Un arbusto 'Salix lanata' (sauce lanudo) creciendo en el lago Latnjajaure, en Laponia (Suecia).

Un arbusto 'Salix lanata' (sauce lanudo) creciendo en el lago Latnjajaure, en Laponia (Suecia). Anne Bjorkman

Historias

Las gramíneas y los arbustos colonizan el polo norte: este es el nuevo paisaje del Ártico

Un estudio de CREAF y la Universidad de Edimburgo alerta de las "consecuencias en cascada" que podría tener esta tendencia.

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Raquel Nogueira
Publicada

La aceleración del derretimiento del permafrost —la capa de suelo que está congelado de manera permanente—. O la alteración de las migraciones del caribú —más conocido por ser el reno de Papá Noel—. O, incluso, la pérdida de alimento por parte de las comunidades indígenas.

Esos son los principales efectos de una tendencia que alarma a la comunidad científica: las especies de flora boreal están tomando el polo norte.

Las "consecuencias en cascada" de esta colonización de plantas, explican desde el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), podrían ir acentuándose si esta situación continúa.

Esta es la conclusión a la que llega la institución española en un estudio reciente publicado en Ecology Letters junto a la Universidad de Edimburgo (Escocia).

Su investigación asegura que las especies boreales —capaces de vivir tanto en bajas latitudes como en el bosque boreal— se están expandiendo en el Ártico. Sobre todo, matizan, las que más tierra colonizan son aquellas que ya tenían presencia en la tundra.

Este proceso, indican desde CREAF, es conocido como borealización y "se da en especial en Eurasia y zonas alpinas, donde la distancia al bosque boreal es más corta, lo que facilita la dispersión" de la flora.

Plantas en movimiento

Y es que, recuerdan desde el centro de investigación, "vivimos pensando que las plantas no se mueven, pero sí que lo hacen". Y, además, tienen la capacidad de transformar un paisaje por completo.

Según los autores del estudio, serían las gramíneas y los arbustos los que más están avanzando. Algo que, tal y como alerta el equipo científico, podría tener "efectos sobre el clima, la fauna y las comunidades humanas".

Por ejemplo, explican que los "líquenes típicos de la tundra son el plato principal de caribúes y renos. El problema es que, bajo la sombra de los arbustos, los líquenes podrían retroceder y, si disminuyen, también lo hace el alimento de estos animales".

Asimismo, esto amenazaría la subsistencia de las comunidades indígenas de la zona, que dependen de su caza y del pastoreo y que se alimentan de algunas plantas típicas de la tundra.

Nuevo clima ártico

Desde el CREAF advierten de que el clima también podría verse afectado por esta borealización. "Cuando los arbustos y otras especies leñosas se expanden, atrapan más nieve en invierno y tapan el suelo en verano. Esto cambia la temperatura del suelo y puede acelerar el deshielo del permafrost", apuntan.

Ejemplo de un paisaje borealizado en Finlandia.

Ejemplo de un paisaje borealizado en Finlandia. Mariana García Criado CREAF

El resultado de este proceso no es otro que la liberación de grandes cantidades de carbono que lleva atrapado milenios en este suelo permanentemente congelado. Esto contribuye al calentamiento global.

Según la autora principal del estudio, Mariana García Criado, investigadora del CREAF y de la Universidad de Edimburgo, "el hecho de que partes del Ártico se estén borealizando podría tener efectos en cascada en los ecosistemas de tundra".

La borealización

Para llegar a estas conclusiones, el equipo de García Criado ha analizado datos recopilados durante cuatro décadas por el consorcio International Tundra Experiment (ITEX). Y ha observado que la borealización es más intensa en la región de Eurasia y en zonas alpinas.

Allí, la distancia entre el bosque boreal y la tundra es más corta, lo que, según García Criado, "facilita la dispersión de las semillas". Y es que, indican desde CREAF, la expansión de esta vegetación también es mayor en las áreas más cálidas y húmedas del Ártico, pues estas condiciones favorecen la proliferación de plantas.

Eso sí, indica la autora principal del estudio, por el momento no se ha encontrado una relación directa de este fenómeno con el aumento de temperatura en las zonas estudiadas. Probablemente, dice García Criado, porque "las mayores subidas de temperatura se dan en altas latitudes, donde les resulta más difícil llegar a las especies boreales".