Fotografía de Ventanas, una zona declarada 'de sacrificio'.

Fotografía de Ventanas, una zona declarada 'de sacrificio'. Greenpeace Chile

Historias

Intoxicaciones masivas y 500 muertes: la vida en Ventanas, el Chernóbil chileno donde respirar es un deporte de riesgo

Fue declarada 'zona de sacrificio' hace décadas, y a pesar del cierre de su principal fuente de contaminación hace ya tres años, nada ha cambiado.

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Cuando hablamos de playa, a todos se les viene a la cabeza una imagen paradisíaca, de vacaciones, de descanso. Una panorámica idílica que se acentúa aún más si pensamos en una playa desierta. Sin embargo, en Ventanas (Quintero-Puchuncaví, Chile), playa es sinónimo de algo diferente

Si bien es cierto que en ella no se encuentra ni un alma, la imagen de paraíso se torna oscura, casi del mismo tono que los tubos que por su arena discurren y que dibujan un paisaje realmente diferente al que estábamos pensando. Estos conectan directamente con las 14 empresas que forman el complejo industrial de la zona, a escasos metros de distancia. 

La playa está desierta, sí, pero por otras razones. De entre todos esos edificios que parecieran emerger del propio mar, hay uno que destaca sobre el resto. No se sabe si por la altura de su chimenea, o por la gran humareda que desprende.

Se trata de la Fundición Ventanas, una planta que pertenece a la Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco) y que abrió sus puertas en 1964.

Llegó como símbolo de progreso. Presumía de poder crear el cobre de más alta pureza, pero lo que hizo en realidad fue consagrar a Ventanas como la zona de sacrificio — donde se prioriza el desarrollo industrial sobre el bienestar social y ambiental— más emblemática del país. 

Sus continuas intoxicaciones masivas, la clausura de escuelas, los vertidos tóxicos y las grandes emisiones contaminantes traspasaron fronteras y convirtieron a este territorio en el conocido como Chernóbil chileno a ojos de la comunidad internacional. 

Una imagen tomada en la playa de Las Ventanas (Chile).

Una imagen tomada en la playa de Las Ventanas (Chile). Greenpeace Chile

Según Estefanía González, subdirectora de campañas de Greenpeace Andino, lo que se vive en Ventanas es toda "una emergencia ambiental por contaminación". Varios estudios apuntan que, entre 2013 y 2020, la contaminación del complejo termoeléctrico Ventanas se asoció con más de 500 muertes y más de 1.000 consultas de urgencia en la región.

Por ello, fue en junio de 2023 cuando, impulsada por el presidente Gabriel Boric, la chimenea de la Fundición Ventanas se apagó y se cerraron, de manera gradual, sus puertas. Sin embargo, dos años después, y tras más de seis décadas de contaminación a todos los niveles, nada ha cambiado. La vida en la región sigue alcanzando lo "insalubre", y respirar no ha dejado de ser un deporte de riesgo

La vida en Ventanas

​"El día a día en Ventanas sigue estando marcado por la constante exposición a altos niveles de contaminación ambiental", sentencia González. Y apunta: "A pesar del cierre de la fundición, la calidad del aire frecuentemente alcanza niveles de moderados a insalubres, por lo que la comunidad todavía enfrenta desafíos que ponen en riesgo su salud".

Ejemplo de ello es, asegura la subdirectora de campañas de Greenpeace Andino, que "durante 2024, se registraron nuevos eventos de emergencia ambiental con episodios donde al menos 45 personas presentaron síntomas atribuibles a intoxicación por mala calidad atmosférica".

Y es que el día a día en Ventanas se ha vuelto casi una cuestión de supervivencia. El hecho de habitar en lo que es considerada una zona de sacrificio hace que "la degradación del territorio" afecte a la vida en el vecindario. "La presencia de industrias altamente contaminantes destruyó la agricultura local, afectó gravemente la bahía y el turismo, además de causar enfermedades en los habitantes", afirma González.

