Probablemente no sé nada del apagón que hemos sufrido esta semana, como la mayoría de los que opinan y lanzan teorías sobre lo ocurrido. Ellos tampoco saben nada. En el tema del apagón, como en otros muchos temas, tengo muchas más preguntas que certezas. Voy a dejar algunas de esas preguntas sueltas, para que los que creen saberlo todo les vayan poniendo respuestas.

- ¿Cómo es posible que en cinco segundos, un sistema, sea el que sea, colapse? Entiendo que esa será una de las cosas que tendrán que revisar quienes tengan la capacidad y la inteligencia suficiente para solucionar esto. Yo, desde luego, no la tengo.

- ¿Por qué el presidente del Gobierno pide ayuda a las operadoras de luz privadas para saber qué ha pasado y algunas de ellas responden como si les hubiera lanzado un ataque? Me llama la atención esa reacción furibunda. Y me llama la atención, poderosamente, que el Gobierno vaya a mandar al CNI a investigar los detalles en esas empresas.

- ¿Por qué sin saber los motivos concretos del apagón, desde el minuto uno se apunta a que esto es culpa del exceso de energía renovable? Es significativo que llevemos años hablando de que nuestro objetivo es llegar al 100 % de cobertura de la energía eléctrica que consumimos con renovables y ahora se lancen mensajes denostando la energía solar y encumbrando a las nucleares, precisamente en nuestro país, el que tiene más horas de sol de toda Europa.

- ¿Por qué ante un apagón, que fue tremendamente largo en muchos puntos, pero que solo provocó graves complicaciones en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, ocho comunidades autónomas piden el Nivel 3 de emergencia para que el Gobierno Central tome el mando? Entre esas comunidades Castilla-La Mancha, donde la única incidencia grave fue la gran cantidad de trenes que pasan por nuestra comunidad y se quedaron parados en nuestras vías. Por cierto, creo que esos pasajeros atrapados fueron realmente las grandes víctimas de este apagón.

- ¿Nos hemos dado cuenta de la excesiva dependencia que tenemos de la energía eléctrica? El apagón debería servir para confirmar lo que ya sabíamos: no podemos vivir solo de la electricidad, no podemos vivir solo de las tarjetas de crédito, ni podemos vivir solo de los móviles. Y eso incluye que en lugares críticos, como los hospitales, se refuercen los sistemas, pero también que en nuestras casas, en nuestras pequeñas empresas o negocios tengamos un plan B.

Y, por último, ¿nos hemos dado cuenta de lo que supone salir de nuestra normalidad durante ocho, 10, 12 horas? Pues hay gente que de un día para otro ha perdido todo: sus comunicaciones, la luz, el agua, su casa y las vidas de sus seres queridos.

El gran apagón de un día es, en algunos territorios del mundo como Gaza, Ucrania, el Congo, un apagón de miles de vidas. Me llamo Ángeles y estos son mis demonios.