Las muertes por suicidio en la región rozan las 3.700 desde 2001.
El suicidio en Castilla-La Mancha: 3.681 víctimas desde 2001, primacía masculina y creciente mortalidad juvenil
Cuatro de cada cinco fallecidos en la región por esta causa son hombres. Desde 1980, el número de óbitos anuales se ha duplicado.
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Castilla-La Mancha acumula 3.681 fallecimientos por suicidio en el siglo XXI. La muerte autoinducida es una causa emergente de óbito en la región. Su tendencia es alcista y muestra un claro predominio masculino.
Entre 2001 y el primer semestre de 2024, se han contabilizado 2.989 decesos por suicidio en hombres, además de otros 692 protagonizados por mujeres. Los varones protagonizan el 81,2 % de las muertes por esta causa. Los datos dispares entre sexos confirman que por cada mujer que decide quitarse la vida por métodos violentos hay cuatro hombres en la misma situación.
Además, la evolución temporal muestra un preocupante ascenso en los años más recientes respecto a los primeros del periodo analizado. En 2001, primero del siglo actual, fenecieron 134 castellanomanchegos por esta razón. En 2023, último ejercicio del que se tienen datos anuales completos, fueron 160 los vecinos desaparecidos por su propia mano. El crecimiento, expresado en términos relativos, alcanza el 19,4 %. Los ejercicios cercanos de 2013, 2022 y 2020 fueron, con 184 en los dos primeros casos y 180 en el tercero, los que peores cifras arrojaron.
El incremento de suicidios es aún mayor si la comparativa se establece con décadas pretéritas. Por ejemplo, en 1980, la mortalidad por suicidio en las cinco provincias provocó 80 óbitos. En 1982, fueron 99 los decesos que se contabilizaron por estos hechos. Entre el dato más bajo de la serie histórica analizada, 80 muertes en 1980, y los más altos, 184 finados en ejercicios cercanos en el tiempo, las defunciones por autolisis se han disparado un 130%.
Si se toman los datos de 2022 -un ejercicio que por la trágica razón de ser el más letal ofrece la mayor muestra anual disponible-, se observa una mayor incidencia del suicidio en edades que coinciden con la madurez de la edad adulta. Así, el número de víctimas con entre 50 y 59 años se elevó hasta las 45, casi la cuarta parte del total.
Afortunadamente, no hubo que lamentar ninguna intención materializada entre los menores de 15 años de la región durante 2022.
Tendencias pesimistas
El estudio Suicidio infanto-juvenil tras la pandemia de COVID-19: análisis de un fenómeno trágico, elaborado por Rocío Paricio-del Castillo junto con otros cinco psiquiatras más, confirma "el impacto negativo que ha supuesto la pandemia (…) en la salud mental de la población general, y, en concreto, de la población infanto-juvenil, constatando un aumento preocupante en las cifras de conductas suicidas y suicidio consumado entre las y los menores de edad".
En el caso de la región, se ha confirmado el fallecimiento de 70 niños y jóvenes con edades inferiores a los 30 años desde 2020 hasta el primer semestre de 2024. Entre 2015 y 2019, un periodo seis meses mayor que el referido anteriormente, se produjeron 55 óbitos por esta causa en tal franja.
Asimismo, y sin que se haya observado ningún cambio coyuntural al respecto, se mantiene el patrón respecto a los intentos y las consumaciones: las mujeres protagonizan en mayor número las alertas, mientras que los hombres son quienes suelen concretarlos.
Hay una serie de variables que pueden actuar como desencadenante. Las situaciones de estrés por razones económicas o sociales se apuntan como dos de ellos, también las relacionadas con factores ambientales o de clima. Además, existe un comportamiento hereditario en este comportamiento, que hace más probable el suicidio de una persona con estos mismos antecedentes familiares.
Recursos disponibles
La estrategia para la prevención del suicidio en Castilla-La Mancha es un plan impulsado desde la Consejería de Sanidad que asume que "la mejora de la atención a las personas en riesgo de suicidio implica actuar sobre diversos factores de riesgo y promover los factores de protección que puedan influir en la conducta". El proyecto contempla cuatro líneas estratégicas con 14 objetivos específicos y 44 acciones.
Además, el Teléfono de la Esperanza es una de las alternativas antisuicidios que existen en la región. En el caso de la ciudad de Toledo (925 23 95 25), atienden este recurso un grupo de voluntarios que, además de responder las llamadas recibidas, programan diferentes actividades de sensibilización y difusión de buenas prácticas.
En paralelo, la Federación Salud Mental Castilla-La Mancha ha establecido un mismo objetivo y parecidos procedimientos para lograrlo. El pasado diciembre, María del Carmen Navarro, presidenta de la institución, alertaba de la concurrencia de "la insuficiencia de recursos de atención psicológica, fundamentalmente en Atención Primaria, la precariedad laboral o la incertidumbre ante el futuro". Del mismo modo, explicaba que los pensamientos suicidas "normalmente están asociados a problemas que son transitorios y que, aunque sean muy graves, pueden resolverse con tiempo y ayuda".
Por otra parte, el teléfono 024 es un recurso público, gratuito y disponible las 24 horas del día que trata de prevenir y atender la conducta suicida. Profesionales del ámbito de la psicología prestan una atención que ofrece respuestas tanto a las personas con intención suicida como a sus allegados.
El debate sobre la salud mental se ha colado en los medios de comunicación y en la conversación ciudadana. Las visitas a los especialistas en esta materia se han extendido entre diferentes capas de la población, especialmente entre los más jóvenes. La sociedad demanda más psicólogos en la sanidad pública y menos demora en las listas de espera de esta especialidad.