Además, "el vivir cerca de fuentes de contaminación significa convivir a diario con un ambiente tóxico que impacta la salud y la calidad de vida, afectando a los vecinos en sus casas, colegios y lugares de trabajo". Y es que, desde hace décadas, las intoxicaciones masivas y los cierres de colegios se vienen sucediendo de manera casi habitual en el territorio.

Plomo y arsénico en sangre

González recuerda, por ejemplo, el caso de la escuela de La Greda, ubicada a tan sólo 500 metros del complejo industrial de Ventanas. Fue en 2011, y se trata posiblemente de uno de los más sonados, pues el colegio tuvo que cerrar sus puertas después de que se encontrara plomo y arsénico en las muestras sanguíneas de alumnos y profesores

Pero no se trata del único. El 21 de agosto de 2018, una intoxicación masiva afectó a más de 1.700 personas. Ese fue el punto de inflexión por el cual la zona se acuñó el Chernóbil chileno. Pero el más reciente data de agosto de 2024, un año después de que la fundición se apagara.

Niños juegan en la arena de la playa Las Ventanas junto a la central termoeléctrica AES Gener en Puchuncaví, Región de Valparaíso, Chile, el 8 de octubre de 2019.

Niños juegan en la arena de la playa Las Ventanas junto a la central termoeléctrica AES Gener en Puchuncaví, Región de Valparaíso, Chile, el 8 de octubre de 2019. Pablo Vera GettyImages

"Se registraron períodos críticos de contaminación que provocaron síntomas como cefalea, náuseas, vómitos y mareos, sobre todo en niños y adolescentes en edad escolar. Más de 600 personas llegaron a las consultas médicas y 234 fueron diagnosticadas con efectos tóxicos asociados a la exposición a gases, humos y vapores contaminantes", cuenta González.

Sin embargo, las intoxicaciones no es el único de los problemas en la zona de Ventanas. "También destacan otros episodios de contaminación, como el derrame de 38.700 litros de petróleo en la bahía de Quintero en 2014, y los varamientos sucesivos de carbón en 2018, que llevaron a la declaración de una emergencia ambiental por contaminación", apunta la subdirectora de campañas de Greenpeace Andino.

De hecho, "ha sido la propia Corte Suprema, en 2019, la que ha reconocido que se han vulnerado los derechos humanos básicos de las personas que viven en esta zona", apunta tajante.

Acciones "insuficientes"

Nada ha cambiado desde junio de hace dos veranos y es que, para González, todo pasa porque las autoridades tomen partido en esta lucha contra la contaminación y las zonas de sacrificio. "El cierre de la Fundición Ventanas fue un paso positivo, pero no ha resuelto el problema. Todavía operan varias industrias contaminantes en la zona, como son las centrales termoeléctricas Nueva Ventanas y Campiche, entre otras industrias", explica.

"Estas instalaciones continúan generando altos niveles de material particulado (MP2,5 MP10), dióxido de azufre (SO2) y dióxido de nitrógeno (NO2), que siguen afectando la salud de la población local. El cierre de una empresa no es suficiente mientras persistan otras fuentes de contaminación en el polo industrial. También, son necesarias medidas de restauración" apunta.

Además, asegura que "las acciones del Estado para mitigar los daños han sido insuficientes y no se ha cumplido con las disposiciones que exigió la Corte Suprema en 2019". Por ello, desde Greenpeace exigen la "fiscalización efectiva y estricta, el cierre de empresas contaminantes y justicia ambiental" para los habitantes de la región.

Todo complementado por un "verdadero plan de descarbonización que no condene a las personas a vivir bajo contaminación constante hasta el 2040, que es lo que establece el actual plan".

"No damos por perdida la lucha. La recuperación de Ventanas no solo es una deuda pendiente, sino una responsabilidad y oportunidad para reparar un territorio dañado y dignificar la vida de quienes lo habitan. Seguiremos trabajando para que ese cambio llegue, porque las comunidades no deben adaptarse a la contaminación, deben tener el derecho de vivir en un entorno sano, seguro y libre de amenazas", finaliza González.