Imagen de desechos espaciales.

Imagen de desechos espaciales. Cedida Agencia Espacial Europea

Historias

Satélites, impresoras 3D y gasolineras espaciales: cómo acabar con los más de 130 millones de basura en órbita

La Vía Láctea está convirtiéndose en un contenedor que amenaza las telecomunicaciones de las que dependemos a diario los humanos. 

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Hoy en día, el espacio no es el vacío azul que muchos imaginábamos. La realidad es que está plagado de residuos generados por la actividad humana.

"La mayor parte proviene de restos de satélites abandonados, y fragmentos resultantes de colisiones o explosiones de estos, ya sea por accidente o intencionadamente, como una demostración de poder militar por parte de naciones como Rusia, China, Estados Unidos e India", explica Alberto Águeda, director de vigilancia espacial de GMV, una multinacional española con capital 100% privado.

Esto, añade, no solo es "preocupante desde una perspectiva de seguridad internacional, sino que también pone en riesgo la comunicación". Y recalca la importancia de dejar a las futuras generaciones un entorno limpio y sin contaminación, tanto en la Tierra como en el espacio.

"Actualmente, orbitan alrededor de la Tierra más de 10.000 satélites operativos que proporcionan servicios esenciales en navegación y telecomunicaciones. Pero junto con ellos y sin control hay 30.000 objetos más grandes que un cubo de Rubik, 1 millón de objetos más grandes que un dedal (1 cm) y otros 130 millones más grande que un granito de arena (1 mm)". 

Puede parecer que si choca un satélite con un granito de arena no pasa nada. Pero la velocidad a la que orbitan alrededor de la Tierra es de 28.000 km/h (15 centésimas el km) lo que lo deja inutilizado si se choca con 1 granito de 1mm. De hacerlo con un objeto más grande, provoca una colisión que se llama catastrófica, que genera a su vez muchos fragmentos.

Una "enfermedad"

Nuestra vida en la Tierra depende en gran medida de los satélites. Cada uno de nosotros, en el primer mundo, estamos interaccionando con más de 100 de ellos cada día sin darnos cuenta. Ponemos el GPS para llegar a tiempo al médico, miramos el tiempo para saber si hace bueno el fin de semana, hablamos con nuestros seres queridos por videollamada…

Frente a la creciente preocupación por la basura espacial, surge la necesidad de un enfoque integral. Desde GMV, Águeda trabaja en tres grandes iniciativas que buscan abordar este problema. La primera es la prevención.

"La basura espacial podría considerarse una enfermedad: al igual que la Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve hábitos saludables para prevenir enfermedades, necesitamos establecer medidas que eviten la generación de más basura espacial", explica.

Esto, añade, "incluye detener la expulsión de fragmentos de satélites, prevenir colisiones y programar el regreso de estas infraestructuras al final de su vida útil. Es esencial que los operadores de satélites implementen protocolos de desorbitación y que haya normativas internacionales que regulen estas prácticas".

El 'gran hermano' espacial

La segunda iniciativa para acabar con la basura espacial es la monitorización. Es decir, conocer su ubicación y predecir posibles colisiones.

"La transformación circular no se logrará desde el individualismo, con visiones aisladas", expresa Ecoembes, quien este año contó con Águeda como referente en la segunda edición de su Circularity Day. 

El experto dirige desde España el departamento de GMV que, con más de 110 ingenieros, trabaja en ocho países para desarrollar algoritmos que identifiquen colisiones entre satélites y restos de basura con el fin de evitarlos mediante nuevas tecnologías.

"Estamos utilizando inteligencia artificial también para conseguir que los satélites sean capaces de tomar decisiones de manera autónoma: igual que tenemos coches autónomos en tierra, podremos disponer de satélites autónomos que decidan qué tienen que hacer para evitar chocarse con un trozo de basura espacial", indica Águeda, quien asegura que trabajan de cerca con la Agencia Espacial Europea.

