciar, de primera mano, algunas de las increíbles labores de socorro y recuperación que World Vision y nuestros socios están llevando a cabo sobre el terreno en la región de Tigray, Etiopía.

Niños en Tigray, Etiopía. World Vision
El conflicto en el norte de Etiopía es una de las respuestas humanitarias con las que he trabajado estrechamente. Desde 2020, Tigray ha estado sumido en un conflicto armado que ha dejado a más de un millón de personas desplazadas, dos tercios de los hogares con inseguridad alimentaria grave, el 38% de los menores de 5 años con desnutrición aguda y grandes extensiones de tierra degradadas.
Aunque la situación sigue siendo terrible, desde 2022, una frágil paz ha permitido que algunos niños, niñas, familias y comunidades empiecen a regresar a casa, recuperen la sensación de seguridad y comiencen el proceso de rehacer sus vidas.
Durante mi estancia en el norte de Etiopía, visité los programas que apoyan a los menores de 5 años y a las mujeres embarazadas y lactantes con intervenciones nutricionales y educación para combatir la desnutrición.
Me reuní con grupos de ahorro que invierten cuidadosamente recursos comunes en la reconstrucción de rebaños perdidos y en la creación de pequeñas empresas. Vi cómo las acequias construidas con financiación internacional transformaban paisajes yermos en exuberantes pastos tras años de conflicto y destrucción medioambiental.

Ayuda en Acción Etiopía
Hablé con un grupo de hombres que participaban en un grupo de apoyo psicosocial y de salud mental dirigido por la comunidad, quienes describieron el dolor residual que arrastran desde la guerra y lamentaron el modo en que este sufrimiento no resuelto perjudica su propio bienestar y el de sus familias.
Me contaron madres y padres que todos estos programas y otros están ayudando a sus familias a superar los horribles recuerdos de la guerra. Gracias a la financiación humanitaria, sus hijos se están recuperando de la desnutrición y regresando a la escuela, se están reponiendo los bienes familiares y se están restaurando las tierras cultivables.
Aunque la paz sigue siendo precaria, las personas que conocí en Tigray expresaron su confianza en que sus vidas están mejorando. Y atribuyeron esta nueva esperanza, en gran parte, a la ayuda extranjera. Un grupo de mujeres, todas cabezas de familia, me dijo: "Debemos nuestras vidas y las vidas de nuestros hijos a la ayuda; sin ella, nos habríamos muerto de hambre".
Drásticos recortes
En las últimas semanas, el mundo ha sido testigo de drásticos recortes de financiación en todo el planeta, lo que ha reorientado la inversión en miles de programas que brindan esperanza a personas en crisis, incluyendo muchas de las actividades de World Vision en Tigray.
En un país que ya experimenta graves niveles de inseguridad alimentaria, la mayor preocupación es poner en riesgo de muerte a los niños y niñas, que ya sufren desnutrición aguda, si no tienen acceso a alimentos esenciales.
El sector humanitario se encuentra en un estado de cambio constante, pero la asistencia humanitaria sigue siendo vital para millones de personas que sufren crisis en todo el mundo, como lo demuestran las historias de niños, niñas y familias en Tigray.
Si no se corrige el rumbo rápidamente, las comunidades locales que se encuentran en la primera línea de la guerra, la crisis climática, la migración forzada y los abusos de derechos humanos se enfrentarán a consecuencias brutales, pero evitables.
La esperanza nos impulsa a perseguir con entusiasmo la visión que anhelamos: un mundo donde todos podamos experimentar paz, protección y justicia. A pesar de los desafíos y las incertidumbres, es fundamental no perder de vista la importancia de ayudar a los niños y niñas más vulnerables a superar la pobreza y poder tener un futuro.
Esto requiere acciones hoy —por parte de defensores de base, trabajadores humanitarios, gobiernos donantes, representantes de la ONU y ciudadanos globales preocupados— mediante un liderazgo audaz y esperanzador en nuestras esferas de influencia.
***Amanda Rives es directora de Compromiso Externo y Desarrollo de Recursos y Gestión de Desastres de World Vision.