Este diario informa sobre la aparición de una tortuga gigante en Toledo. No consta que haya relación alguna con la intervención el mismo día de Feijóo y Yolanda en la Ciudad Imperial, entre otras cosas porque el bicho fue avistado en Méntrida. Los vinos de esta localidad son excelentes y cada día mejor. Lo que no contábamos es con la presencia de semejante invitado a estas fiestas veraniegas que ya hemos comenzado. Hace unos días fue el caimán de Yunclillos y hoy la tortuga de Méntrida. Quien diga que el carácter reptiliano no está de moda, que venga a Toledo y lo cuente. Entre otras razones, porque las elecciones del 23 de julio se explican a partir de todo esto.

El caimán se fue pa la barranquilla el 29 de mayo por la mañana. Salió a las puertas de Moncloa y dijo que había que clarificar la situación después del meneo que habían sufrido los suyos el domingo por la noche. El único que se salvó fue Page y porque marchó al extremo contrario del cuadrilátero, como si fuera un púgil de Ibai. El resto cayó uno tras otro hasta completar la trituradora de una noche toledana extendida a toda España. El caimán entendió el mensaje, como Felipe en el 93, y convocó elecciones a toda prisa. No lo vimos, pero él sí. Si había una sola posibilidad de salir vivo del atolladero, era esa. Se va el caimán, se va el caimán, se va pa la barranquilla de los medios de derechas. Y ahí tenemos a Pedro como un Joe Rígoli de la infancia, que salía en todos los programas de televisión para niños. Sánchez en el Hormiguero, Sánchez con Wyoming, Sánchez con Alsina… El único que lo puso colorado fue Carlos en Onda Cero y ni por esas. Ahora dice que va con la pija y la quinqui y esto es un desove infinito. El no parar, el no va más… Pedro en la tómbola, Pedro en la feria, Pedro en su casa… Puede que vuelvan los vídeos comunitarios para que aparezca en sesión estrella un sábado por la noche. Pero Pedro sale y Feijóo calla.

Feijóo es la tortuga gigante como le pasó hace unos años en Galicia. Su carácter pusilánime hace que no tengamos claro nada de lo que piensa ni lo que hace. Ayer pasó por Toledo con los alcaldes que recogieron la mercancía que él debía haber obtenido. Sin embargo, la vida no siempre es justa y si no, que se lo digan a Guardiola; la baronesa roja, no el entrenador. El PP lo intenta y es muy probable que lo consiga pero con sus dudas semeja esa tortuga mordedora que no sabe bien hacia dónde dirige el colmillo. Hay una gran mayoría de centro que pide a gritos una alternativa y Feijóo lo toca con la yema de sus dedos. Pero el caimán cambia de color y ahora es caperucita en las fauces del lobo. Se fue a Kiev el sábado con Zelenski y nadie descarta que ruede Mujercitas o Bernarda Alba con Putin como Pepe el Romano.

Y Yolanda, otra tortuga que no puede ser más que una canción de amor… Ayer en Toledo contando cuentos y cuentas. Da una paguita de veinte mil leuros a quien la quiera, independientemente de origen y lugar. Lo que no es mala idea de inicio para igualar la escalera, se precipita cuando se pregunta quién paga la ronda. No hay, la economía no va como una moto y este gobierno socialprogresista pasará a la historia por haberse cargado los autónomos y cualquiera de sus formas de progreso. He aquí la cuestión. Claro que está muy bien igualar, pero por arriba, nunca por abajo y siempre que pueda pagarse la cuenta.

La tortuga loca del verano nos ha puesto a mil en este julio de súbito. Ya me han llegado los memes al móvil de Julio Iglesias volviendo de nuevo y es como el ciclo de la vida. Está la primavera, Julio y sus cien mil mujeres. Una vez hubo alguien que estuvo frente a él y pensó en preguntarle con cuántas mujeres había estado. Y prefirió no hacerlo, para que el mito siguiera aumentado. Vuela amigo, vuela alto, no seas gaviota en el mar. Pero tampoco tortuga, que no trae cuenta.