En la plaza de Shibuya se usan para alimentar los paneles de iluminación.

En la plaza de Shibuya se usan para alimentar los paneles de iluminación. iStock

Historias

Baldosas piezoeléctricas, el invento japonés que convierte pisadas en energía: Coldplay las usó en algunos conciertos

Se trata de una revolución urbana y silenciosa que ya ilumina estaciones, centros comerciales, aeropuertos e, incluso, estadios deportivos.

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Andrea Gómez
Publicada

En medio de la cada vez más urgente carrera mundial por la sostenibilidad y la eficiencia, Japón ha encontrado una manera innovadora de transformar el movimiento cotidiano en energía renovable: las baldosas piezoeléctricas.

Esta tecnología, que ya ha causado sensación en estaciones de tren, aeropuertos y centros comerciales, aprovecha el tránsito peatonal de millones de personas para alimentar luces, pantallas y sistemas de información, demostrando que cada paso cuenta en la lucha para paliar el cambio climático.

Aunque, por lo pronto, parece una técnica de ahorro energético poco extendida, lo cierto es que ya ha cruzado las fronteras japonesas, llegando a ciudades como París, Londres o Nueva York. Incluso, en su afán de hacer sus giras más "sostenibles", el cantante de Coldplay, Chris Martin, las utilizó para algunos de sus conciertos.

Pisadas que crean electricidad

La base de toda esta revolución descansa en la piezoelectricidad, un concepto físico descubierto en el siglo XIX por los hermanos Curie. Consiste en la capacidad de ciertos materiales —como cristales de cuarzo, cerámicas especiales o polímeros avanzados— para generar corriente eléctrica cuando se les aplica presión o tensión mecánica.

En la práctica, bajo las baldosas de lugares de alto tráfico en Japón se instalan placas con estos materiales. Cada vez que alguien pisa, se produce una pequeña cantidad de electricidad que puede usarse de inmediato para alimentar dispositivos LED, señalética electrónica, sensores inteligentes o almacenarse en baterías para usos posteriores.

Aunque el aporte individual de cada paso es de apenas unos milivatios, la clave está en el efecto acumulativo. En la estación de Shibuya en Tokio, por ejemplo, más de un millón de personas cruzan a diario, generando suficiente energía para mantener encendidos toda la jornada varios sistemas de iluminación decorativa y paneles informativos.

Lo mismo sucede con el aeropuerto de Narita, donde una afluencia constante de viajeros alimenta de electricidad displays e indicadores de vuelo, reforzando la descentralización energética del recinto.

Coldplay las usó en un concierto

Las baldosas piezoeléctricas japonesas suelen estar construidas con cerámicas libres de plomo, polímeros como el PVDF o titanatos de bario y zinc, materiales elegidos por su durabilidad y capacidad para soportar el tráfico intenso.

Su instalación no requiere grandes infraestructuras ni cambios visibles. Las baldosas resultan indistinguibles para el público general, garantizando que la tecnología no altere la experiencia cotidiana del ciudadano, pero sí impacte positivamente en el entorno.

Las aplicaciones más emblemáticas incluyen centros comerciales como Tokyu Plaza Omotesando Harajuku en Tokio, donde los accesos y escaleras generan energía utilizada en parte de la iluminación y señalética, y festivales o grandes eventos que instalan plataformas temporales para alimentar directamente equipos audiovisuales.

Baldosas piezoeléctricas instaladas durante una maratón en París.

Baldosas piezoeléctricas instaladas durante una maratón en París.

Pero el movimiento japonés por la microgeneración urbana va más allá del simple ahorro energético. En muchas estaciones y centros, pantallas digitales muestran en tiempo real cuánta energía ha sido generada por los pasos, invitando a los usuarios a comprender su impacto y participar activamente en la eficiencia colectiva.

Tanto es así, que varias ciudades del mundo ya han decidido extrapolar este modelo de ahorro energético. París instaló, en 2013, estas baldosas durante una maratón. En Londres ya se usan en la estación de metro de West Ham, y en Nueva York se han instalado en colegios y otros espacios como estadios de futbol.

Un dato curioso es que, en el año 2021, el grupo Coldplay comenzó a utilizar en sus shows en estadios una instalación de goma, que posteriormente es cubierta por el césped, y que hace que los saltos de los fans produzcan la energía suficiente para cubrir la demanda del sonido, las luces y las pantallas.

Aún afronta desafíos

Además de reducir la dependencia de la red convencional, la energía se produce en el mismo punto de consumo, lo que disminuye costos de transporte eléctrico y aumenta la resiliencia urbana ante crisis o cortes en la red principal.

Todo ello, sumado al hecho de que la tecnología piezoeléctrica no depende del clima —a diferencia de la solar o la eólica— lo convierte en una opción atractiva para ciudades densamente pobladas.

Sin embargo, enfrenta un gran desafío: la cantidad de electricidad generada, aunque apreciable en sitios muy concurridos, sigue siendo baja respecto al consumo energético total de una ciudad moderna. Los altos costos iniciales de instalación y mantenimiento, así como la limitada potencia, han restringido hasta ahora su adopción masiva.

Japón, a la vanguardia tecnológica, lidera la investigación en materiales más eficientes y económicos, y explora nuevas aplicaciones para carreteras inteligentes, mobiliario urbano y suelas capaces de transformar el caminar en energía personal útil.

Todo indica que, aunque todavía estemos lejos de que los pasos de los ciudadanos iluminen una ciudad entera, el potencial educativo, ecológico y tecnológico de las baldosas piezoeléctricas está ayudando a redefinir la relación entre sostenibilidad y vida urbana.