Parque Nacional de Doñana. Imagen de archivo.

Parque Nacional de Doñana. Imagen de archivo. EP

Historias

25 sociedades científicas y más de 1.000 investigadores se unen al grito por Doñana: “Su deterioro es alarmante”

Han firmado un manifiesto a favor de la protección de Doñana y contrario a la legalización de cultivos en el entorno del parque nacional, algo que va en contra de la normativa estatal e internacional en materia de conservación. 

25 marzo, 2022 01:06

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Doñana es uno de los ecosistemas más valiosos y más protegidos, pero en el último año atraviesa por una sequía a cámara lenta que sólo encuentra precedentes antes de su protección como parque nacional, en 1988. Una señal “alarmante” que ha llevado a 25 sociedades científicas estatales y a 1.109 investigadores y científicos del ámbito de la biodiversidad y geodiversidad a firmar un manifiesto en su defensa.

La última decisión del Parlamento de Andalucía sobre la legalización de 1.600 nuevas hectáreas de regadío en el entorno de Doñana ha encendido las alarmas de los expertos. Como apunta la comunidad científica “el grado de deterioro global de Doñana es alarmante”.

Aseguran que “cualquier incremento de la superficie de regadío y la legalización de explotaciones agrarias que están fuera de la ley” resulta “una amenaza que desoye las voces de alarma” sobre la precariedad en la que se encuentra el espacio natural. Además, advierten que la tendencia negativa a la que se dirige Doñana, en lugar de revertirse, se agravará y tornará irreversible si no se limitan “las fuerzas motrices generadoras del drástico cambio” que sufre el enclave natural.

Pero la situación crítica actual de Doñana no hace más que desvelar la cadena de abusos sufridos en décadas anteriores, así como las consecuencias inevitables derivadas del cambio en el clima.

Desde el año 2011, el parque nacional atraviesa un período seco donde las precipitaciones medias están al límite o muy por debajo de las registradas en el último medio siglo. La del último año, en concreto, fue un 70% menor de la media, un episodio que no se veía desde la década de los 80. Y lo peor es que, de acuerdo a la comunidad científica, esta tendencia global de disminución de precipitaciones se acentuará por el cambio climático.

Imágenes comparativas entre marzo 2021 y marzo 2022 adquiridas por los satélites Copernicus Sentinel-2.

Imágenes comparativas entre marzo 2021 y marzo 2022 adquiridas por los satélites Copernicus Sentinel-2.

Esta situación de falta de agua tiene efectos directos sobre todo el ecosistema del enclave natural, lo que unido a una sobreexplotación de sus recursos, tiene como resultado que el acuífero de Doñana se sitúa muy lejos de la normalidad. Tan sólo dos de los 16 sectores en los que está dividido presentan un buen estado. El resto se encuentran en “alerta”, “prealerta” o “alarma”.

En este sentido, los niveles piezométricos –la cantidad de agua– del acuífero también presenta una tendencia descendente. De acuerdo a la información actual, estas aguas subterráneas están sometidas a “una explotación intensiva” que está drenando sus recursos hídricos.

Y no sólo por el regadío. El núcleo costero de Matalascañas –también conocido como la playa de Doñana– lleva décadas extrayendo agua indiscriminadamente del enclave. Unos volúmenes que aumentan cada vez que suben las temperaturas y las hordas de turistas -que en verano y en fines de semana llegan a unas 100.000 personas– inundan la localidad, de unos 1.500 habitantes.

Agua que no sólo se destina al consumo, sino que también sirve, como apuntaba en otra entrevista Carmen Díaz, investigadora del Departamento de Ecología de Humedales de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), para su uso “en jardines riego de rotondas, duchas, parques o piscinas”.

Matalascañas.

Matalascañas.

Una marisma seca

La crisis del agua por la que atraviesa Doñana ofrece su cara más visible en la pérdida progresiva de sus lagunas, manantiales, y descargas difusas de agua subterránea hacia los arroyos.

El enclave natural dispone de más de un millar de cuerpos de agua en su sistema de lagunas, cuyo ciclo de inundación depende totalmente de las fluctuaciones de los niveles freáticos del acuífero. 

Sin embargo, la situación alarmante por la que está atravesando en los últimos años ha ocasionado la desaparición de algunas de las lagunas, cuya superficie de agua tan sólo acumula ya unas 20 hectáreas. Como aseguraba en otra entrevista Díaz, la del Charco del Toro “se da por seca” y la del Brezo “fue la primera que se quedó sin agua”. 

La laguna del Charco del Toro.

La laguna del Charco del Toro. EBD-CSIC

También la marisma, cuya inundación se debe a las entradas de los ríos Guadiamar y Guadalquivir, se ha visto alterada por la completa transformación del régimen hidrológico de las aguas superficiales que entraban al parque nacional. Sólo se conserva sin transformar una parte del sector occidental, lo que supone menos de un quinto de la superficie original de las marismas.

Como consecuencia de todo esto, ha habido voces que apostaban por un trasvase de agua como salvavidas para atender las demandas de riego de los agricultores de la zona. De acuerdo con Carmen Crespo, consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, ya en 2018 se aprobó el traslado de unos 19 hectómetros cúbicos desde la cuenca del Tinto, Odiel y Piedra, con lo que se evitaría utilizar los recursos subterráneos de Doñana en plena sequía.

La crisis del agua por la que atraviesa Doñana ofrece su cara más visible en la pérdida de lagunas, manantiales, y descargas difusas de agua hacia los arroyos

No obstante, la comunidad científica alude en el manifiesto publicado hoy que esta opción presentada a todas luces como un remedio, “además de generar expectativas inalcanzables y un efecto llamada, no va a evitar afecciones importantes en el entorno del parque nacional, como la entrada de fertilizantes y productos químicos fitosanitarios usados en los cultivos”.

Señalan que la gestión de Doñana debe estar basada en evidencias científicas, la mejor estrategia, sino la única, para hacer frente a “las graves presiones que lo amenazan”. Pero además de ello, insisten que la legislación europea, estatal y autonómica disponen de herramientas suficientes para limitar el apropiamiento indebido de sus recursos naturales, así como para prevenir los impactos antrópicos sobre el mismo.

La pérdida de biodiversidad y el riesgo de colapso de este ecosistema es cada vez más notorio. Por ello, exigen “la estricta aplicación de la legislación para frenar el deterioro al que se encuentra sometido el Parque Nacional de Doñana”.

Como concluyen en el manifiesto, la Estrategia para la Biodiversidad de la Unión Europea 2030 promueve la restauración de ecosistemas como la clave para aumentar la biodiversidad, mitigar y adaptarse al cambio climático, y prevenir y reducir los impactos de los desastres naturales.

Aseguran que “esta, y no otra, debería ser la línea de actuación en el Espacio Natural de Doñana”. A su juicio, “el mantenimiento de un parque nacional sin los valores naturales que sirvieron para su declaración carece de sentido”.