Centro de control de monitorizado de basura espacial.

Centro de control de monitorizado de basura espacial.

La monitorización efectiva de la basura espacial es fundamental para la seguridad de los satélites en operación y para la planificación de futuras misiones espaciales. Por eso, asegura que de su departamento depende que las actividades del espacio se sigan desarrollando a futuro.

"Desde España damos soporte a operadores de todo el mundo y somos líderes europeos. Actualmente, estamos desarrollando el sistema militar que se hace en Alemania y participando en sistemas para la Agencia Espacial Española y para el Mando del Espacio del Ejército del Aire", indica.

Gasolineras espaciales

La tercera iniciativa de Águeda se enfoca en desarrollar tecnología que elimine la basura existente. Este reto implica atrapar objetos que orbitan a 28.000 km/h sin crear nuevos fragmentos.

"En colaboración con la Agencia Espacial Europea, estamos desarrollando soluciones innovadoras, como sistemas de repostaje en órbita y grúas espaciales, que permitirán traer satélites de vuelta a la Tierra y darles una segunda vida. Estos proyectos no solo buscan reducir la cantidad de residuos, sino también optimizar el uso de los recursos en el espacio", indica.

Reciclaje espacial 3D

Hasta la fecha los satélites no se pueden recuperar ni actualizar porque se queman en su reentrada a la atmósfera. "La tecnología en la que estamos trabajando para atrapar en el espacio a los satélites permitiría extender su vida útil mediante una fabricación aditiva con impresoras 3D que los reparare y actualice", explica Águeda.

Eso sí, concreta: "Aún estamos lejos de lograrlo, pero también lo estaban nuestros abuelos para ver un partido de fútbol en directo desde Japón". Y zanja: "Como todo en sostenibilidad, lleva un gran coste, pero lo verdaderamente importante es el impacto que tiene en nuestras vidas. Si queremos dejar a nuestros hijos un mundo mejor, deben tener un espacio sin contaminación".

Hacia un ODS 18

"Además de regular la basura espacial, un futuro ODS 18 debería contemplar un enfoque ético del espacio para garantizar la seguridad para los astronautas: actualmente hay 10 en órbita (4 estadounidenses, 3 rusos y 3 chinos) a los que la basura espacial podría poner en riesgo", indica Águeda. 

También, dice, "se podría implementar un control de la explotación económica del espacio similar al establecido en la Antártida, donde solo se pueden hacer actividades para usos pacíficos y de investigación; en fin, sería necesario un protocolo donde la basura quede regulada ante la inminente accesibilidad del espacio para el turismo y que incluya normativas que aseguren que la futura minería espacial se haga de manera responsable y sostenible".

Al espacio desde Puertollano

España contribuirá a la reducción de la basura espacial mediante la misión DRACO (Objeto Contenedor de Evaluación de Reentrada Destructiva), que la Agencia Espacial Europea (ESA) ha contratado a la empresa Deimos Space. Este proyecto, con un presupuesto de 17 millones de euros, permitirá la integración de un satélite en Puertollano (Ciudad Real) que recogerá mediciones durante su reentrada y destrucción en la atmósfera.

DRACO busca investigar cómo los satélites pueden desintegrarse de manera controlada, evitando la generación de residuos espaciales.

A lo largo de casi 70 años de vuelos espaciales, se estima que unos 10.000 satélites y cohetes han reentrado en la atmósfera, pero aún no se comprenden completamente los efectos de esta reentrada. DRACO, que tendrá un tamaño similar al de una lavadora y pesará alrededor de 200 kg, contará con una cápsula diseñada para registrar los eventos de la destrucción, permitiendo el desarrollo de sistemas espaciales más sostenibles.

La misión también incluye la construcción de una instalación de cámara limpia de 400 metros cuadrados en Puertollano, donde se integrará el satélite. Este proyecto representa un paso pionero hacia la sostenibilidad en el espacio, asegurando que los satélites se desintegren completamente al final de su vida útil.