Una mujer estresada mirando las noticias y las redes sociales en el móvil.

Una mujer estresada mirando las noticias y las redes sociales en el móvil. iStock

Historias

Crear comunidad y construir desde el amor: las claves para romper con el bucle infinito de la sobreinformación

Estas son las propuestas de Lucila Rodríguez-Alarcón, de Fundación PorCausa, para hacer frente a la sobreestimulación y al ruido mediático.

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La sobreinformación constante nos mantiene alerta, sin dejarnos salir de un trauma —la Covid-19, los incendios, la dana, una (o varias) crisis internacional…—. Así es imposible no afrontar cada conversación como una pelea.

Pero ya en crisis anteriores, o incluso en las mencionadas más arriba, las personas consiguieron superar sus diferencias y colaborar a través de la acción o, si se permite la leve cursilería, del amor. Solo hay que repetir el mecanismo.

Al menos, es lo que propone la comunicadora Lucila Rodríguez-Alarcón, directora general de la Fundación porCausa y autora del ensayo Activistas del amor (La Imprenta, 2025), en el que viene a decir que no pasa nada por sonar "buenista".

"Estamos todo el día enganchados a las noticias, sobreinformados, y si no sales del estado de trauma, es muy difícil pasar el duelo", explica al teléfono.

Y matiza que esta situación no empezó necesariamente con la Covid-19, pues en el libro menciona crisis que vienen desde el año 2000. Asimismo, "esa sensación de sobreestimulación constante existe al menos desde 2010", puntualiza.

La autora mezcla neurociencia con estudios sociológicos, historia reciente y su propia experiencia como comunicadora —fue directora de Public Affairs para Weber Shandwick, trabajó en comunicación de Oxfam en España y como directora general de Comunicación del Ayuntamiento de Madrid—.

Indefensión aprendida

"Ya se nos ha olvidado la crisis económica de 2008, pero muchos problemas actuales vienen de ahí. Es el momento en que mucha gente perdió un nivel económico que nunca ha recuperado, el sistema parece no ser capaz de recomponerse desde entonces, y la sensación de miedo a perder lo poco que nos queda está desde ahí".

Rodríguez-Alarcón cree que "la Covid es importante, como sociedad no hemos pasado el duelo del shock que supusieron esos meses encerrados, la gente que murió, pero no es lo único. Es la cadena de acontecimientos y nuestra forma de enfrentarlos".

En Activistas del amor, la comunicadora explica que nos encontramos en "el momento de la indefensión aprendida". Esta, dice, "está muy asociada a la tristeza que nos provoca el marco tan individualista que nos movemos, en el que parece que tú, individualmente, tienes que arreglarlo todo".

Tristeza compartida

Por eso, y basándose en experiencias de las anteriores crisis, como la misma de 2008 o la de los refugiados de 2016, Rodríguez-Alarcón propone "hacer algo, y hacerlo de manera colectiva".

Voluntarios ayudan a limpiar los desperfectos de la dana de Valencia.

Voluntarios ayudan a limpiar los desperfectos de la dana de Valencia.

Y lo explica: "Cuando esa tristeza la compartes, la vuelves algo comunitario, procesas el trauma. Vivir en comunidad es una necesidad neurofisiológica del ser humano".

En este momento observa indicios de un resurgir de esa acción colectiva "en la capacidad de movilización que se ha visto con las protestas en apoyo a Gaza en todo el mundo".

"La realidad no existe"

A la pregunta de si la mayoría de nosotros no vive ya en comunidad, de una forma u otra, argumenta que para hacerlo se necesita "estar en contacto constante y hacer cosas en común". Porque, "puedes vivir en una casa con vecinos y no saludarte en la escalera, eso es muy común en las ciudades grandes, que generan grandes espacios de soledad".

Por eso pide "cambiar la forma en la que estamos contándonos a nosotros mismos las crisis, cambiar el relato. Es algo que está en todos los avances en neurociencia que ha habido estos años: la realidad no existe, es algo que nos contamos a nosotros mismos, y podemos decidir cómo hacerlo".

Las batallas en espacios como los medios de comunicación o las redes sociales son "una especie de 'elige tu propia aventura' colectiva, que nos dicen que es individual, y a veces elegimos los hechos que nos permiten soportar la tristeza".

"Malo para la salud"

Por eso, entiende que la construcción de comunidades, como las que hicieron reaccionar a Europa en la crisis de los refugiados de 2016 o ahora frente a la masacre de Gaza, "parten de que esa realidad se puede hacer compartida".

Buscar el bienestar entonces "pasa por lo comunitario". Porque "no hay ninguna sociedad que haya querido construirse desde el odio y haya funcionado. El actual sistema es malo para la salud porque no pone lo colectivo en el centro, nos deja solos, y solo provoca tristeza".

A un nivel inmediato y práctico, arguye: "Lo que recomiendo a todas las personas es que busquen espacios donde puedan encontrar comunidades. Está muy bien hacer porcelana y está muy bien ir a hacer yoga, pero igual te sienta mejor irte a una organización de barrio a hacer cosas tangibles, como estar tres horas moviendo cajas y repartiendo bocadillos".

Y enlaza con la crisis de 2008: "Surgieron muchísimos movimientos vecinales de barrio donde la gente hizo sus huertos, arregló en espacios que estaban abandonados…". En la dana de Valencia, hace un año, "fue exactamente igual, el malestar se convirtió en coger una pala e irse a ayudar a quitar barro".