Pedro Jota se lo dijo antes de que comenzara su intervención. Pidió a Emiliano García-Page que mediara para buscar un acuerdo entre las dos grandes fuerzas políticas en materias tan básicas como Seguridad, Defensa o Inmigración. También anticipó que el presidente de Castilla-La Mancha no debía asumir el acuerdo entre PSOE y Junts, según el cual las competencias migratorias pasarían a Cataluña. No sólo intuyó por dónde irían los tiros, sino que se quedó corto. Emiliano hizo en el Foro de EL ESPAÑOL una nueva exposición de motivos de por qué es el único socialista que gana por mayoría absoluta y la única voz autorizada en el PSOE para replicar al sanchismo. Habló de bochorno y vergüenza, literal, tal cual. Las siglas del PSOE no podían aparecer al lado de un acuerdo que fomenta directamente algo parecido al racismo o etnocentrismo. Emiliano lo había vuelto a hacer. Había puesto en solfa las tablas de la ley del sanchismo, legisla según convenga.

Tengo para mí que Pedro Sánchez cuenta con que Compromís o Podemos tumbarán el acuerdo en el Congreso, pero como me dijo un estrecho colaborador del presidente de la Junta, quizá eso fuera peor, porque las vergüenzas del rey desnudo estarían todavía más a la vista. No obstante, para mí el momento sublime de Emiliano fue cuando habló de lo que su opinión importa en el PSOE o, al menos, al presidente del Gobierno. Recordó unas manifestaciones de Sánchez donde decía que el candidato del PSOE en unas municipales o autonómicas importaba un pelín.

Y así, sobre la marcha, ante una atónita Esther Esteban, adujo que su opinión entonces importaría también en este tema eso mismo, un pelín. Predijo entonces que los resultados de las autonómicas y locales por esta deriva en 2027 serían catastróficos, ya que el Psoe no puede aparecer al lado de partidos que defiendan la segregación o políticas etnocéntricas sin que se le pase factura por ello. "Me río yo ahora de los que dicen que hay que levantar un muro contra la extrema derecha…" Cuando ese muro se ha echado varios metros más allá y los tirios han entrado en casa de los troyanos.

El pelín de Page, sin embargo, me parece clave en el panorama político actual. Con todas las cosas que puedan reprocharse al presidente en un momento dado, considero que su posición sigue siendo clave y decisiva en un tiempo como este, donde parece que se han dinamitado todos los puentes. El director de este periódico recalcó que su figura era imprescindible, porque Page es de los pocos que tiene interlocución con la derecha. Y muchas veces en política, el pelín es la clave.

La Transición fue un pelín entre Juan Carlos, Suárez y Carrillo, lo que se pudo maniobrar entre los búnkeres de ambos bandos. En los pelines -que son tanto como los detalles- residen las claves de la vida y, por supuesto, la política. Un pelín es lo que separa el éxito de un estruendoso fracaso. Por un pelín ganó Emiliano las elecciones también -en realidad fue por más, pero lo que decidió fue un puñado de votos en Ciudad Real- y, sin embargo, su posición es de una importancia máxima.

Coincido con Pedro Jota… Los puentes están para tenderlos y no para dinamitarlos. Sánchez también gobierna por un pelín. Sólo que al ponerse en manos de Puigdemont, se ha convertido en pelucón de mal gusto. El pelín de Page tiene más brillo.